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Franja de Gaza, un diseño israelí de muerte

Fuentes: Rebelión

https://revistafuturos.noblogs.org

Una joven escritora anglo-egipcia, Yousra Samir Imran, ha “descendido” de su actividad hipermoderna, electrónica y ha recogido, con sensibilidad, el cuadro psiquiátrico que se registra en la Franja de Gaza.: “atrapados, desesperados y abocados al suicidio” como titula su nota pasando revista a esta situación.[1]

Los datos duros y crudos son reveladores: las sociedades musulmanas son muy renuentes al suicidio, pesa un tabú sobre semejante práctica.

Lo cual nos da una señal aun mayor de la gravedad de la situación.

Imran nos da el cuadro de Suleiman Al Ajuri, que hace año y medio tuvo mucha relevancia en la Franja de Gaza (en adelante FdG) fundando un movimiento social, “Queremos vivir”, desmarcándose de las directivas de Hamas sobre el diminuto territorio.

Reacción más que  comprensible: la FdG está bloqueada por Israel desde 2006, y desde el cruento golpe de estado del Ejército en Egipto, que asesinó a miles de musulmanes, estos militares se han sumado al cerco israelí cortando por completo el contacto territorial de FdG con el resto del mundo; la costa de la FdG está controlada por la Marina israelí que ha intervenido a veces violentamente, asesinando tripulantes para impedir la llegada de embarcaciones “ajenas” a la costa gaziana. Como por otra parte el Estado de Israel bombardeó y aniquiló el único aeropuerto de la FdG, el aislamiento es realmente total.[2]

Un apunte histórico: en 2005 Ariel Sharon decide evacuar las cuatro o cinco colonizaciones que habían implantado en FdG, a partir de la “Guerra de los 6 días” y la invasión consiguiente; un mordisco más al territorio palestino, y de buen tamaño. La colonización instaló allí unos 8 000 colonos. En una población total (entre la originaria y los cientos de miles de expulsados y fugitivos de Palestina en 1948) de algo más de millón y medio de habitantes.

Sharon consideró que la relación costo/beneficios era muy pesada para sostener esos emplazamientos respecto a la colonización de Cisjordania, donde los colonos ya se contaban por centenares de miles en medio de una población palestina algo menos densa. Y que a la FdG se le podía dar otro “tratamiento”; ‘ahora que quedan sólo palestinos, les vamos a hacer la vida imposible, los vamos a quebrar para que no aguanten más.’

Pese a baladronadas iniciales de los sionistas que habían arrebatado territorios en la FdG, en setiembre de 2005 Sharon los evacuó sin disparar un solo tiro y los confortó dándole suculentas reparaciones.

Los colonos, primero destrozaron cuidadosamente todas las lujosas instalaciones que habían levantado en la Franja con los multimillonarios fondos que reciben de EE.UU.; desde las paredes de los edificios hasta las cañerías y los jardines provistos de abundante agua, y lo que del mobiliario y equipamiento entendieron mejor no llevar. Luego de proceder al destrozo de ”comodidades” que habrían provisto a cientos de miles de palestinos, dejaron todos esos restos, hecho añicos o pudriéndose en el territorio de la Franja y se fueron a recibir en la nueva colonización todo flamante del Estado de Israel.

Y desde esa primera noche, sin judíos en la zona, la fuerza aérea israelí sobrevoló la FdG con vuelos rasantes con velocidad superior a  la del sonido, creando confusión entre el sonido fortísimo de tales vuelos y los de un bombardeo. Resultado consiguiente: una oleada de enuresis y de tímpanos rotos, sobre todo en población infantil.

Pero eso fue apenas el “aperitivo” sionista: ya vendrían los bombardeos de veras.

En 2006 tiene lugar las primeras elecciones de autoridades palestinas en mucho tiempo, con resultados confiables, con controles internacionales, como el del equipo de Jimmy Carter, y esta vez, en lugar de los resultados “previstos” por el gobierno de turno (Fatah y OLP desde hacía mucho), las votaciones dieron un porcentaje mayor a Hamas, una red religiosa islámica enfrentada a la dirección palestina anterior, laica (ubicada en la órbita del llamado “campo socialista”).

Ese resultado, en elecciones limpias, no fue del agrado del gobierno israelí ni de la dirección política palestina oficial. Israel llevó a prisión a decenas de candidatos de Hamas legítimamente elegidos. El triunfo de Hamas había sido muy marcado en la FdG; en Cisjordania, los resultados habían sido más parejos (carezco de datos de los llamados “árabes israelíes”, es decir palestinos que han vivido ininterrumpidamente en el Estado de Israel desde 1948).

