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[Crónicas sabatinas] ¡Por la fraternidad, contra las identidades nacionales excluyentes!

¡Feliz año nuevo!… ¿Feliz 2019 en .Cat?

Fuentes: Rebelión

Para Blas Cabrera, Pedro Carrasco, Enrique Moles, Ignacio Bolívar, Honorato de Castro, Enrique Hauser y Emilio Herrero, in memoriam et ad honorem. Por la España -que no Estado español- que ellos representan. Para Takashi Sasaki (1939-2018), in memoriam et ad honorem. El hispanista Sasakie, que se negó a evacuar su ciudad de residencia, Minamisoma, tras […]

Para Blas Cabrera, Pedro Carrasco, Enrique Moles, Ignacio Bolívar, Honorato de Castro, Enrique Hauser y Emilio Herrero, in memoriam et ad honorem. Por la España -que no Estado español- que ellos representan.

Para Takashi Sasaki (1939-2018), in memoriam et ad honorem. El hispanista Sasakie, que se negó a evacuar su ciudad de residencia, Minamisoma, tras el accidente atómico, comenzó a los 73 años un blog -que llamó «Monodiálogos» en honor de Unamuno- en el que se dedicó a denunciar la desinformación y la ineptitud del Gobierno nipón y las empresas reguladoras de la energía nuclear [TEPCO] para prever el desastre y hacer frente a sus graves consecuencias.

Para T.M., por los poemas.

Pero la dirección de los comunes solo contemplaba la movilización de una parte de la sociedad catalana, sin percibir la angustia y perplejidad de la otra -donde se sitúa, por cierto, el grueso de la población trabajadora que ha constituido la base social histórica de las izquierdas. Ese estrabismo político continua. Y ha sido la verdadera causa de este último error [apoyo al manifiesto de la CUP sobre la Constitución de 1978]… que bien podría ser un último aviso. Mientras comete semejantes deslices en el parlamento, Catalunya en Comú, que parece ajena a las vivencias de esos sectores populares, sigue deshojando la margarita de su ideario. ¿Qué somos? ¿Federalistas o confederales? ¿Somos tal vez un poco independentistas? La pregunta que nos hace la clase trabajadora es, sin embargo, mucho más directa y no se pierde en divagaciones: ¿queréis la ruptura de Catalunya con España, sí o no? Tras la experiencia de estos años, sería hora de decir, simple y llanamente, que un proyecto coherente de izquierdas es incompatible, no solo con la vía unilateral y manifiestamente fracasada del «procés», sino también con el propio objetivo de la independencia de Catalunya.

 Lluís Rabell (2018)

 

A qué ocultarlo: ni la mayor dosis de paciencia garantiza nada. La necesaria secularización del independentismo, la imprescindible conversión de lo que ahora parece más un credo teológico que un discurso político propiamente dicho exige que sus dirigentes recuperen la credibilidad perdida en estos años de desatada incompetencia política por su parte. Para alcanzar dicho objetivo deberían empezar por hacer lo que tanto reclaman a sus adversarios. Porque no deja de tener su cuajo que aquellos a quienes tantas veces les han temblado las piernas y en ningún momento se han atrevido a decirle a los suyos que los habían estado engañando de la manera más descarada reclamen ahora al constitucionalismo coraje y determinación. El motivo de su persistente miedo ofrece pocas dudas: les asusta la posibilidad de que la mitad de la ciudadanía catalana que les ha estado apoyando pueda perder la fe en ellos. Pero en ocasiones es imprescindible perder la fe para entrar en razón.

