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Guanyem València: La responsabilidad de la confluencia

Fuentes: Rebelión

Desde posiciones reaccionarias es muy frecuente que apelar a la «responsabilidad individual» a la hora de proponer explicaciones y buscar alternativas a diferentes problemáticas sociales. A poco que se examinen con detalle estos discursos, se llega sin dificultad a la conclusión de que no son discursos ni explicativos ni transformadores, sino que son discursos meramente […]

Desde posiciones reaccionarias es muy frecuente que apelar a la «responsabilidad individual» a la hora de proponer explicaciones y buscar alternativas a diferentes problemáticas sociales. A poco que se examinen con detalle estos discursos, se llega sin dificultad a la conclusión de que no son discursos ni explicativos ni transformadores, sino que son discursos meramente justificativos. Se trata con ellos de justificar, de hacer pasar por aceptable lo inaceptable, trasladando el foco del problema a un punto en el que resulta insoluble, manteniendo inalterada la injusticia que está en la base de los males que atormentan al pueblo: paro, precariedad, exclusión, desahucios…

Frente a estos discursos paralizantes y dirigidos, en la sociedad se están construyendo nuevos espacios de participación, basados en una lectura de la realidad que rompe con las dinámicas de la sumisión y el abatimiento a los que empuja un enfoque perverso de la responsabilidad individual. Esta construcción no renuncia, por supuesto a lo que tiene de ejercicio de la libertad individual y de la propia responsabilidad el hecho de tomar conciencia ante un problema social; pero frente a una visión paralizante e individualista opta por una elaboración colectiva de la explicación de las causas y de la construcción de alternativas. Este es el fenómeno que se conoce como Movimientos Sociales . Esta denominación abarca, como es sabido, modos de trabajo absolutamente diversos y ámbitos de lo más variado, que van desde la problemática de un barrio concreto a organizaciones cuyo ámbito alcanza todo el Estado. Cuando los movimientos sociales han trabajado por un objetivo compartido, esta diversidad ha sido una de sus fuerzas.

En contra del entorno, pero no en contra de todos los pronósticos, sectores sociales cada vez más amplios han adquirido una fuerza cada vez mayor y un eco cada vez más fuerte, incluso en aquellos sectores de la sociedad todavía no movilizados. Este año, con las Marchas de la Dignidad, se vivió en todo el estado un movimiento que culminó en una de las más grandes movilizaciones que haya conocido nuestro país, organizada y puesta en pie desde los movimientos sociales, en cooperación con el sindicalismo alternativo y las fuerzas políticas transformadoras. Esta movilización ha hecho visible en los caminos y en las calles la fuerza de una sociedad que está por la ruptura democrática.

Con este bagaje y este vigor es posible ir un paso más, y en este momento este paso más consiste en participar en los diferentes procesos de confluencia. La responsabilidad nos lleva a no dejar pasar el momento histórico. El régimen se desmorona, y la exarcebación represiva y antidemocrática es una muestra de esta debacle. Por ello, es el momento de comenzar a construir, colectivamente, más allá de las peculiaridades de cada organización, un nuevo espacio político. La construcción de este espacio político se tiene que hacer con la vocación de sumar fuerzas, y la forma de conseguirlo es centrándose en un trabajo programático colaborativo y abierto. Este espacio, se construye con la finalidad de sumar fuerzas y de construir alternativas, y esta construcción ha de comenzar, como no puede ser de otra forma, por abrir el debate sobre un programa compartido, construido colectivamente y que responda a las demandas de esta situación de emergencia social.

El régimen, en su última jugada a la desesperada, apuesta por nuestra incapacidad para unirnos, sabiendo que nuestro compromiso con las ideas que cada colectivo defendemos, en muchas ocasiones, supone una dificultad para articular propuestas de unidad, frente a la complicidad en intereses oscuros que suele engrasar las más sorprendentes alianzas del adversario. Esto explica la adopción de medidas tan brutalmente antidemocráticas como la modificación del mecanismo de elección de Alcaldes. Es por eso, que debemos ser responsables y sosegados, pero también firmes en nuestros propósitos, que no debe ser otros que sacudirnos el yugo de la represión económica, social y política que nos somete. Guanyem València es una forma de impulsar y propiciar un necesario proceso de confluencia en el que la diferencia de ideas y visiones ha de enriquecer el programa y no funcionar como una cuña que rompa la necesaria unión ante algo que, si lo llamamos adversidad, es utilizar un eufemismo. En este momento a todos nos incumbe la responsabilidad, personal y colectiva, de poner por encima de los intereses particulares y organizativos el interés de la sociedad, y demostraremos que también en esto somos diferentes a ellos.

Jose Antonio Benzal. Licenciado en Derecho. Miembro del Frente Cívico Somos Mayoría de Valencia.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.