Siria ha concentrado la atención de todas las potencias regionales y occidentales tras la entrada en vigor de la tregua. Con la firma de un cese al fuego, con carácter provisional, cercado de amenazas y pronósticos negativos, Washington y sus aliados europeos, Turquía, Jordania, la entidad sionista, Arabia Saudita y las Monarquías Feudales del Golfo […]
Siria ha concentrado la atención de todas las potencias regionales y occidentales tras la entrada en vigor de la tregua.
Con la firma de un cese al fuego, con carácter provisional, cercado de amenazas y pronósticos negativos, Washington y sus aliados europeos, Turquía, Jordania, la entidad sionista, Arabia Saudita y las Monarquías Feudales del Golfo Pérsico, que son los grandes valedores de los grupos que combaten al pueblo sirio, así como potencias regionales como Rusia e Irán saben que el resultado de lo que pase tanto en Siria como en Irak, va a determinar los equilibrios de poder necesarios, ya sea en el plano militar, energético, como también político en una de las zonas más explosivas del planeta.
No es lo mismo una Siria balcanizada, que un país indemne territorialmente, un Irak dividido en tres territorios con influencias diversas, que contar un Irak multicultural y respetuoso de las diversas creencias que lo conforman. Unos juegan para el divide y reinarás -el divide et impera neocolonial- otros, por mantener un país íntegro. Si este último objetivo no se materializa, no sólo se avanzará en la división de una parte de Oriente Medio, sino que se cimentará una práctica de inestabilidad regional, que tendrá gravísimas repercusiones globales.
Conversaciones que no son un fin en si mismo
En ese plano, Siria y sus aliados deben tener muy en cuenta, que las conversaciones en Ginebra, así como los acuerdos bilaterales entre Rusia y Estados Unidos, son una parte, significativa pero sólo una parte, del proceso interno de solución que Siria debe vivir respecto a su conflicto y no convertirse, como afirma el periodista Finian Cunningham, «en un proceso y un intento cínico de Washington y su aliados de socavar al gobierno sirio y también frenar la operación antiterrorista rusa» que tendría como resultado el perseguido objetivo de desintegrar el país levantino, cercar a Irán e impedir la expansión rusa a zonas que aquel país considera elemento vital de su desarrollo político, militar y económico.
Lo peor que puede significar este acuerdo provisional es que constituya un respiro a la acción de los terroristas financiados por Turquía, Arabia Saudita y las Monarquías del Golfo. Moscú, Damasco y Teherán deben evitar escuchar los cantos de sirena y no sucumbir ante llamados a la paz, que sólo pueden estar preparando el camino a una agresión mayor. El apoyo ruso e iraní a los esfuerzos de defensa de la sociedad siria han forzado este acuerdo provisional, sin que se haya puesto en la mesa la exigencia de Washington de forzar la salida de al Assad del gobierno.
El escenario ha mutado en Siria y se ha tenido que contar sí o sí con actores que hace un año eran negados e impensables: Rusia, Irán y el gobierno sirio que aparece hoy más fortalecido y con posibilidades de negociación como nunca desde el inicio de la agresión en marzo del año 2011. Washington y sus aliados han escuchado porque se les ha obligado a ello, no ha sido una concesión graciosa o generosa. La correlación de fuerzas ha ido variando a favor de la Coalición conformada por Siria, Irak, Rusia e Irán porque han mostrado en el terreno los éxitos de su lucha. Los matones el barrio, que durante cuatro años se dedicaron a agredir y a asesinar a mansalva, han encontrado quien les haga frente.
Resulta en extremo peligroso que Washington, que ha firmado el acuerdo de cese al fuego junto a Moscú, que predica su objetivo de avanzar hacia la paz en la región, a la par de rubricar este documento, comience de inmediato con las amenazas respecto a implementar un «Plan B» si no se llega a buen puerto en aquello que la administración de gobierno estadounidense desea y tiene como norte en Oriente Medio explicitando que su postura es la de ganar-ganar. El Viceministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Mijaíl Bogdanov, salió al paso de las amenazas del Secretario de Estado Norteamericano John Kerry y su mentado plan alternativo afirmando que «Generan preocupación los anuncios de EE.UU. de que tienen un «plan B». No sabemos nada sobre el mismo. Estamos convencidos de que ahora hay que concentrar todos los esfuerzos en el cumplimiento de los acuerdos alcanzados sobre el cese del fuego. Los pasos que puedan conducir al empeoramiento de la crisis siria generan una profunda preocupación. En particular, tiene que ver con los intentos de la realización de la idea de creación de una zona colchón en la frontera sirio-turca y la formación de bloques para la operación terrestre» concluyó el alto funcionario ruso.