Manuel Cruz (2018)

De las citas: hay mucha verdad, en mi opinión, en las afirmaciones de Rabell y Cruz. Se impone de ello una pregunta básica: ¿y por qué no hemos sido tan claros, tan meridianamente claros como lo es ahora Rabell, durante estos últimos años? ¿Por qué hemos olvidado las cosas más básicas, más elementales? ¿Eran tan difícil ver lo que se escondía bien visible detrás del «dret a decidir», el «España nos roba», el «Som una nació i som una nació», el «independència, independència, independència» y el «España contra Catalunya (1714-2014)»? ¿No hemos jugado, también nosotros, a la ambigüedad (calculada o improvisada), al billar de tres o cuatro bandas (cinco incluso), al no «ofender a nadie», a deshojar la margarita una y otra vez, al «ni con estos ni con aquellos», al decir para apenas decir, al hablar para no aclarar, mientras no respondíamos o no queríamos o sabíamos responder a la pregunta central: queremos o no queremos romper nuestro demos común? ¿Queremos o no queremos levantar un nuevo muro-Estado que nos separe de la ciudadanía del resto de España? ¿Nos sentimos o no nos sentimos hermanados con la España de Enrique Ruano, García Lorca, M.ª Teresa León, Labordeta, Aute y tantos otros y otras y las luchas obreras de resistencia, dignidad e indignación?

Vayamos al tema de hoy.

Hay buenas noticias de fin de año: «La ‘república digital’ solo logra el 5% de las adhesiones previstas»… Desgraciadamente, un grano no hace granero y ayuda poco al compañero.

Respondamos, pues, con claridad: no, no será 2019 un año feliz para muchos de nosotros (un ejemplo: https://cultura.e-noticies.es/serrat-se-planta-121565.html; otro más: «Aquelarre por los presos en el Palau. Concierto de Sant Esteban dedicado a los ex consejeros» https://sociedad.e-noticies.es/aquelarre-por-los-presos-en-el-palau-121603.html).

Seguirán haciendo de las suyas aunque rocen el ridículo y el autoritarismo: «El Govern castigará al mosso que dijo que la República no existía. Miquel Buch anuncia que tomarán medidas por «llamar idiota a un manifestante» https://politica.e-noticies.es/el-govern-castigara-al-mosso-que-dijo-que-la-republica-no-existia-121581.html). Un comentario, un inteligente comentario de un amigo, Ángel Martínez, alguien que tiene por divisa no pisar a nadie:

Desde el primer momento supe -y así se lo manifesté a algunas personas- que este policía sería represaliado. Lo del motivo es -como siempre- tomarnos por imbéciles. Este tipo de insostenibles justificaciones me recuerdan siempre la anécdota de un compañero en la ‘mili’ que, tras haberse bebido un litro de ‘cubata’, se comió un plátano y se puso a vomitar: -¡dios, el puto plátano!, se lamentaba el hombre.

Se seguirá hablando, mañana, tarde y noche, sin fiestas reservadas para la reflexión, de opresiones, presos políticos, exilios, un país sin libertad. Etc. Los asuntos obreros, que ahora llamamos «cuestiones sociales», no se ubicarán apenas en el ágora y apenas a nadie le importará la desesperación y el sufrimiento de muchos conciudadanos (si sale el tema ya se sabe la respuesta: «La culpa es de Madrid»).

El amarillo será su color.

En algunas calles de Barcelona (por ejemplo, en Gran Vía/ Paseo de Gràcia), se escribirá (ya está escrito): «¡Fora (fuera) ñ!»

El país y sus instituciones seguirán estando en sus manos, en las manos de siempre. Como toca, como ha de ser, como es «natural» piensan muchos de ellos.

La calle será «nostra» dirá el sector cañero-revolucionario (es decir, intentarán que sea suya, en exclusiva).

Seguirá valiendo una proposición como la siguiente: para todo x, si x es catalán-catalán, entonces x debe ser muy catalanista, muy nacionalista y muy secesionista, según el «orden natural» de las cosas.

Apenas nadie hará caso de la advertencia de Walter Benjamin, poco antes de su muerte en 1940: «Marx dice que la revoluciones son las locomotoras de la historia universal. Pero acaso las cosas sean completamente distintas. Quizás las revoluciones suponen el recurso al freno de emergencia por parte del género humano que viaja en ese tren» [1]. La cosa no va aquí de revoluciones (más bien de lo contrario) pero nadie usará el freno de emergencia. Liándola se vive mejor; se esperan ganancias.

El sueño de la razón (ilustrada, emancipatoria) seguirá generando monstruos.