Violando el resultado electoral con detenciones y nombramientos arbitrarios, hubo diversas escaramuzas que dejaron a Cisjordania en manos de la OLP y a  la FdG en las de Hamas.

Desde ese mismo momento, el cerco a la FdG se hizo férreo: sabiendo de la imposible autarquía de territorio tan pequeño y poblacionalmente sobrecargado, las autoridades alimentarias israelíes diseñaron un ingreso de mercadería para alimentos que no excediera una dieta ajustada para sus habitantes. El resultado práctico de semejante torniquete fue la inmediata falta de comida, porque no todo lo que se despacha llega en condiciones, por ejemplo. Y porque se estrechó la diversidad alimentaria.

La FdG tiene una costa de unos 50 km. Tradicionalmente, la pesca era un importante ingrediente alimentario. Pero con el cerco, los pescadores tendrán que dejar pasar cardúmenes porque la marina israelí les marcó un límite muy exiguo para pescar; y cada vez que alguna chalana quería aumentar su recolección, eran baleados. Los resultados no se hicieron esperar: cosecha de pescadores lisiados o muertos. E incluso de niños palestinos muertos jugando en la playa.

La aviación israelí bombardeó repetidas veces las usinas de potabilización, las de depuración, el puerto y el aeropuerto y en general todos los establecimientos vinculados al quehacer material, como el tratamiento de desechos.

Tratándose de una franja costera, los israelíes mediterráneos  que tenían residuos de producción industrial o de consumo, aprovechándose del declive natural del terreno volcaban sus efluentes hacia la FdG, arruinando, de paso, las escasas superficies cultivables que en la FdG existen.

Tras estos “pasos de ablande”, sobrevino, a fines de 2008, “la lección mayor”: el Ejército, que se llama de Defensa israelí, invadió la FdG y a toda su población, civil, por aire, mar y tierra, en un operativo con el muy expresivo nombre de “Plomo fundido”, que destrozó decenas de miles de las viviendas del enclave, arrasando instalaciones, escuelas y servicios, matando a cientos de palestinos e hiriendo a miles.

Casi sin comida, con progresivo deterioro sanitario, con menguadísimos medios de comunicación y transporte (carreteras y vehículos deliberadamente dañados en ese ataque y en los que se repetirán en 2012 y 2014), el estado de la FdG se hace indescriptible: “ataques terrestres, aéreos, y marítimos sobre civiles, hospitales, escuelas, refugios, santuarios[3] deberían convertirse de inmediato en un expediente en la ONU sobre crímenes de guerra. Pero no en esta ONU y menos si se trata de responsabilidades y atrocidades cometidas por el Estado de Israel.

Por eso el etnocidio llevado adelante por el sionismo y el Estado de Israel (con sus protectores históricos; el British Empire y “la Gran Democracia del Norte”) se sigue perpetrando hasta ahora sin consecuencias a la vista.

En un viernes conmemorativo, en marzo de 2018, los palestinos iniciaron una Marcha de Reclamo por la Tierra (perdida, usurpada). No violenta, sin las rudimentarias armas usadas por Hamas y otras milicias armadas palestinas, sin piedras siquiera. El ejército de “Defensa” ha matado a centenares a lo largo de varios viernes de demanda pacífica y ha herido a varios miles, usando ante la supuesta invasión a francotiradores que han elegido concienzudamente los órganos o partes del cuerpo para realizar el mayor daño…).

Sucintamente, entonces, Suleiman Al Ajuri remató todos sus esfuerzos por cambiar la situación general y la suya particular, poniendo fin a su vida. Imran nos informa que en el último tiempo estaba siendo muy hostigado por Hamas y a la vez, proseguía sus esfuerzos para conseguir un pasaje, un pasaporte, un medio para ir a sobrevivir a otra parte. Infructuosamente.

Imran aclara: “El día en que murió Suleiman, otros tres jóvenes de Gaza se suicidaron. Ayman Al Ghoul, de 24 años, se arrojó desde el quinto piso de un edificio en el campo de refugiados de al-Shati. Una mujer de 30 años se ahorcó en Rafah, e Ibrahim Yassin, de 21 años, un maestro empleado por la UNRWA, murió a causa de las heridas sufridas tras prenderse fuego la semana anterior.

”El día después de la muerte de Suleiman, Ahmed Al Malahi se tragó cincuenta pastillas, una joven adolescente intentó tirarse por el balcón de su casa y una joven de 18 años se tragó decenas de pastillas en un intento de suicidio.

