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Fetichismo antiparlamentario

Fuentes: Rebelión

En la voz «Alienación, extrañación», escrita a finales de los años sesenta para un Diccionario   de   Filosofía cuya traducción él mismo coordinó, Manuel Sacristán se aproximaba así a este concepto marxiano: «Así se generaliza el ‘fetichismo de la mercancía’ el hecho básico de que el producto de la práctica humana, cuando se hace […]


En la voz «Alienación, extrañación», escrita a finales de los años sesenta para un Diccionario   de   Filosofía cuya traducción él mismo coordinó, Manuel Sacristán se aproximaba así a este concepto marxiano: «Así se generaliza el ‘fetichismo de la mercancía’ el hecho básico de que el producto de la práctica humana, cuando se hace mercantil, esconde su origen humano y se contrapone al hombre como objeto natural con leyes propias y fatales (‘Fetichismo’ es también, como ‘escisión’, un término que añade Marx al léxico de la alienación)» [1]. 

Años después, en un fichero de trabajo -«Marx: la ciencia», a propósito de un paso del primer libro de El   Capital, capítulo. I, 4- escribía una reflexión más detallada y con mayor fuerza teórica:

«MEW 23, K I, capítulo I, 4 [OME 40, p. 81]. El epígrafe sobre el fetichismo de la mercancía tiene importancia decisiva para entender la diferencia entre la economía política y el trabajo intelectual de Marx. Y es que ese fetichismo es imprescindible para las abstracciones básicas de la economía política -y aún más para las de la posterior economía «pura»-, así como, tal vez, para el cálculo económico de ella. Por eso lo de Marx no es economía política, sino su crítica, que para algo la llama él así. Hay (1) economía política clásica, (2) economía (política) vulgar; (3) crítica de la economía política, (4) economía «pura» o teoría económica burguesa plena. (1) y (2) han desembocado en (4). (1) está relacionada con (3)».

Suponía, añadía el traductor de El   Capital, que el que pudiera existir una economía política crítica dependía alternativamente de dos supuestos: «(1º) la posibilidad transitoria (porque para el período de transición) de utilizar para una práctica transformadora el cálculo económico de la economía burguesa. Esta posibilidad parece dada por la persistencia de la ley del valor, y mientras dure esa persistencia. Esta economía crítica sería aún economía política (con dominio sobre hombres y cosificación -no necesariamente ideológica, sino sólo contable- de las relaciones). (2º) La posibilidad de un nuevo ‘cálculo económico’ no puramente cuantitativo, esto es, con varias homogeneizaciones y no una sola. No sé si éste es el único camino para una hipótesis de comunismo sin la noción tradicional de superabundancia». En nota manuscrita posterior, el autor señalaba una duda, una rectificación sobre su anterior reflexión: «No, esto no puede ser así: a) Porque reduce demasiado la idea de economía pura de Marx; b) Porque no recoge los Vorcheptars. Otra cosa es que Marx lo haya pensado así alguna vez» [2].

Viene esta introducción a cuento de una nota crítica de Manuel M. Navarrete [MMN] -«Fetichismo parlamentario» [3]- a propósito de unas declaraciones de Cayo Lara sobre el reciente comunicado de ETA. En opinión de MMN, «unas declaraciones nada polémicas para los rotativos y telediarios oficiales burgueses, pero que, sin embargo, deberían ser tremendamente polémicas desde la óptica de la izquierda transformadora».

En el caso comentado críticamente por MMN, el fetichismo no tiene que ver directamente con la producción de mercancías bajo las relaciones de producción capitalistas sino con la fe de Cayo Lara «en el ‘Estado de derecho’ y en los cauces institucionales».

MMN no da referencia alguna sobre el lugar de publicación de estas declaraciones del coordinador de Izquierda Unida -que, confieso, no he podido leer hasta el momento- pero critica, en mi opinión sin demasiados matices, algunas de las afirmaciones y tesis de Laya. Algunos ejemplos de ello, no pretendo ser exhaustivo.

Reproduce en primer lugar un paso en el que Lara afirma, refiriéndose a la declaración de ETA, que «se trata de una gran victoria de las fuerzas democráticas que hemos defendido siempre la aplicación del Estado de Derecho. Estamos ante un momento histórico, que debería haberse producido tras la conquista de la democracia, evitando así tanto dolor y tantas víctimas inútiles, con las que somos solidarios y que merecen hoy un reconocimiento especial», palabras -mejorables sin duda en algunos de sus nudos- sobre las que MMN comenta: «Obedeceré prudentemente a la censura y obviaré por el momento el problema vasco (por ejemplo, que entre dichas ‘víctimas que merecen reconocimiento’ figuren criminales fascistas como Melitón Manzanas y Carrero Blanco), ya que, obviamente, hay muchas maneras distintas de estar contra ETA». Que haya muchas maneras de estar contra ETA es obvio, pero la referencia a Carrero Blanco o a Melitón Manzanas no es de recibo. ¿A qué viene mezclar churros con servidores de la dictadura fascista? ¿Desde cuándo ha dicho Cayo Lara o la dirección de IU que almirante y torturador sean víctimas que merecen reconocimiento? ¿De quién, de quiénes?