Hablarán de laicismo y separación de Estado e Iglesia, pero muchos estarán encantados si el presidente-vicario, el mismo que llamó bestias a la mitad de la ciudadanía catalana, realiza otro ayuno en Montserrat, otro nudo sagrado del nacional-secesionismo, con benedictinos y amigos nacionalistas de «toda la vida».

La lengua será de nuevo usada como instrumento de destrucción masiva en perjuicio de la propia lengua.

La hispanofobia indocumentada correrá a sus anchas por todo el territorio, especialmente en ámbitos ya conquistados para la causa.

El que no esté de acuerdo con su credo teológico-político será tachado de facha o botifler (o de ambos a la vez).

Todo, absolutamente todo, será interpretado con ojos y análisis nacional-secesionistas.

Los grandes temas del siglo de la Gran Prueba -las desigualdades impías, el cambio climático y los desastres ecológicos, la proliferación del armamento nuclear, el espíritu belicista- están y estarán fueran del debate, como si no nos fuera lo esencial en ellos.

Nos acercaremos a los alrededores más próximos de la Gran Distopía mientras seguiremos hablando monotemáticamente del tema-monotema.

Seguirán hablando de xarnegos y colonizadores lingüísticos cuando las cámaras estén apagadas y no haya micrófonos cerca.

Se seguirán rompiendo o enfriando relaciones de amistad y de lucha política compartida de toda la vida.

Un sector muy minoritario de la clase obrera de Cataluña seguirá bebiendo de fantasiosos relatos nacionalistas e incluso aceptará, en contra de sus propios intereses y raíces sociales, consignas de separación tipo «solos estaríamos mejor».

Se encenderán nuevas praderas; otra seguirán ardiendo. Arderán muchas pérdidas.

No reinará la cooperación y solidaridad sino que cualquier disidencia, cualquier diferencia por pequeña que sea, será usada como motivo de ruptura, de «demostración» y «justificación» de que España es un país putrefacto de fechas y reaccionarios.

Seguirán reconstruyendo la historia a su imagen y semejanza y escribirán, sin temblor en el pulso, que el antecedente de ANC fue la Asamblea de Cataluña.

España será simplificada hasta el insulto y el absurdo.

La irrupción de VOX, un escenario que habían contemplado, les servirá de inmejorable excusa para abonar su discurso sin matices contra la España neofranquista o directamente fascista.

Seguirán diciendo, a los suyos y con nocturnidad, que son mejores, más listos, más civilizados, más europeos, más demócratas, más cultos, más políglatas. Gentes con otros memes añadirán.

Afirmarán que las acciones antidemocráticas de septiembre de 2017 son actos de emancipación nacional (¡incluso social!) y seguirán sosteniendo que la jornada nacionalista del 1-O es un acto fundador de un nueva República, amparado en un resultado electoral, el 27S2015, del que ahora dirán (en contra de su propio decir) que fue una victoria.

Pujol no será enjuiciado, por supuesto que no, pero sí lo serán los políticos profesionales secesionistas en prisión preventiva (no lo habrían estado nunca si de mí hubiera dependido la decisión) y otros miembros del colectivo protagonista de las nefastas jornadas de setiembre y octubre de 2017 (Conviene recordar aquí una cita de Lenin que recoge Lukács en Historia y consciencia de clase: «Las personas que entienden la política como pequeños trucos que en ocasiones lindan con el engaño, tienen que ser resueltamente rechazados por nosotros. No se puede engañar a las clases». No hace falta que les diga en quienes podemos pensar).

Seguirán hablando de democracia, libertad y diálogo mientras que en su diario trabajo capilar (antigramscismo en estado puro) seguirán caldeando sus gentes y sus ambientes con falsedades o verdades medias haciendo que aflore lo peor de todos.

Su «contra peor mejor», su nacionalismo alocado y su cosmovisión secesionista excluyente seguirán rigiendo y abonando sus políticas. No importa -aunque deben importarnos- sus estrategias y tácticas. Para ellos, todo seguirá igual: «España es un putrefacto de fachas que nos oprime y esclaviza y nos niega la libertad».