”Tres días después de esas desgracias, un joven de Gaza intentó saltar desde un balcón en el Ministerio de Asuntos Sociales cuando le negaron una ayuda. Y luego, el 9 de julio, Eyas Shehada fue arrestado por Hamas por amenazar con suicidarse si se ignoraban sus problemas. Eyas fue de puerta en puerta pidiendo ayuda a los funcionarios de Hamas mientras grababa un Facebook Live, hablando sobre su falta de vivienda, indigencia e impotencia para mantener a su familia.

”El periodista Usama Al Kahlout fue arrestado por Hamas ese día por cubrir la historia de Eyas. El Centro de Derechos Humanos Al Mezan informó que el día del funeral de Suleiman, trece de sus amigos fueron arrestados, nueve en el cementerio y cuatro en su casa cuando habían acudido a dar el pésame a su familia. Ese mismo día fueron arrestados dos periodistas que informaron sobre su suicidio.”

Imran destaca, certeramente, el papel de cancerbero mental que ejerce Hamas en la FdG. Y destaca también, con acierto, el papel de torniquete complementario, cómplice, de la dictadura egipcia sobre el enclave palestino, terminando de asfixiar ese territorio que constituye la prueba palpable del asesinato colectivo ejercido por los ejércitos sionistas en Palestina en 1948.

Imran hace hincapié en el deterioro creciente de la salud mental en la Franja. No sólo el hambre, la falta de agua (dosificada, como la luz, a no más de 2 o 4 horas diarias: el “consejo” de Sharon viento en popa), la desocupación forzosa (se ha bombardeado preferentemente no solo  escuelas, hospitales y viviendas sino todo local productivo o empresario, particularmente si llegaba a producir algo que compitiera con un correspondiente israelí, como ha pasado destruyendo una muy conocida cerveza palestina…).

Pero la visión de Imran es desdichadamente apolítica. No conoce ni parece interesarle la historia: su “informe” es bueno, veraz, pero un puro presente. Como si el mundo no fuera una sucesión temporal; pasado-presente-futuro. Alojada en su eterno presente aconseja: “que Israel asuma sus responsabilidades para con la población ocupada.”

Como si Israel, enviando algunos asistentes, psicólogos ante intentos de suicidio, dietistas para mejorar la alimentación, urbanistas para redefinir los espacios habitacionales sistemáticamente derruidos en todas las operaciones  de destrucción de ese territorio y de esa sociedad, pudiera remediar algo.

Imran ha perdido la brújula de las causas. Israel y sus elites de poder son los causantes, los forjadores de este estado de situación: es la forma judeosionista de eliminar una sociedad, que ha resultado un obstáculo a sus planes supuestamente bíblicos: volver a vivir a un sitio que se supone fue habitado por algunos, muy pocos de sus antecesores, unos miles de años atrás.

El sionismo es una colonización racista, como en general han sido todas las colonizaciones de tierras ya habitadas por oriundos, por indígenas, por natives, como el anglocolonialismo ha designado con desdén a esos humanos.

A diferencia de otras usurpaciones de tierra, el proyecto sionista ha resultado mucho más cerebral, valiéndose de las más diversas disciplinas para redondear sus planes y de algún modo simularlos. Al no emplear métodos más rudimentarios y totales, este estilo de colonización lleva más tiempo. Prácticamente en el caso de Palestina ha insumido todo el siglo XX y algo más en el tiempo, antes y después, es decir ahora, en el s XXI.

Con el “Acuerdo del Siglo”, Netanyahu y Trump habían “finalmente” proyectado acabar con “la cuestión palestina en 2020, en junio, sobornando con chirolas a “los últimos mohicanos”, pero no les funcionó.

Los palestinos han probado ser un pueblo con enorme resistencia y aguante, propio de su historia milenaria en el país, del cual la entente globalifílica quiere arrancarlos, y aunque el plan de implantación judía ha avanzado considerablemente, la liquidación que las élites de poder estadounidense e israelí habían pergeñado para este año ha naufragado.

Por cierto que, como nos recuerda Imran, existe un lado nefasto de Hamas; podríamos agregar otros: de la dirigencia egipcia, de otras organizaciones políticas palestinas, pero todos estos “actores” son absolutamente secundarios ante los verdaderos autores de las matanzas, de los sufrimientos, del etnocidio.

Y lo que avanza sí, es el conocimiento de la historia verdadera, desnudando tramo a tramo la historia oficial israelí: ya se sabe que los palestinos no se fueron llamados por radios árabes sino “persuadidos” por un método sumario; los sionistas llegaban a una aldea, mataban a media docena de varones y “exhortaban” al resto a abandonar sus moradas; si resistían, se tomaba otro pequeño conjunto de aldeanos, varones, jóvenes, se los mataba y probablemente “la vacuna” era suficiente para que el resto abandonara, sí, la aldea.

