Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
En este mismo medio afirmé no hace mucho tiempo que Israel está llevando a cabo políticas genocidas [1]. Dudé mucho antes de utilizar este término con connotaciones tan fuertes y, sin embargo, decidí adoptarlo. Es más, las respuestas que recibí, incluyendo las de algunos destacados activistas de derechos humanos, indicaban un cierto malestar en relación al uso de este término. Me inclinaba a volver a pensar el término, pero lo he vuelto a utilizar hoy con una convicción aún más firme: es la única forma apropiada de describir lo que el ejército israelí esta haciendo en Gaza.
El 28 de diciembre de 2006 la organización israelí de derechos humanos B’Tselem publicó su informe anual acerca de las atrocidades cometidas por los israelíes en los territorios ocupados. En este último año el ejército israelí ha matado a seiscientos sesenta ciudadanos [palestinos]. El número de palestinos que Israel mató el año pasado es el triple respecto a los años anteriores (unos doscientos). Según B’Tselem, el año pasado los israelíes mataron a ciento cuarenta niños. La mayoría de los muertos eran de Gaza, donde el ejército israelí demolió casi trescientas casas y asesinó a familias enteras. Esto significa que desde el año 2000 el ejército israelí ha matado a casi cuatro mil palestinos, la mitad de ellos niños; más de veinte mil resultaron heridos.
B’Tselem es una organización conservadora y las cifras pueden ser mayores. Pero la cuestión no es simplemente que haya aumentado el número de asesinatos intencionados, es la tendencia y la estrategia. Con el inicio de 2007 los políticos israelíes se enfrentan a dos realidades muy diferentes en Cisjordania y Gaza. En la primera están más cerca que nunca de terminar la construcción de su frontera oriental. Ha acabado su debate ideológico interno y su plan matriz de anexionarse la mitad de Cisjordania se está llevando a cabo a una velocidad cada vez mayor. La última fase se retrasó debido a la promesa hecha por Israel, según la Hoja de Ruta, de no construir nuevos asentamientos. Israel encontró dos modos de burlar esta supuesta prohibición. En primer lugar, definió una tercera parte de Cisjordania como Gran Jerusalén, lo que le permitió construir ciudades y centros sociales dentro de esta nueva zona anexionada. En segundo lugar, expandió viejos asentamientos hasta unas dimensiones tales que ya no era necesario construir otros nuevos. Esta tendencia recibió un empuje adicional en 2006 (se instalaron cientos de caravanas para marcar el límite de las expansiones, se llevaron a cabo los planes de urbanismo para las nuevas ciudades y barrios, se completó el sistema de apartheid de carreteras de circunvalación y autopistas [2]). En total, los asentamientos, las bases del ejército, las carreteras y el Muro permitirán a Israel anexionarse casi la mitad de Cisjordania para 2010. Dentro de estos territorios habrá una cantidad considerable de palestinos, contra los que las autoridades israelíes seguirán implementando lentas y crecientes políticas de transfer – un tema demasiado aburrido para que los medios occidentales se molesten en él y demasiado elusivo para que las organizaciones de derechos humanos se preocupen por él. No hay prisa; por lo que se refiere a los israelíes, tiene el control de la situación ahí: los variados mecanismos cotidianos, abusivos y deshumanizadores, del ejército y la burocracia contribuyen tan eficazmente como siempre al proceso de desposesión.
Todos en el gobierno, desde el Partido Laborista a Kadima aceptan la idea estratégica de Ariel Sharon de que esta política es mucho mejor que la ofrecida por los categóricos ‘transferistas’ o limpiadores étnicos, como la defendida por Avigdor Liberman. También son eficaces los petit (sic) crímenes del terrorismo de Estado ya que permiten a los sionistas liberales de todo el mundo condenar tenuemente a Israel y aún calificar de anti-semitismo a cualquier crítica genuina de las políticas criminales de Israel.
Por otra parte, todavía no hay una clara estrategia para Gaza; pero cotidianamente se experimenta con una. A los ojos de los israelíes, Gaza es una entidad geopolítica muy diferente de la de Cisjordania. Hamas controla Gaza, mientras que Abu Mazen parece gobernar la fragmentada Cisjordania con la bendición israelí y estadounidense. En Gaza no hay un pedazo de tierra que Israel codicie y no hay un interior, como Jordania, a donde se pueda expulsar a los palestinos de Gaza. La limpieza étnica ahí no es eficaz.