Seguirán hablando con desvergüenza del Régimen 78 pero no dirán ni una sola palabra del Régimen identitario, este sí, que han impuesto en Cataluña desde hace 40 años sin apenas interrupción y, lo más grave, con escasísima oposición.

Les seguirán importando poco los gestos o las disposiciones al diálogo. Dialogan tan sólo entre sí y no siempre de buenas formas; su sectarismo es alarmante. Con los demás, no conversan, intentar imponer.

Toda la prepotencia, la chulería y el desprecio de su gobierno presidido por un supremacista, hispanofóbico y xenófobo, se concentran en estas palabras macho-alfa (aunque hayan sido dichas por una mujer) de la portavoz del gobierno catalán, la amiga política del ex presidente sionista, Elsa Artadi: «Para tomar acuerdos menores quizás no hacía falta venir». En una entrevista con el nacional.cat añadió: Sánchez debe decidir «si manda o es un títere del Estado». En esa misma entrevista la portavoz comentó que el presidente del gobierno vino a Barcelona a dos cosas diferentes: «A la reunión del Consejo de Ministros, que provoca molestar a la sociedad y los inconvenientes para la vida cotidiana de la gente… y a la reunión de los dos gobiernos, el día antes en Pedralbes» (Sobre el comunicado del pasado jueves 20 de diciembre, y por si hiciera falta que despertáramos de nuestro estúpido sueño dogmático, la portavoz señaló que era un paso adelante y añadió: «Nunca antes había pasado pasado. Un comunicado conjunto con el reconocimiento de que aquí la clave es el futuro de Cataluña, que tiene que ser la sociedad catalana quien decida, que tiene ser una solución política… Sánchez se tiene que decidir si manda él o mandan los otros, si quiere pasar a la historia como un estadista o como que el Estado de siempre, el régimen del 78, sigue mandando, y que él no pinta nada»).

En fin, lo que ya sabemos, lo que ustedes ya saben. Nada nuevo en sus dominios: más amarillo, más estrelladas a las entradas de los pueblos, más victimismo, más proclamas sobre explotación y opresión, más nacionalismo, más identidad nacional-muy-nacional, más exclusión de «lo otro», más lío, más «aquí hacemos lo que nos da la gana», más nosotros -una parte- somos el todo, el verdadero pueblo catalán, más España es una m., más Barça-multinacional es más que un club. Etc, etc, etc.

¿Desesperación, pasividad, nuevos escondites? Nada de eso. No podemos ni debemos quedarnos mudos. No podemos seguir bailando con su música.

Necesitamos más que nunca apoyo mutuo, fraternidad, claridad de pensamiento, no ocultarnos, organizarnos, movilizarnos, plantar cara en las asociaciones y colectivos de los que formemos parte, hacer pedagogía, no perder los nervios, acercarnos a quienes permitan que nos acerquemos, estar convencidos de nuestra fuerza cívica y de nuestras razones, no ceder en lo que no debemos ceder, no dejarnos engañar de nuevo aunque se vistan con otros ropajes más amables, seguir enlazados y relacionados con compañeros de otros territorios españoles, etc. La lista es larga, queda mucho por hacer.

Y poesía por supuesto, mucha poesía como diría Paolo Conte. Un poema para cada fin de semana por ejemplo. Poemas como este -«Hace tiempo»- de Francisca Aguirre (su padre, pintor alicantino, fue asesinado por el fascismo)

Recuerdo que una vez, cuando era niña,

me pareció que el mundo era un desierto:

los pájaros nos habían abandonado para siempre,

las estrellas no tenían sentido,

y el mar no estaba ya en su sitio,

como si todo hubiera sido un sueño equivocado.

Sé que una vez, cuando era niña,

el mundo fue una tumba, un enorme agujero,

un socavón que se tragó a la vida,

un embudo por el que huyó el futuro.

Es cierto que una vez, allá, en la infancia,

oí el silencio como un grito de arena.