Ya sabemos que no era el David judío contra el Goliat árabe; sino más bien al revés; un enorme y bien pertrechado ejército judío que le permitió golpear a “los palestinos”; una sociedad árabe no militarizada.

Es el Estado de Israel y sus mandamases los que tendrán que dar explicaciones de tanta manipulación, del uso artero de los más diversos recursos, de los abusos, las matanzas, las torturas, el arrasamiento de centenares de aldeas, para que caiga de una vez por todas, la construcción atrozmente falsa de la figura del ‘ejército más moral del mundo’.

La humanidad tendrá en algún momento que saldar esta cuenta pendiente con la historia. Porque los humanos, tenemos, junto con tantos defectos, una necesidad radical, profunda, inevitable, propia de nuestra conciencia: conocer la verdad. Asumirla. Y actuar en consecuencia.


[1]  “Los jóvenes de Gaza: atrapados, desesperados y abocados al suicidio”, www.rebelion.org,      20 ago 2020.

[2]  Los palestinos en su desesperación ensayaron túneles, con enorme sacrificio para llevarlos manualmente adelante hacia territorio hoy ocupado por Israel o hacia Egipto, y lograr por ese medio  imprescindibles víveres y recursos (también militares, que fue la excusa perfecta para desmontarlos), pero poco a poco tales túneles fueron detectados y anulados por las fuerzas combinadas de los militares israelíes y egipcios.

[3] James Petras, “El genocidio israelí y sus cómplices”, La Haine, 16 ago 2014.

Nota del autor:

El mismo día en que rematé el análisis de una nota a mi modo de ver conmocionante sobre la desesperada situación de los habitantes de la Franja de Gaza, llega un “refuerzo” de la situación.

Lo que yo describiera se ha agravado: ya no pueden los pescadores de Gaza siquiera pescar cerca de la orilla; se les prohíbe salir.

Y ya no pende amenaza de bombardeo: ya han recomenzado.

La razón que da Israel: esos tercos palestinos están lanzando globos y cohetes (es tan ridículo referirse a misiles, que ya no los invocan).

Pero veamos el revés de la trama que un medio de información  no palestino, −swissinfo−  nos aclara:

“Israel ha bombardeado la Franja de Gaza casi todas las noches desde el 6 de agosto [este mes] en respuesta al lanzamiento de globos incendiarios, o incluso disparos de cohetes […] Estos disparos se producen tras la visita a Gaza e Israel de una delegación de Egipto […] que firmó la paz con el Estado hebreo en 1979. Egipto actuó de intermediario el año pasado, junto a la ONU y a Qatar, para firmar una tregua entre los dos bandos. Pero, pese a esta tregua, que prevé una ayuda financiera mensual de unos 30 millones de dólares pagados por el emirato de Qatar a Gaza, se producen enfrentamientos esporádicos entre Hamas e Israel [… para que Israel] permita el tránsito de este dinero.”

Allí está el cangrejo debajo de la piedra. Strip-tease revelado por fuente insospechable de “fanatismo árabe” o similar, como swissinfo. Que nos muestra el revés de la trama.

Moraleja: mucho no es como parece. Como decía Jacques Prévert: “gran hombre de Estado al tropezar / con una hermosa frase vacía / cae dentro / y … / jadeando / enseña los dientes /y la caries dental de sus pacíficos razonamientos / deja al descubierto el nervio de la guerra: / el delicado asunto del dinero.”

En concreto: luego del naufragio del “Acuerdo del siglo”, un plan para doblegar totalmente y dar por concluida “la cuestión palestina”, tramitado entre “los señores de la guerra”, EE.UU. e Israel –“acuerdo”  al cual los palestinos ni siquiera fueron invitados−, Israel se desquita empeorando todavía más la situación de la población de la FdG; casi dos millones de seres humanos aprisionados en un campo de concentración a cielo abierto.

Ante la impavidez generalizada.

Por ahora.

Recordemos que en 2020 se repiten, en las manifestaciones afro de EE.UU. contra el gatillo fácil, las consignas de Martin Luther King, de comienzos de la década de los ’60.

Sesenta años después. ¿Está todo igual?, ¿nada se mueve? No. Ahora hay más gente repudiando y consciente, ahora estamos más cerca de una masa crítica…

La verdad es invasiva. Afecta al “blanquismo” de los privilegiados made in USA; también lo hará con los privilegiados del experimento israelí.