Si hubiera una fábrica de productos lúdicos destinados al mercado político, quizás «¿Dónde está Wally?» ganase la versión «¿Dónde está la izquierda?» Una parcela de la izquierda se siente avergonzada porque no es tan ética como ella misma propala; otra, porque falló el socialismo, excepto en Cuba. En Corea del Norte predomina un régimen totalitario […]
Una parcela de la izquierda se siente avergonzada porque no es tan ética como ella misma propala; otra, porque falló el socialismo, excepto en Cuba. En Corea del Norte predomina un régimen totalitario y en China el capitalismo de Estado.
Las plañideras del desastre del socialismo no se preguntan por sus causas ni denuncian el fracaso del capitalismo para los dos tercios de la humanidad que, según la ONU, viven por debajo de la línea de pobreza. De ese modo abrazan el neoliberalismo sin culpa. Y lo adornan con el eufemismo de «democracia», aunque acentúe la desigualdad mundial y niegue valores y derechos humanos cultivando la idolatría del dinero y de las armas.
¿Qué es ser de izquierda? Todos los conceptos académicos -ideológicos, partidarios y doctrinarios- son palabras huecas ante la definición de que ser de izquierda es defender el derecho de los pobres, aunque aparentemente ellos no tengan razón. Por eso, causa escalofrío ver a alguien que se dice de izquierda aliarse con la derecha.
Fidel es un hombre de izquierda. No hizo, entre 1956 y 1959, una revolución para implantar el socialismo. Su motivación fue librar a Cuba de la dictadura de Batista, rescatar la independencia del país y liberar al pueblo de la miseria. Cuando visitó los Estados Unidos, poco después de su llegada al poder, fue ovacionado en las avenidas de Nueva York.
La élite cubana se resistió a ceder los anillos para que toda la población tuviera dedos. Apoyada por la Casa Blanca, instauró el terror, empeñada en detener las reformas agraria y urbana y la campaña nacional de alfabetización. Kennedy, vitoreado como baluarte de la democracia, envió diez mil mercenarios para invadir Cuba por Bahía Cochinos en 1961. Fueron derrotados. Y la Revolución, para defenderse, no tuvo otra alternativa que aliarse con la Unión Soviética.
Cuba es el único país de América Latina que logró generalizar la justicia social. Toda la población de once millones de habitantes goza de los derechos de acceso gratuito a la salud y a la educación, lo que mereció elogios del papa Juan Pablo 2º en su viaje a la isla en 1998.
¿Acaso será el paraíso? Para quien vive en la miseria en nuestros países -¡y son tantos!-, la forma de vida de los cubanos es envidiable. Para quien se considera clase media, Cuba es el purgatorio; para quien es rico es el infierno. Sólo soporta vivir en la isla quien tiene conciencia solidaria y sabe pensar en sí a través de la óptica de los derechos colectivos. ¿O alguien conoce a un cubano que le diera la espalda a la Revolución para defender a los pobres en otra parte del mundo?
En el trayecto desde el aeropuerto de La Habana al centro de la ciudad hay una pancarta con el retrato de una niña sonriendo y la frase: «Esta noche 200 millones de niños dormirán en las calles del mundo. Ninguno de ellos es cubano». ¿Algún otro país del continente podría exhibir semejante anuncio a la mera puerta de entrada?
La simple mención de la palabra Cuba provoca escalofríos en los espíritus reaccionarios. Critican la democracia de la isla, como si lo que predomina en nuestros países -corrupción, nepotismo, malversación- fuera modelo de algo. Entonces, ¿por qué no exigen que, primero, el gobierno de los Estados Unidos deje de profanar el derecho internacional y suspenda el bloqueo y cierre de una vez el campo su concentración en Guantánamo?
Se protesta contra los fusilamientos de la Revolución, y me sumo a esa crítica, pues soy contrario a la pena de muerte, pero ¿dónde están las protestas contra la pena de muerte en los Estados Unidos y contra el fusilamiento sumario practicado en Brasil por policías militares?
Cuba es hoy el país con mayor número de médicos y bailarines de ballet clásico por habitante. Y tiene en perspectiva un programa para atender gratuitamente, en los próximos años, a seis millones de latinoamericanos con deficiencia visual.
Fidel está internado en un hospital. ¿Qué sucederá cuando muera, después de haber sobrevivido a una decena de presidentes de los Estados Unidos y a 47 años de esfuerzos terroristas de la CIA para eliminarlo? El buenhumor de los cubanos tiene la respuesta a flor de labios: «Como personas civilizadas, primero trataremos de enterrar al Comandante». Pero ¿será que el socialismo bajará a la tumba en su ataúd?
Todo indica que Cuba se prepara para el período pos-Fidel. Lo que no significa, como esperan los cubanos de Miami, que eso sucederá en breve. En noviembre, en la universidad de La Habana, el líder revolucionario advirtió que la Revolución puede ser víctima de sus propios errores y dejó en el aire una pregunta: «Cuando desaparecen los veteranos, ¿qué hacer y cómo hacerlo?»
En vísperas de su cumpleaños, el 13 de agosto, Fidel ya comienza a manifestar su testamento político. La mayoría de los miembros del Buró Político del Partido Comunista tiene entre 40 y 50 años, y cada vez son llamados más jóvenes a ocupar funciones estratégicas. Dado que el 70% de la población nació en el período revolucionario, no hay indicios de anhelo popular por el regreso al capitalismo. Cuba no quiere como futuro el presente de tantas naciones latinoamericanas, donde la opulencia convive con el narcotráfico, la miseria, el desempleo y la decadencia de la salud y la educación.
Feliz cumpleaños y pronta recuperación, Comandante.