Israel demostró una vez más lo mejor que sabe hacer, asesinar y luego culpar al asesinado por su asesinato. Pero esta vez no hay excusa posible para que la opinión pública internacional y los principales dirigentes del mundo, que hasta ahora apoyan incondicionalmente el régimen sionista, continúen mirando hacia otro lado y negando una dramática […]
Israel demostró una vez más lo mejor que sabe hacer, asesinar y luego culpar al asesinado por su asesinato. Pero esta vez no hay excusa posible para que la opinión pública internacional y los principales dirigentes del mundo, que hasta ahora apoyan incondicionalmente el régimen sionista, continúen mirando hacia otro lado y negando una dramática realidad que apunta a conmover los cimientos del pensamiento de cualquier habitante con criterio propio de este planeta. El peligro que Israel representa nos puede llegar muy cerquita de nosotros, al lado, si no manifestamos claramente de qué vereda estamos. Por esto mismo no existe una postura clara de la llamada izquierda israelí, porque continúa sosteniendo un Estado, el que ellos piensan legítimo, cuando en realidad, en el planteo mismo del sionismo están las semillas de su destrucción. Es lamentable ver a esos sectores cuánta energía gastan manifestándose por la paz, sin comprender que están insertos en un Estado construido a base de mentiras, manipulación de los hechos y ¡de la historia!
Así como Israel y sus aliados incondicionales se niegan a formar parte del derecho jurídico internacional, también se niegan a integrar a las comunidades judías de diferentes partes del mundo, dentro de la historia universal, y para justificar ese Estado pirata y ladrón -no me voy a andar ahora cuidando de mis palabras- deben aislar su historia y considerar único su sufrimiento y epopeyas. Hoy más que nunca Israel, con tal de continuar este camino trazado, defendiendo lo indefendible, coloca al mundo de buena voluntad y de intenciones justas en estado de peligro ético, moral y físico.
¿A cuántos Chomskys más, a cuántos Finkelsteins más, a cuántas flotas solidarias más deberá Israel destruir y echar para que la opinión pública y el orden jurídico internacional mundial pongan límites claros, aíslen a ese Estado como a un enfermo grave que deberá reparar todo el daño causado y comenzar a entonar sones de justicia e igualdad de seres humanos, derechos y deberes, antes de cacarear basado en el poderío de su arsenal armamentístico? Ah! y la religión… es privativa de cada ser humano con su conciencia, a menos que quieran ser iguales que Irán y crear ¡una república fundamentalista judía! Y el que no pertenezca, afuera, bajo el garrote vil de sus soldaditos cubiertos de plomo.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
rCR