Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
BEIRUT – Mientras los europeos observan cómo el desastre humanitario en Gaza se desarrolla en las noticias vespertinas, muchos se preguntarán por qué esta crisis ha dejado a sus gobiernos andando a tientas en una semejante confusión mental aparente. La respuesta es que es el resultado de políticas que tiran en direcciones opuestas – de una aguda irreconciliabilidad al centro de sus decisiones políticas.
Lo que ha sucedido en Gaza era perfectamente previsible. Unos pocos israelíes anunciaron con antelación la crisis que venía, pero el llamado de la «gran narrativa» – de una lucha global entre «moderados» y «extremistas» – dominó por sobre sus advertencias al electorado israelí.
La tesis de que literalmente había que hacerlo «todo» para llevar a los «moderados» al poder, o para impedir que perdieran el poder – eufemísticamente llamado «apoyo a la moderación» – se encuentra al centro de la crisis de Gaza.
Es una narrativa que ha servido los intereses más amplios de Israel de conseguir legitimidad para su campaña contra Irán – y de crear la dicotomía entre «moderados» occidentalizados y «extremistas» islamistas.
El ex primer ministro británico, y actual enviado para Oriente Próximo del grupo del Cuarteto de Naciones Unidas, Tony Blair, en su trabajo de proselitismo por el mundo sobre este tema ha sido un inmenso recurso para un Israel que aspira a convertirse en un miembro dirigente del bloque «moderado», en lugar de una isla aislada en un Oriente Próximo cada vez más islamista. Pero los intentos de Blair y de otros miembros del Cuarteto de encajar ese modelo mecánico simplista sobre un complejo Oriente Próximo, que enfrenta múltiples luchas, ha reducido la crisis palestina a no ser más que un peón en un ‘juego’ mayor de la lucha global existencial contra el «extremismo».
Pero semejantes modelos, otrora aceptados generalmente, imponen una interpretación determinista que puede cegar a sus propugnadores ante los resultados de una conceptualización tan estrecha y rígida: un Hamas humillado era visto como un golpe contra Hezbolá, que por su parte representaba un golpe para Siria, que debilitaba a Irán – todo lo cual fortalece a los «moderados» y hace más seguro Israel.
Sigue siendo extremadamente improbable que esa forma de pensar logre algo que se aproxime a ese resultado; pero su precio – Hamas marcado claramente y ahora atacado como parte de esas fuerzas globales del «extremismo» – ha sido el embargo sobre la posibilidad de cualquier solución a la disputa israelí-palestina.
La aquiescencia europea a esa visión blairita de oprimir y humillar a Hamas ha contribuido directamente al baño de sangre que se ve hoy en las calles de Gaza. Los dirigentes europeos son cómplices en la creación de las circunstancias que llevaron al actual desastre.
A un nivel, los europeos podrán decir que han estado trabajando diligentemente en la busca de una solución israelí-palestina, pero sus acciones sugieren lo contrario – que han estado más preocupados de poner fuera de combate al campo del «extremismo» global. La busca de fines tan irreconciliables sólo ha logrado despojar a su protegido, el presidente palestino Mahmud Abbas de toda legitimidad popular y cerrar el camino a la participación política a Hamas.
Han destruido toda esperanza de lograr un mandato palestino genuinamente nacional para cualquier solución política por el futuro previsible. La «ingeniería social» europea en Gaza ha creado sólo una profunda división entre palestinos, y posiblemente haya puesto fuera de alcance un Estado palestino.
Los dirigentes europeos apoyaron esta estrategia, esperando una componenda rápida y secreta con Abbas que luego podría ser «impuesta» a los palestinos mediante una fuerza multinacional de «mantenimiento de la paz.»
Esto debía lograrse con la colaboración de Egipto y Arabia Saudí que sentían más temor ante el desafío dentro de su propio electorado interior y que no veían desfavorablemente que los israelíes arrinconaran y «castigaran» a Hamas en Gaza. La primera etapa era debilitar a Hamas; la segunda era insertar una fuerza armada internacional en Gaza; y la tercera era que las fuerzas especiales de Abbas, entrenadas por Gran Bretaña y EE.UU., volvieran a Gaza y reanudaran el control de la Franja de Gaza. Es una técnica colonial
corriente.