Según Navarrete, lo que Cayo Lara reprocha, más allá del tema vasco, «es la posibilidad misma de la lucha por cauces no electorales, incurriendo en el más estrecho fetichismo parlamentario y hablando de un idílico ‘Estado de derecho’ en el que, al parecer, vivimos desde la ‘modélica’ transición». No sólo eso, hay más según MMN: «[…] se pronuncia claramente [Cayo Lara] sobre el modelo de lucha política que defiende, haciéndonos descubrir cuáles son para él las fuerzas democráticas: las que acatan el actual marco institucional y constitucional».

Tampoco en este caso la crítica parece muy razonable e informada. Dejo para otra ocasión el menosprecio al Estado de Derecho que parece implícito en la reflexión y no digo que no puedan haber vacilaciones en algún momento en las filas de IU, o incluso algún sector proclive al institucionalismo y a sus cómodas instalaciones, pero ¿puede afirmarse con rigor que Lara e IU con él han renunciado a la lucha por cauces no electorales? ¿Y qué hacen entonces IU y fuerzas afines abonando -como tantas otras fuerzas políticas y colectivos ciudadanos- al movimiento del 15M? ¿Fuerzas democráticas las que acatan el actual marco constitucional e institucional? ¿Desde cuándo IU ha considerado fuerzas no democráticas las organizaciones republicanas o aquellas contra el sistema del Capital?

Otro paso de la argumentación crítica de MMN, uno de sus eslabones cuanto menos, parece desplegarse así: las armas deben estar en poder del Estado capitalista, según Cayo Lara, ya que la lucha política se concibe como una lucha meramente institucional, electoral. Añade MMN: «Porque para ellos, para los parlamentarios, no es violencia que suba el IPC y los salarios se estanquen o bajen. No es violencia que haya especuladores por un lado y gente sin casa por el otro. No es violencia que los banqueros acaparen millones en la bolsa mientras en el mundo real existen bolsas de pobreza y marginación. Tampoco es violencia que la ley, la Constitución del 78 y el Estado capitalista permitan y garanticen todo esto».

¿Para qué parlamentarios no es violencia social todo lo que MMN señala? ¿Dónde deberían ubicarse las armas de ETA cuando la organización vasca decida entregarlas? ¿Cómo pude afirmarse que IU, Cayo Lara como coordinador, o cualquiera que no aspire meramente al acomodo en las instituciones o a servir servilmente a los poderosos puede sostener que la lucha por el socialismo, contra el capitalismo y sus barbaries, sea un combate meramente institucional?

Otra cosa es que también en ese ámbito puedan librarse escenas de la lucha de clases. El ejemplo será del agrado de MMN: ¿no es eso, entre muchas otras cosas, lo que parece indicar la actual estrategia de Bildu, de Amaiur, y de la izquierda abertzale en general?

IU, en opinión de Navarrete, «está perdiendo una oportunidad de oro para diferenciarse del discurso de los partidos del sistema (y para buscar futuras alianzas, o al menos unidad de acción en el parlamento con otra importante fuerza de la izquierda como es la izquierda patriota vasca)». El paso parece aceptar, inconsistentemente, la lucha parlamentaria. Si no, ¿para qué y dónde esa unidad de acción?

Lo más triste, prosigue MMN, es que «no puede uno extrañarse ya de nada, en una organización heredera del ‘eurocomunismo’ y el ‘compromiso histórico’, que simula haber olvidado el obvio hecho de que toda revolución implica necesariamente un enfrentamiento armado, ya que, tarde o temprano, los que están en el poder sacarán los tanques a la calle».

Es netamente injusto, e incluso fuertemente desinformado, que se presente a IU, a la totalidad de IU, como heredera del eurocomunismo y del compromiso histórico, pero, dejando esto al margen, precisamente eso que a MMN le parece tan evidente, tan obvio, casi un axioma de política transformadora -«toda revolución implica necesariamente un enfrentamiento armado»-, es lo que la izquierda patriota vasca, según su propia terminología que no es la mía, ha decidido repensar profundamente. Y repensar la política, no caer en lugares comunes mil veces visitados sin ninguna ganancia teórica ni práctica, es o debería ser una de las señas de identidad de las izquierdas revolucionarias alejadas de las improductivas y antimarxianas prácticas talmúdicas.

De lo cual no se infiere que una revolución socialista pueda transcurrir en todo momento ni en muchos momentos por cauces institucionales, y menos por cauces estrictamente institucionales. Nadie, con dos dedos de frente política -y Cayo Lara tiene mucho más de dos dedos en su frente- puede sostener una falsedad de tal calibre.

Notas:

[1] Ahora en Manuel Sacristán, Papeles de filosofía, Icaria, Barcelona, 1984, página 413.

[2] Reserva de la B. Central de la Universidad de Barcelona, fondo Sacristán

[3] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=138602

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