En enero, la victoria electoral de Hamas fue un plebiscito contra el gobierno de Mahmud Abbas. Desde la época de Yasser Arafat, las instituciones de la ANP (Administración Nacional Palestina) son dominadas por una burguesía entreguista y corrupta, que embolsa la «ayuda humanitaria» de Europa, EE.UU. y los países árabes para sus propios negocios. Por […]
En enero, la victoria electoral de Hamas fue un plebiscito contra el gobierno de Mahmud Abbas. Desde la época de Yasser Arafat, las instituciones de la ANP (Administración Nacional Palestina) son dominadas por una burguesía entreguista y corrupta, que embolsa la «ayuda humanitaria» de Europa, EE.UU. y los países árabes para sus propios negocios.
Por ejemplo, el ex primer ministro Korei, empresario de la construcción que vende cemento a Israel para que construya «el muro de la separación» en Cisjordania. Es una burguesía totalmente dependiente del imperialismo y de Israel que abandonó toda pretensión de independencia.
Pero esta política llevó a un violento desgaste del gobierno de Abbas y su corriente Al Fatah. El pueblo palestino votó a Hamas para protestar contra las pésimas condiciones de vida, contra la ocupación de su territorio por Israel y contra la política expresada en los Acuerdos de Oslo.
El fracaso de Oslo
En 1993, la firma de los Acuerdos de Oslo, respuesta de las potencias imperialistas a la primera Intimada palestina, fue la culminación del proceso de capitulación de Arafat y la dirección de Al Fatah al imperialismo estadounidense y europeo: reconocían la existencia del Estado de Israel y la usurpación de la tierra palestina. Inicialmente, las masas palestinas dieron su apoyo a este acuerdo, pensando que obtendrían paz y una mejora en sus condiciones de vida.
Pero, en concreto, sólo hubo algunas pequeñas concesiones a los dirigentes palestinos que, a cambio, quedaron confinados en ínfimos territorios, bajo control militar israelí. La situación de Arafat, en la Mukhata, varias veces atacada por el sionismo, mostraba esta situación humillante.
De hecho, la ANP administraba una especie de «bantustanes», similares a los de África del Sur, durante la época del apartheid: un gobierno colaboracionista con la tarea de reprimir a su propia población en nombre del ocupante. Contra esta realidad estalló, en 2000, la segunda Intifada.
La victoria de Hamas
Por eso, este año, los palestinos votaron a Hamas, partido que mantiene en su programa la lucha por el fin del Estado de Israel. La votación expresó que la población vio a Hamas como una alternativa más consecuente ante la capitulación de Al Fatah.
En realidad, Hamas ya había adherido a la tregua pactada por el gobierno de Al Fatah e Israel, en 2004. Si bien no sacó de su programa la lucha contra Israel y no entregó las armas, «congeló», de hecho, esa lucha y se limitó a administrar escuelas e hospitales, construidos con fondos de ONGs, de Irán y de organismos de países imperialistas.
La política del imperialismo
El proyecto imperialista de apoyarse en la dirección capituladora de Mahmud Abbas recibió un duro golpe en esas elecciones. Sin el peso histórico ni el carisma de Arafat, Abbas perdió la confianza de las masas palestinas.
Pero, como es un hombre totalmente fiel al imperialismo y al sionismo, éstos hacen de todo para respaldarlo y que conserve poder. Israel bloqueó fronteras y cortó el envío de los impuestos de exportación que cobra de las zonas palestinas. La Unión Europea, la mayor donante de ayuda, y los EE.UU. suspendieron, con apoyo de la ONU, el envío de fondos al gobierno de Hamas y proponen crear un mecanismo que, supuestamente, garantice la «entrega de esos subsidios directamente al pueblo palestino».
Es un gigantesco operativo de presión imperialista y sionista para que Hamas acepte los Acuerdos de Oslo, renuncie a la «violencia» y reconozca el Estado de Israel. Buscan que repita el camino de capitulación de Al Fatah. En tanto esto no suceda, desconocen, de hecho, su gobierno: los fondos serán administrados, según Benita Ferrero Waldner, vocera de la UE, por el Banco Mundial junto con el presidente de la ANP, Abbas, aunque éste represente sólo a una minoría de palestinos. ¡Y éstos cínicos se llenan la boca hablando de «democracia»! Para completar el cuadro de cinismo imperialista, esos gobiernos no exigen nada de Israel.