La anterior estrategia en Gaza fue convertirla en un ghetto, pero esta estrategia no funciona. La comunidad convertida en ghetto sigue expresando su voluntad de vivir lanzando primitivos misiles dentro de Israel. Convertir a las comunidades no deseadas en ghettos o ponerlas en cuarentena, incluso si se consideraban sub-humanas o peligrosas, nunca ha funcionado en la historia como una solución. Los judíos lo saben muy bien por su propia historia. En el pasado las etapas siguientes contra estas comunidades fueron aún más horribles y brutales. Resulta difícil decir qué futuro espera a la población de Gaza, convertida en un ghetto, sometida a cuarentena, no deseada y demonizada. ¿Será una repetición de ominosos ejemplos históricos o todavía es posible un destino mejor?
Crear una prisión y arrojar su llave al mar, como lo describió el Relator Especial de Naciones Unidas, John Dugard, era una opción contra la que reaccionaron con fuerza los palestinos de Gaza ya desde septiembre de 2005. Como mínimo estaban decididos a demostrar que todavía formaban parte de Cisjordania y de Palestina. En aquel mes lanzaron en el Negev occidental la primera andanada de misiles significativo, en número que no en calidad. El bombardeo era una respuesta a una campaña israelí de detenciones masivas de activistas de Hamas y de la Jihad Islámica en la zona de Tulkarem. Los israelíes respondieron con la operación ‘Primera Lluvia’. Vale le pena detenerse un momento en la naturaleza de esa operación. Se inspiraba en las medidas de castigo infligidas primero por los poderes coloniales y después por las dictaduras contra comunidades rebeldes prisioneras o desterradas. Todo tipo de castigos colectivos y brutales va precedido de una aterradora muestra del poder del enemigo para intimidar y acaba con un gran número de muertos y heridos entre las víctimas. En [la operación] ‘Primera Lluvia’ aviones supersónicos sobrevolaron Gaza para aterrorizar a toda la población y fueron seguidos de densos bombardeos de vastas zonas por mar, cielo y tierra. Según explicó el ejército israelí, su lógica era presionar para debilitar el apoyo de la población de Gaza al quienes lanzaban los cohetes. Tal como se esperaba, también por parte de Israel, la operación no hizo sino incrementar el apoyo a estos y alentó sus siguientes intentos [de lanzamiento]. El propósito real de esta particular operación era experimental. Los generales israelíes querían saber cómo serían recibidas estas operaciones en casa, en la zona y en el mundo. Y parece que la respuesta inmediata fue ‘muy bien’; a saber, a nadie le interesó la veintena de palestinos muertos y los cientos de heridos que quedaron una vez que amainó la ‘Primera Lluvia’.
Y de ahí que desde [la operación] ‘Primera Lluvia’ y hasta junio de 2006, todas las siguientes operaciones se modelaran de forma similar. La diferencia estaba en su intensidad: mayor potencia de fuego, más bajas y más daño colateral, y, tal como se esperaba, más misiles Qassam como respuesta. Las medidas que las acompañaron en 2006 fueron más formas siniestras de asegurar el total encarcelamiento del pueblo de Gaza por medio del boicot y del bloqueo, con los que todavía colabora de manera vergonzosa la Unión Europea.
La captura [del soldado israelí] Gilad Shalit en junio de 2006 era irrelevante en el esquema general de las cosas, pero, con todo, dio una oportunidad a los israelíes para intensificar aún más los componentes de las misiones tácticas y supuestamente punitivas. Después de todo, seguía sin haber una estrategia tras la decisión táctica de Ariel Sharon de sacar [de Gaza] a 8.000 colonos cuya presencia complicaba las misiones ‘punitivas’ y cuyo desalojo casi lo convirtió en candidato del Premio Nobel de la Paz. Desde entonces, las acciones ‘punitivas’ continúan y ellas mismas se convierten en una estrategia.
Al ejercito israelí le encantan las puestas en escena y, por lo tanto, intensificó también el lenguaje. [La operación] ‘Primera Lluvia’ fue sustituida por ‘Lluvias de Verano’, un nombre general que se le dio a las operaciones ‘punitivas’ desde junio de 2006 (en un país donde no llueve en verano, la única precipitación que se puede esperar es la lluvia de las bombas y metralla de los F-16 que hieren al pueblo de Gaza).
‘Lluvias de Verano’ trajo un componente novedoso: la invasión por tierra de partes de Gaza. Esto permitió al ejército matar de forma aún más eficaz a más ciudadanos y presentarlo como la consecuencia de duros enfrentamientos en zonas densamente pobladas, un inevitable resultado de las circunstancias y no de la política israelí. Con el final del verano llegó la operación ‘Nubes de Otoño’ que fue aún más eficaz: el 1 de noviembre de 2006, en menos de 48 horas, los israelíes mataron a setenta civiles; a finales de mes, junto con otras mini operaciones murieron casi doscientos palestinos, la mitad de ellos mujeres y niños. Como se puede ver por las fechas, parte de esta actividad fue paralela a los ataques de Israel contra Líbano, lo que hizo más fácil completar las operaciones sin demasiada atención externa y para qué hablar de críticas.
