Recomiendo:
1

CGT-València presenta El eco de los pasos en el Ciclo sobre Sindicalismo de ayer y hoy

García Oliver: camarero, anarquista y ministro de la República

Fuentes: Rebelión [Foto de Chris Ealham]

El anarcosindicalismo –la CNT- en la calle; en el comité de milicias; en el Gobierno del Frente Popular, que contó con cuatro ministros anarquistas (durante la presidencia de Largo Caballero) entre noviembre de 1936 y mayo de 1937: Juan García Oliver, Federica Montseny, Joan Peiró y Juan López; y finalmente en el exilio.

En estos cuatro apartados, el dirigente de la CNT Juan García Oliver (1901-1980) dividió su libro de memorias titulado El eco de los pasos, presentado por el historiador británico Chris Ealham en la biblioteca libertaria Ferrer i Guàrdia de la CGT-València. El acto de presentación forma parte del Ciclo de sindicalismo de ayer y hoy. Clase Obrera, organizado por el sindicato entre el 3 y el 25 de febrero.

En 2001 la editorial Virus reeditó El eco de los pasos, en un volumen de 939 páginas (Ruedo Ibérico publicó por primera vez la autobiografía en 1978, con una tirada inicial de 5.000 ejemplares; el autor empezó a escribir las memorias en 1972, cuando tenía 71 años).

Hijo de una familia obrera, empleada en el sector textil, Juan García Oliver trabajó en la hostelería desde niño, como camarero en diferentes fondas, hoteles y restaurantes (con siete años asistió a la escuela durante unos meses; tuvo que dejar los estudios de Primaria, a la que después retornó hasta los 11 años).

García Oliver participó en la fundación del Sindicato Único de Camareros, pero antes estuvo presente –en Barcelona- en la Huelga General del verano de 1917, en el contexto de la crisis económica por los efectos de la Primera Guerra Mundial y cinco meses después que se iniciara la Revolución Rusa (por su participación en la huelga fueron detenidos y encarcelados –en Cataluña, entre otros- los militantes de la CNT Ángel Pestaña, Salvador Seguí y Francisco Miranda, quienes formaban parte del Comité).

Punto destacado en la biografía de García Oliver es su condición de promotor –fue uno de los fundadores- del grupo Los Solidarios, en 1922, para responder al pistolerismo patronal y la represión de los gobiernos; también formaron parte del grupo otros anarquistas, como Francisco Ascaso, Buenaventura Durruti y Antoni Ortiz Ramírez (en 1932 participó en la fundación de otro importante grupo de afinidad, Nosotros).

El camarero libertario nacido en Reus (Tarragona), obrero autodidacta, se convirtió, de este modo, en “una de las figuras más destacadas de los grupos de acción”, informa la presentación de Virus.

Sufrió la represión: estuvo encerrado en las prisiones de Burgos y Pamplona; en 1926 –durante la dictadura de Primo de Rivera- se exilió a Francia y cinco años después –en el comienzo de la II República- regresó a Barcelona; según la editorial Virus, García Oliver pasó a ser “uno de los principales defensores de las tesis insurreccionales en el seno de la CNT y el movimiento libertario”. Fue miembro de la Federación Anarquista Ibérica (FAI).

Cuando comenzó la guerra española de 1936, en julio, este militante sindical y hombre de acción se integró en la dirección militar de los cuadros de defensa de la CNT que contribuyeron a la derrota del golpe fascista en  Barcelona; después formó parte del Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña (fue jefe del Departamento de Guerra), operativo entre julio y septiembre de 1936, donde “chocó fuertemente” -según la autobiografía- con el presidente de la Generalitat, Lluís Companys (ERC).

“El Comité de Milicias se había constituido para soslayar el ir a por el todo. El Comité de Milicias había ido demasiado  lejos. Se disolvía para dar paso a un Consejo de la Generalitat de Catalunya. La Generalitat acabaría por ser absorbida en sus funciones por el Gobierno de Madrid, que no tenía ni la apariencia de un gobierno revolucionario. Un pequeño salto atrás más y la CNT llegaría al final de su cuesta abajo. Esa caída la retardaría yo tanto como me fuese posible”, escribió García Oliver.