La preocupación de Bogdanov respecto a lo que denomina «Zona Colchón» ha sido mencionado con anterioridad en nuestro portal, advirtiendo que puede ser el preludio para crear una «Zona de Exclusión aérea» que permita intervenir militarmente en Siria, tal como sucedió en Serbia, Irak y Libia, constituyéndose de hecho, en la violación flagrante del derecho de autodeterminación de un país soberano y simplemente una nueva etapa de apoyo al terrorismo takfirí. Con esta idea, señalé en su oportunidad, consensuada entre Ankara y Washington, se persigue crear sectores que estarían dotados, dentro del territorio sirio, de una autonomía de facto, que sería protegida por fuerzas militares extranjeras -terrestres y aéreas- disgregadas en el territorio sirio y por ende, fuera del alcance del poder del gobierno central sirio.
Washington y sus aliados deben cuidar, meditar y analizar en extremo sus planes respecto a Siria, no sólo porque la correspondencia de fuerzas ha cambiado en el país levantino, sino porque los aliados del gobierno sirio, en específico Rusia e Irán, a través del apoyo decidido y eficaz, en sus acciones combinadas por tierra y aire han hecho sentir que de un período defensivo, el Ejército Árabe Sirio ha pasado a la ofensiva y ello implica, no sólo recuperar localidades, pueblos y ciudades que estaban en manos del terrorismo takfirí, sino plantearse el objetivo de recuperar Ar Raqqah y con ello asestar un golpe simbólico, estratégico y demoledor a Daesh y sus aliados y a los planes más ocultos de Washington y sus aliados en materia de geoestrategia global.
La agresión contra Siria tuvo una primera etapa donde la sociedad siria recibió golpe tras golpe. Una segunda etapa donde el apoyo iraní, de Hezbolá y posteriormente de Rusia fue cambiando el escenario bélico hasta encontrarnos a inicios del 2016 con la recuperación del protagonismo del gobierno sirio y su Ejército Nacional. Si occidente y sus aliados de Oriente Medio no son capaces de entender que la dirección de la guerra va en el camino de derrotar definitivamente el terrorismo takfirí, se hará difícil concretar una tercera etapa de la guerra donde la Coalición Internacional liderada por Estados Unidos conjugue sus acciones con la Coalición conformada por Damasco, Bagdad, Moscú y Teherán en ese camino de destrucción de las bandas takfirí, que pueden convertirse de hijo putativo, en desestabilizadores de sus propias sociedades. Marzo será un mes decisivo, se están preparando acciones ofensivas contra Daesh y el Frente al Nusra, que han quedado fuera del acuerdo del cese al fuego. Dicha ofensiva pretende asegurar la integridad territorial siria en las fronteras con Turquía -en la gobernación de Latakia- como también con Jordania e Israel en la gobernación de Deraa y en las cercanías de los Altos del Golán.
El gobierno sirio cuenta en la actualidad con 100 mil hombres en armas, conformando el denominado Ejército Árabe Sirio al cual se unen las fuerzas de apoyo de aproximadamente 3.000 milicianos pertenecientes a Hezbollá, más el cuerpo de asesores iraníes pertenecientes al Cuerpo de la Guardia Revolucionaria islámica, que presta asesoría militar al gobierno sirio como también al iraquí, según lo ha señalado el Presidente Iraní Hasan Rohani «con el objetivo de luchar con seriedad contra el terrorismo y que la zona sensible de Oriente Medio recupere la estabilidad y la seguridad. Se trata de un número reducido de asesores militares, cuyo envío se produjo solamente después de la petición en ese sentido de los Gobiernos de Bagdad y Damasco».
La balanza bélica se ha ido inclinando poco a poco en favor de las fuerzas gubernamentales sirias, que han logrado en los últimos 6 meses recuperar importantes bastiones en la zona de Latakia, Homs y últimamente en Aleppo. Tal hecho hizo surgir la preocupación en las filas de la Coalición internacional liderada por Estados Unidos y que en teoría surgió para combatir a EIIL -Daesh en árabe- en los territorios de Siria e Irak. Y hablo de aparente pues la realidad indica que la eficacia de dichas operaciones podrían calificarse como un fiasco, pero uno interesadamente destinado a no generar daño a las organizaciones terroristas que bajo el aval, apoyo financiero y militar de Arabia Saudita, Turquía y las Monarquías del Golfo se han dedicado desde febrero del año 2011 a destruir la sociedad siria e iraquí. Eso está cambiando y a pasos agigantados, por ello el interés de Washington de darse un respiro.
Articulo del autor cedido por Hispantv.
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