De ‘Primera Lluvia’ a ‘Nubes de Otoño’ se puede ver la escalada en cada uno de susu parámetros. El primero es la desaparición de la distinción entre objetivos civiles y no-civiles: la matanza indiscriminada ha convertido a la población en general en el principal objetivo de las operaciones del ejército. El segundo es la escalada en los medios: el uso de cada posible máquina de matar que posee el ejército israelí. Tercero, la escalada es evidente en el número de víctimas: con cada operación y cada futura operación, un número mucho mayor de personas tiene posibilidades de morir y de resultar herida. Por último, y lo mas importante, las operaciones se convierten en una estrategia – la manera como Israel piensa resolver el problema de Gaza.
Un creciente transfer en Cisjordania y una moderada política genocida en Gaza son dos estrategias que hoy emplea Israel. Desde un punto de vista electoral, el que es problemático en Gaza ya que no cosecha ningún resultado tangible la Cisjordania bajo Abu Mazen está cediendo a la presión israelí y no hay ninguna fuerza significativa que detenga la estrategia israelí de anexión y desposesión. Pero Gaza sigue contestando con disparos. Por una parte, esto permitiría al ejército israelí iniciar más operaciones genocidas masivas en el futuro. Pero, por otra parte, también existe el gran peligro, como ocurrió en 1948, de que el ejército pida unas acciones colaterales más drásticas y sistemáticamente ‘punitivas’ contra el sitiado pueblo de Gaza.
Irónicamente, la máquina de matar israelí ha descansado últimamente. Ni siquiera un número relativamente grande de misiles Qassam, incluyendo uno o dos bastante mortíferos, hizo que el ejército actuará. Aunque el portavoz del ejército dice que esto es muestra de ‘contención’, nunca lo fue en el pasado y no es probable que lo sea en el futuro. El ejército descansa mientras sus generales están contentos con las matanzas internas que hacen estragos en Gaza y hacen el trabajo por ellos. Observan con satisfacción la emergente guerra civil en Gaza, que Israel fomenta y alienta. Desde el punto de vista israelí realmente no importa cómo se vaya a reducir el tamaño de la población de Gaza, ya sea por asesinatos internos o israelíes. Los propios grupos palestinos, por supuesto, son responsables de acabar con sus luchas internas, pero las interferencias estadounidenses e israelíes, el continuo encarcelamiento, el hambre el estrangulamiento de Gaza son todos ellos factores que hacen muy difícil este proceso de paz interno. Pero pronto se producirá y entonces, con el primer signo temprano de que amaina, las ‘Lluvias de Verano’ volverán a caer sobre el pueblo de Gaza, sembrando la destrucción y la muerte.
Y uno nunca debería cansarse de exponer las inevitables conclusiones políticas de esta funesta realidad del año que dejamos atrás y frente al que nos espera. Sigue sin haber otra manera de detener a Israel que el boicot, la desinversión y las sanciones. Debemos apoyarlo clara, abierta, incondicionalmente, a pesar de lo que nos digan los gurús de nuestro mundo acerca de la eficacia o raison d’etre de estas acciones. Naciones Unidas no intervendría en Gaza como hace en África; premios Nobel no apoyarían la defensa de esta campaña como lo hacen por causas en el sudeste de Asia. La cantidad de muertos allí [en Palestina] no deja estupefacto como en lo que se refiere a otras calamidades y no es una historia nueva — es peligrosamente vieja e inquietante. El único punto débil de esta máquina de matar es sus líneas de oxigeno [que lo unen] con la civilización y opinión pública ‘occidentales’. Todavía es posible reventarlas y, al menos, hacer que a Israel le resulte más difícil implementar su futura estrategia de eliminación del pueblo palestino ya sea haciendo una limpieza étnica en Cisjordania o un genocidio con ellos en Gaza.
Ilan Pappe es profesor del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Haifa y presidente del Instituto Emil Touma de Estudios Palestinos de Haifa. Entre sus libros están The Making of the Arab-Israeli Conflict (Londres y Nueva York, 1992), The Israel/Palestine Question (Londres y Nueva York, 1999), A History of Modern Palestine (Cambridge 2003), The Modern Middle East (Londres y Nueva York, 2005) y el último Ethnic Cleansing of Palestine (2006).
Enlace con el original http://electronicintifada.net/v2/article6374.shtml
[1] En un artículo publicado en Electronic Intifada, http://electronicintifada.net/v2/article5656.shtml y traducido para Rebelión por Chelo Ramos, Genocidio en Gaza , http://www.rebelion.org/noticia.php?id=37450
[2] Se refiere a la red de carreteras y autopistas que unen los distintos asentamientos que son exclusivas para los israelíes y cuya construcción se hace en tierra palestina. [N. de la t.]