Cualquier psicólogo, sin embargo, podría haber aconsejado a los responsables políticos europeos y estadounidenses que poner «a dieta» a un millón y medio de palestinos, como lo describió un ex jefe de estado mayor israelí al primer ministro de ese país, y destruir todos los planes y esperanzas que pudieran haber tenido para sus futuros, no lleva a que los seres humanos sean más dóciles o más moderados. Después de un tiempo en la olla a presión de Gaza, la cólera y la desesperación hierven: Gaza estaba lista para
estallar en última instancia – de una u otra manera.
Mientras presionaban a Gaza hasta llevarla a la desesperación en la esperanza de que sus habitantes se volvieran contra Hamas, Gran Bretaña y EE.UU. se ocuparon de entrenar una milicia de «fuerzas especiales» palestina alrededor Abbas. La fuerza fue utilizada para reprimir la actividad política de Hamas en Cisjordania y para clausurar organizaciones de asistencia y sociales que no estaban alineadas directamente con Abbas. Una política de «limpieza» política de Cisjordania, disfrazada bajo la retórica de «edificar instituciones de seguridad», fue enfrentada previsiblemente por una reacción en sentido opuesto de Hamas en Gaza – exacerbando las divisiones palestinas.
Este, por lo tanto, es el telón de fondo ante el cual Hamas decidió rechazar un nuevo alto al fuego. Simplemente no era factible permanecer pasivos y arrinconados mientras los palestinos en Gaza eran empobrecidos y desesperanzados en un alto al fuego ampliado, y contemplar cómo proseguía la limpieza política anglo-estadounidense en Cisjordania. La política europea no llevaba a una solución política, estaba fija en un curso de autodestrucción en Gaza y Cisjordania.
Incluso como consecuencia de este desastre humanitario, los mediadores europeos parecen estar más preocupados con la guerra global de «moderados» contra «extremistas» que de lograr una solución. Blair argumentó en la televisión israelí que la prioridad debe ser que se asegure que las armas no puedan seguir llegando a Hamas a través de los túneles de contrabando – o la matanza continuará.
Esto es dicho, sin embargo, exactamente al mismo tiempo que funcionarios israelíes informaban a periodistas que el ejército comenzó la planificación, el entrenamiento y la adquisición de las nuevas armas de EE.UU. para este ataque – incluso cuando los términos del anterior cese al fuego todavía no habían sido acordados con Hamas.
El control que ejerce esta manera de pensar de moderados-y-extremistas sobre europeos y estadounidenses sugiere que los europeos aprobarán objetivos de cese al fuego que se proponen debilitar todo futuro político de Hamas. El conflicto parece condenado a continuar, pero los delineamientos de un nuevo cese al fuego están actualmente disponibles si alguien decide impulsarlos.
Los cruces de la frontera deben ser totalmente abiertos y la vida de los gazanos debe volver a la normalidad. Sobre esta base, un cese al fuego estable puede ser acordado. La unidad palestina será lograda sólo abriendo instituciones palestinas dirigentes, incluyendo la Organización por la Liberación de Palestina, a reformas radicales que las hagan genuinamente representativas del pueblo palestino – y no mediante la limpieza política de Hamas de la arena política.
Repetidos intentos occidentales de fijar un modelo que ha malentendido persistentemente dónde reside el verdadero riesgo del extremismo en el islamismo, y que ha presentado a los inmoderados como moderados, ha servido hasta ahora sólo para avivar los fuegos del extremismo, en lugar de extinguirlos.
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Alastair Crooke es codirector de Conflicts Forum. Fue anteriormente mediador de la UE con Hamas y otros movimientos islamistas y es autor de «Resistance: The Essence of the Islamist Revolution» que será publicado en el Reino Unido en febrero y en EE.UU. en marzo de 2009.
(Copyright 2009 Alastair Crooke.)