Se callaron las almas, los ríos y mis sienes,

se me calló la sangre, como si de improviso,

sin entender por qué, me hubiesen apagado.

Y el mundo ya no estaba, sólo quedaba yo:

un asombro tan triste como la triste muerte,

una extrañeza rara, húmeda, pegajosa.

Y un odio lacerante, una rabia homicida

que, paciente, ascendía hasta el pecho,

llegaba hasta los dientes haciéndolos crujir.

Es verdad, fue hace tiempo, cuando todo empezaba,

cuando el mundo tenía la dimensión de un hombre,

y yo estaba segura de que un día mi padre volvería

y mientras él cantaba ante su caballete

se quedarían quietos los barcos en el puerto

y la luna saldría con su cara de nata.

Pero no volvió nunca.

Sólo quedan sus cuadros,

sus paisajes, sus barcas,

la luz mediterránea que había en sus pinceles

y una niña que espera en un muelle lejano

y una mujer que sabe que los muertos no mueren.

O como este, «Testigo de excepción», también de Francisca Aguirre:

Un mar, un mar es lo que necesito.

Un mar y no otra cosa, no otra cosa.

Lo demás es pequeño, insuficiente, pobre.

Un mar, un mar es lo que necesito.

No una montaña, un río, un cielo.

No. Nada, nada,

únicamente un mar.

Tampoco quiero flores, manos,

ni un corazón que me consuele.

No quiero un corazón

a cambio de otro corazón.

No quiero que me hablen de amor

a cambio del amor.

Yo sólo quiero un mar:

yo sólo necesito un mar.

Un agua de distancia,

un agua que no escape,

un agua misericordiosa

en que lavar mi corazón

y dejarlo a su orilla

para que sea empujado por sus olas,

lamido por su lengua de sal

que cicatriza heridas.

Un mar, un mar del que ser cómplice.

Un mar al que contarle todo.

Un mar, creedme, necesito un mar,

un mar donde llorar a mares

y que nadie lo note.

Eso: ¡un mar al que contarle todo, un mar donde llorar a mares y que nadie lo note!

Repito las palabras iniciales del ex diputado de los Comunes: «La República autoritaria y populista del 7S, llamada a convertirse en paraíso fiscal, no era una simple pesadilla, ni el diseño erróneo de algunos dirigentes: bajo las condiciones objetivas de la globalización y ante las diversas identidades que conviven en nuestra sociedad, un nuevo y raquítico Estado catalán difícilmente podría configurarse más que como un ente regresivo, sometido al feroz dictamen de los mercados financieros». ¿Grabamos estas palabras en nuestra mente?

¡Me olvidaba! Una «nueva demostración» de la «veracidad» de la proposición «España roba y oprime a Cataluña»:

I. 1. Renta media por habitante de la Comunidad de Madrid en 2017: 33.824 euros. 2. En el País Vasco: 32.969. 3. En Cataluña: 30.064. 4. Renta media española: 25.064. 5. Renta media de Extremadura: 17.554 euros. 6. Renta media catalana respecto a la media española: un 20% más.

II. Variación del PIB de las comunidades españolas respecto a 2008: comunidades que no superan el nivel precrisis: Asturias, Cantabria, Castilla y León, Castilla y la Mancha, Extremadura, Andalucía, Comunidad Valenciana. Aragón está igual. Comunidades que superan el nivel: Ceuta, Melilla, Canarias, Galicia, País Vasco, Navarra, Comunidad de Madrid, Murcia Baleares y Cataluña (con un 2,7% más). Media española: 1,7% de aumento.

Y a pesar de todo, como quería y nos enseñó Mario Benedetti, ¡a defender la alegría! ¡Feliz 2019 parara todos ustedes, en .Cat y en el conjunto de España!

 

Nota

1) Tomado de Alberto García Teresa (editor), Un lugar que pueda habitar la abeja. Entrevistas con Jorge Riechmann, Madrid, La Oveja Roja, 2018, p. 374. ¡No se pierdan este deslumbrante libro de entrevistas a uno de nuestros grandes poetas y activistas ecosocialistas!

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.