Murió en los Estados Unidos, en la ciudad de Baltimore el 19 de junio de 2009, el economista italiano Giovanni Arrighi, que fue profesor en los últimos años de su vida en la Universidad Johns Hopkins. Arrighi nació en Milán, en 1937, estudió en la Universidad de Bocconi, y en la década de 1960, participó […]
Murió en los Estados Unidos, en la ciudad de Baltimore el 19 de junio de 2009, el economista italiano Giovanni Arrighi, que fue profesor en los últimos años de su vida en la Universidad Johns Hopkins. Arrighi nació en Milán, en 1937, estudió en la Universidad de Bocconi, y en la década de 1960, participó de la generación de científicos sociales europeos y norteamericanos que trabajaron en África y se dedicaron al estudio del desarrollo económico en países de la periferia capitalista. De vuelta a Italia, en la década de los 70, y después en los Estados Unidos, a partir de los años 80, Giovanni Arrighi dedicó casi tres décadas de su vida intelectual al estudio de la «crisis de la hegemonía norteamericana» de los años 70, y de las transformaciones económicas y políticas mundiales de las décadas siguientes, que pasaron por la expansión vertiginosa de China y de gran parte de Asia, y llegaron hasta la crisis financiera de 2008.
Poco a poco, Arrighi cambió su preocupación teórica del tema del crecimiento económico de los países periféricos y atrasados, hacia el estudio más amplio del desarrollo histórico del capitalismo y del «sistema mundial moderno», que se formó, expandió y consolidó a partir de Europa, desde el siglo XVI. Marx tuvo una presencia decisiva en la formación de pensamiento de Giovanni Arrighi, pero su extensa investigación sobre los ciclos y las crisis económicas y políticas de la historia capitalista partió de otro lado, de tres tesis «heterodoxas» del historiador francés Fernand Braudel. Según Braudel, el capitalismo no es igual a la economía de mercado, por el contrario, es el «anti-mercado», y el secreto de su crecimiento continuo son los «beneficios extraordinarios» de los «grandes predadores» que no se comportan como el empresario típico-ideal de la teoría económica convencional. En segundo lugar, para Braudel, la fuerza originaria del capitalismo no vino de la extracción de la plusvalía de los trabajadores, vino de la asociación entre los «príncipes» y los «banqueros» europeos, que se consolida mucho antes del siglo XVI. Y finalmente, siempre según Braudel, todos los grandes ciclos de expansión del capitalismo llegan a una fase «otoñal», donde las finanzas sustituyen a la actividad productiva, en el liderazgo de la producción de la riqueza.
Giovanni Arrighi parte de estas tres ideas básicas y formula su propia teoría, en su admirable libro «El largo siglo veinte», publicado en 1994. Allí él desenvuelve, de forma más acabada, sus propias tesis sobre el papel de la competencia estatal y de la competencia capitalista en el desarrollo de la historia moderna. Una sucesión de ciclos de acumulación económica, liderados por una sucesión de potencias hegemónicas que mantuvieron el orden político y el funcionamiento de la economía mundial, gracias a su capacidad creciente de proyectar su poder nacional sobre un espacio cada vez más global: Holanda, en el siglo XVII, Gran Bretaña, en el siglo XIX y los Estados Unidos en el siglo XX.
Según Arrighi, entretanto, estas sucesivas «situaciones hegemónicas» no suspenden los procesos de competición y centralización del capital y del poder, responsables de la repetición periódica de grandes crisis y largos períodos de transición y reorganización de la base productiva, así como del cambio en el liderazgo mundial del sistema. Desde el punto de vista estrictamente económico, cada uno de estos grandes ciclos de acumulación, siguió una alternancia regular, de épocas de expansión material con épocas de gran expansión financiera. En los periodos «productivos» el capital monetario pone en movimiento una masa creciente de productos; en el segundo período, mientras tanto, el capital se libera de su «compromiso» con la producción y se acumula – predominantemente – bajo la forma financiera. Durante esta segunda fase, según Arrighi, es cuando se acelera la formación de las estructuras y de las estrategias de los Estados y de los capitales que deberán suceder al antiguo hegemón y asumir el comando del proceso de acumulación económica de allí hacia adelante, dando curso al movimiento continuo de internacionalización de las estructuras e instituciones capitalistas.
Para Giovanni Arrighi, el concepto de «hegemonía mundial» se refiere a la capacidad de un Estado de liderar, más que dominar, el sistema político y económico mundial formado por los Estados soberanos y sus economías nacionales. Y las «crisis de hegemonía» que se sucederán a través de la historia, son rupturas y cambios de rumbo en el liderazgo, anunciadas por las «expansiones financieras», pero también, por la intensificación de la competencia estatal; por la escalada de los conflictos sociales y coloniales o civilizatorios; y por la emergencia de nuevas configuraciones de poder capaces de desafiar y superar al antiguo Estado hegemónico. Son crisis que no ocurren de repente, ni de una sola vez. Por el contrario, aparecen separadas en el tiempo, primero en la forma de una «crisis inicial», y después de algunas décadas en la forma de una gran «crisis terminal», cuando entonces ya existiría el nuevo «bloque de poder y capital», capaz de reorganizar el sistema y liderar a su nuevo ciclo productivo. Entre estas dos crisis, es cuando la expansión material da lugar a «momentos maravillosos» de acumulación de la riqueza financiera, como ocurrió al finalizar el siglo XIX, y ahora nuevamente, en el final del siglo XX.
Giovanni Arrighi concluyó su extensa investigación histórica con la certeza de que la «crisis inicial» de la hegemonía norteamericana comenzó en la década de 1970, y que su «crisis terminal» está en pleno curso, en este inicio del siglo XXI, cuando ya se anuncia un nuevo ciclo de acumulación capitalista liderado por uno o por varios países asiáticos.
La teoría de las previsiones históricas de Giovanni Arrighi, puede ser criticada, desde varios puntos de vista. Pero existe una virtud en su obra que trasciende todas las críticas: Arrighi fue uno de los raros economistas de su generación que resistió la tendencia dominante del pensamiento académico del final del siglo XX, las pequeñas narrativas y la construcción de modelos formales inocuos. Del punto de vista teórico, Giovanni Arrighi, fue un «heterodoxo», que supo retomar con creatividad la tradición de la gran teoría social de los siglos XIX y XX, de Marx, Weber, Schumpeter y Braudel, para estudiar las «ondas largas» económicas y políticas del capitalismo. Su osadía intelectual merece reconocimiento y homenaje en un tiempo de mezquindades y de gran pobreza de ideas.
José Luis Fiori es miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO .
Traducción para www.sinpermiso.info : Carlos Abel Suárez
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