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Gaza: por qué no basta con un alto el fuego

Fuentes: CPDH/Electronic Intifada

Traducción para Rebelión de Loles Oliván.

La muerte y la destrucción que se está infligiendo en la Franja de Gaza es imposible de describir. Incluso estando aquí, en Gaza, es difícil entender siquiera lo que está ocurriendo. 

La semana pasada fuimos testigos de otro ataque contra un complejo de las Naciones Unidas en el que había refugiados civiles -17 muertos, 120 heridos- y de un ataque contra un mercado en Shujaiya durante las horas de lo que se suponía que era un alto el fuego: 18 muertos, casi 200 heridos.

Hoy [3/07/2014] en Rafah, Israel bombardeó otra escuela administrada por la UNRWA, la agencia de la ONU para los refugiados de Palestina, donde se habían refugiado miles de personas; diez fueron asesinadas. Incluso el Departamento de Estado de Estados Unidos ha emitido una excepcional condena a Israel en la que califica el ataque de «atroz» y «vergonzoso».

Esto es una pesadilla. Pero una pesadilla de la que solo nosotros sabemos que no podemos despertar.

La ilegal Doctrina Gaza   de Israel, consistente en convertir áreas densamente pobladas de civiles y sus hogares en objetivos militares está infligiendo un terror inenarrable.

Israel está castigando deliberadamente a la población civil con el fin de ejercer presión política sobre Hamas. Castiga colectivamente a los 1,8 millones de ciudadanos y ciudadanas de la Franja de Gaza. ¿Cómo si no se pueden explicar las estadísticas?

Las cifras más recientes recopiladas por el Centro Palestino para los Derechos Humanos (CPDH) indican que han sido asesinados 1.817 palestinos. De ellos, 1.545 -un increíble 85%- son civiles: las llamadas «personas protegidas» en el Derecho Internacional Humanitario.

Cientos de miles de civiles han sido desplazados. Se les ha ordenado que huyan sin que exista ningún lugar seguro a donde ir: los refugios de Naciones Unidas que albergaban refugiados han sido el blanco de ataques en reiteradas ocasiones. La Franja de Gaza está en ruinas. La destrucción de Shujaiya es difícil de comprender. Incluso se ha destruido la [única] planta de energía eléctrica. ¿Cómo van a funcionar nuestros hospitales? ¿Cómo van a operar los centros de tratamiento de aguas residuales? ¿Cómo vamos a tener acceso a agua potable?

Nuestras demandas

En medio de esta situación queremos que se ponga fin a la violencia. Queremos poner fin a este horror, a este sufrimiento. Han muerto demasiados niños y niñas. Los crímenes de guerra se han convertido en nuestra realidad cotidiana.

Pero no basta con un alto el fuego.

Exigimos justicia. Exigimos que se rindan cuentas. Exigimos ser tratados como seres humanos, que se reconozca la dignidad que nos es propia en tanto que seres humanos. Exigimos el fin del cierre de la Franja de Gaza.

Durante los últimos siete años Israel ha sometido a la Franja de Gaza a un estricto bloqueo. Al cerrar las fronteras, Israel ha asfixiado lentamente Gaza sometiéndonos a un proceso deliberado de desarrollo.

Antes de la actual ofensiva, el 65% de la población no recibía salario o estaba en paro. El 85% de la población dependía de la ayuda alimentaria distribuida por organizaciones internacionales. A los pacientes que requerían tratamientos médicos para salvar sus vidas que no estaban disponibles en la Franja de Gaza se les negaba el permiso de salida. Murieron.

La vida bajo el cierre no es vida. No podemos volver a esa realidad. No puedo imaginarme otros siete años más así. El cierre significa la falta de esperanza. Significa que los jóvenes de Gaza no tienen futuro. Ni trabajo. Ni oportunidad de irse. Ni siquiera podemos huir cuando la guerra estalla.

Pero el cierre no es más que la mitad de la realidad de la Franja de Gaza. La otra parte es la ausencia total del Estado de Derecho. [Israel] comete crímenes de guerra con total impunidad. El cierre, que es la piedra angular de la política oficial del gobierno de Israel, es de por sí un crimen de guerra.

Junto a ello están los ataques permanentes y las ofensivas recurrentes. Esta es la tercera gran ofensiva desde que comenzó el cierre. Literalmente miles de civiles han sido asesinados. Otros tantos miles de hogares y medios de subsistencia han sido destruidos.

Impunidad absoluta

Estos crímenes de guerra se cometen con total impunidad. Tras la Operación Plomo Fundido, la ofensiva que lanzó Israel desde el 27 de diciembre de 2008 al 18 de enero de 2009, el CPDH presentó 490 querellas en nombre de 1.046 víctimas. En los cinco años siguientes únicamente hemos recibido 44 respuestas. Las autoridades israelíes han decidido que 446 casos ni siquiera merecen contestación.

¿Los resultados?

Un soldado fue condenado por robar una tarjeta de crédito y recibió una sentencia de siete meses.

Dos soldados fueron condenados por utilizar a un niño de nueve años como escudo humano. Cada uno de ellos recibió una sentencia de tres meses de suspensión.

Un soldado fue condenado por «uso indebido de arma de fuego» en relación con el tiroteo contra un grupo de civiles que portaba banderas blancas y a consecuencia del cual dos mujeres fueron asesinadas. El soldado fue condenado a 45 días de prisión.

Esto no es justicia. El impacto de estos crímenes de guerra permanentes y la impunidad resultante niega nuestra propia dignidad, nuestra valía como seres humanos. Proclama que nuestras vidas no son sagradas. Que nosotros no contamos.

Frente a esta existencia, nuestras demandas no son excesivas. No son «poco realistas».

Queremos ser tratados como iguales. Queremos que nuestros derechos se respeten y se protejan. Pedimos que se aplique el Derecho Internacional a Israel y Palestina, a los israelíes y a los palestinos por igual. Que se cumpla la normativa del Derecho Internacional, y que se obligue a todos los responsables de violarla a rendir cuentas.

Pedimos que los presuntos crímenes de guerra sean investigados y los responsables procesados. ¿Es esto poco razonable?

Queremos que se ponga fin al bloqueo. La ilegalidad de la política israelí del cierre está fuera de cuestión. En una excepcional declaración pública del Comité Internacional de la Cruz Roja se declaraba explícitamente que la política de cierre de Israel constituye un castigo colectivo que viola el Derecho internacional. Las consecuencias de esta política son evidentes en la realidad de la Franja de Gaza.

Pedimos que se levante el bloqueo. Queremos tener la oportunidad de vivir una vida digna. ¿Es esto poco razonable?

Esto no son reclamaciones políticas. Se trata pedir que se nos trate como humanos.

Un alto el fuego no es suficiente. No pondrá fin al sufrimiento. Únicamente nos llevará del horror a la muerte por bombardeos al horror de la muerte por lenta estrangulación.

No podemos volver a ser prisioneros en una jaula que Israel zarandea cuando quiere mediante sus brutales y destructivas ofensivas. 

 

Rayi Surani, palestino de Gaza, dirige el Centro Palestino para los Derechos Humanos.

Fuente original: http://electronicintifada.us2.list-manage1.com/track/click?u=70effeb5f63e84ab0c0730984&id=306968438c&e=415c642d71