Traducido para Rebelión por Daniel Escribano
Aún no hemos leído titulares así. Y aunque los haya, acaso no serán tan claros ni será el titular que más se escriba. Pero hay en Turquía un golpe de Estado en marcha, ya que se ha dado el paso más importante para ilegalizar al partido en el poder y que tiene mayoría en el Parlamento: el Tribunal Constitucional turco ha abierto el proceso contra el Partido por la Justicia y el Desarrollo (AKP) «porque ha actuado en contra de la Constitución laica». Abrir el proceso contra el partido y 70 de sus dirigentes ─entre ellos el primer ministro Recep Tayyip Erdogan─ ha sido una decisión unánime del Constitucional. También juzgarán al presidente Addullah Gul, a pesar de que la decisión de llevarlo a los tribunales no haya sido unánime.
Quitarán del poder, por tanto, al partido islamista moderado de Turquía. Será mediante el Tribunal Constitucional, pero es evidente que detrás está el ejército turco, el fiel guardián de la Constitución laica y de la herencia de Ataturk. Como es evidente que en Turquía no se toman decisiones de estado sin la aprobación de la cúpula del ejército; más aún, que las decisiones de Estado se toman por orden de ella. Es también evidente que en Europa no será bienvenida la ilegalización de AKP. ¿Qué harán, empero? Si en la Unión se ilegalizan partidos en nombre del Estado de derecho, ¿cómo pueden impedírselo a un país que está fuera de la Unión? Y en Turquía no se andan con disimulos: han dicho una y otra vez que tienen como modelo a seguir la Ley de partidos española.
Berria, 1 de abril de 2008
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