El 4 de noviembre de 1936 asumió el cargo de Ministro de Justicia, al ingresar la CNT-FAI en el ejecutivo del Frente Popular (“creo que un anarquista puede seguir siéndolo al formar parte de un Gobierno, pues serlo o dejar de serlo dependerá de lo que llegue a realizar desde su puesto”).

En las memorias recuerda el contenido de los proyectos de ley elaborados por el Ministerio que dirigía: conceder a la mujer la plenitud de los derechos civiles, equiparándola en todo a los hombres; facilitar la adopción de niños huérfanos; y legalizar los matrimonios civiles celebrados al margen de toda autoridad reconocida como legal.

Asimismo decretos respecto a conceder la amnistía para toda clase de delitos comunes cometidos hasta el 15 de julio de 1936; crear campos de trabajo para los condenados fascistas; reformar los Tribunales Populares y reducir al máximo de 15 años las penas por delitos comunes.

“Desde un principio me propuse que la organización y funcionamiento de las Escuelas Populares de Guerra no se apartasen ni un ápice de la creada en Barcelona con arreglo a mis directrices”, explica en El eco de los pasos. Y el 23 de noviembre de 1936 representó al ejecutivo del Frente Popular en el funeral de Buenaventura Durruti, que se celebró en Barcelona (200.000 obreros en el cortejo); García Oliver estuvo flanqueado por Companys y el cónsul general de la URSS, Antónov-Ovséyenko.

Como consecuencia de la derrota en la guerra (1939), miles de republicanos atravesaron la frontera y Juan García Oliver fue uno de los españoles refugiados en París (“allí se restableció la vida oficial de la España republicana. Se integraron los comités, se pusieron en pie los gobiernos. Parte del Comité Nacional y del Comité Regional de Cataluña de la CNT se encontraban ya en la capital francesa (…)”.Durante la etapa del exilio –en los años 60- participó en la formación del grupo Defensa Interior (DI), de ideología libertaria, que promovió la lucha armada contra la dictadura franquista.

García Oliver estuvo exiliado en Suecia y finalmente en México, donde trabajó -como representante- en el área de anilinas (compuesto químico) de la multinacional británica Imperial Chemical Industries. Después de 25 años trabajando en este país, pudo contar –junto a su mujer Pilar- con una pequeña cuenta de ahorros. Y precisamente en el exilio mexicano falleció, a los 79 años.

Autor de Vivir la anarquía, vivir la utopía. José Peirats y la historia del anarcosindicalismo español (2016), Chris Ealham escribe el prólogo de El eco de los pasos en la edición de Virus. “Entre las muchas memorias ácratas publicadas y no publicadas, esta es una de las más importantes (…)”; “se trata de “la autobiografía de una figura histórica que sigue generando mucha polémica”, valora el hispanista. Y añade: “Como historia social que es, el libro expone y celebra la dimensión proletaria del movimiento libertario”.

Pero Chris Ealham también somete a crítica algunas afirmaciones de las memorias; por ejemplo, cuando se refieren a la participación de García Oliver en la delegación sindical textil que se trasladó a Madrid y entrevistó con el presidente del Gobierno, Eduardo Dato, asesinado a tiros en marzo de 2021 al regresar a su domicilio en el coche oficial.

García Oliver afirma en la autobiografía “que el viaje (de la delegación sindical) era una tapadera para recopilar información para planear el asesinato del presidente”, expone Ealham, “pero no facilita evidencia alguna sobre esto”.

El autor de La lucha por Barcelona. Clase, cultura y conflicto (1898-1937), Chris Ealhamestima, por otra parte, que la contribución de García Oliver es importante “cuando destruye el mito repetido hasta la saciedad por historiadores poco diligentes, que dicen que la FAI ‘tomó el poder’ dentro de la CNT entre 1932 y 1933”.

El historiador sintetiza de este modo, en el prólogo, la complejidad y “contradicciones” en la trayectoria militante del dirigente anarcosindicalista: “Cuando la revolución quedaba lejos, en 1931, se destacó por su postura radical e insurreccional y por su insistencia en la inmediatez. Y cuando la revolución se convirtió en una realidad en el verano de 1936, optó por el Frentepopulismo y la colaboración, una política que permitió la reconstrucción del Estado republicano que tan debilitado había quedado por el golpe militar”.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.