Recordemos que Israel se apropió de las mejores tierras y fuentes de agua de Cisjordania, aisló la zona árabe de Jerusalén y las poblaciones palestinas de Cisjordania. La situación se agravó a partir de la política de «separación unilateral» del gobierno de Sharon-Olmert y la construcción del famoso muro. Al mismo tiempo, sigue asesinando dirigentes palestinos o matando civiles inocentes, como ocurrió recientemente en una playa de Gaza..
La amenaza de guerra civil.
Al Fatah tiene la amplia mayoría de los puestos del aparato estatal creado por la ANP. Mantener estos cargos es decisivo para seguir dominando la administración y el presupuesto. La derrota electoral frente a Hamas amenaza quitarles este control y han recurrido a sus mentores imperialistas y al estado sionista.
Ni siquiera han tenido vergüenza en recibir de Israel armamento nuevo para la «guardia presidencial» de Abbas. El primer ministro israelí, Olmert, justificó el hecho «por el temor que Abbas pueda ser víctima de ataques de sus adversarios do grupo extremista Jihad Islamico y del movimiento islámico radical Hamas».
Por otro lado, Abbas mantiene bajo su control a la policía y las fuerzas de defensa. Ya ha habido choques entre estas fuerzas y los milicianos de Hamas, en la disputa por el poder militar entre el nuevo gobierno y la antigua administración. Las fuerzas de Abbas, incluso, llegaron a invadir el Parlamento palestino, en Ramallah, y detener diputados de Hamas.
En otras palabras, Abbas y al Fatah muestran que, con el respaldo imperialista y sionista, están dispuestos a iniciar un guerra civil para obligar a Hamas a capitular y, a la vez, defender sus puestos y sus negocios.
El plebiscito
La política de Abbas de llamar a un plebiscito a favor de «la paz en base a las fronteras de 1967» es una vergonzosa tentativa de forzar al gobierno de Hamas a ceder a los Acuerdos de Oslo y traicionar el mandato electoral recibido. Abbas se escudó en un manifiesto firmado por presos políticos palestinos en Israel, como Marwan Barguti, del «ala combatiente» de Al Fatah.
Hamas intentó negociar pero Abbas definió unilateralmente la fecha para el 21 de julio, en un intento de fortalecerse electoralmente. Sin embargo, algunos prisioneros de otras organizaciones, que habían firmado el manifiesto original, ya denunciaron el texto y retiraron sus firmas[1] . Este plebiscito es una maniobra al servicio de la ocupación israelí y, por eso, debería ser boicoteado por las organizaciones de la resistencia palestina.
Las alternativas de Hamas
El proyecto de Hamas es la creación de un estado islámico. Esta posición y su carácter burgués podría levarlos a ceder a las presiones y aceptar, de hecho, los Acuerdos de Oslo para poder tener, por lo menos, un pequeño estado dirigido por ellos. El primer ministro de Hamas, Ismail Haniyeh, ha alternado declaraciones «duras» con llamados a negociar y ha tratado de mostrar al imperialismo, en particular al europeo, que puede ceder. Recientemente, la prensa ha informado que se está trabajando un posible acuerdo entre Abbas y Haniyeh. El hecho es que Haniyeh consideró positiva la posición de la UE de retomar las donaciones, aunque éstas fueran a manos de Abbas, y sólo pidió que «se tenga en cuenta la existencia de su gobierno». Al mismo tiempo, dijo que estaban dispuestos a negociar y extender la tregua con Israel «por 20 años». Parece el mismo discurso de Al Fatah, cuando comenzó a negociar los acuerdos de Oslo.
En vez de denunciar la ocupación y exigir la inmediata devolución de todos los territorios ocupados por Israel, diciéndole claramente a las masas palestinas que los Acuerdos de Oslo sólo sirven para favorecer los planes imperialistas y sionistas, Hamas tiene la política de continuar negociando con Israel, aunque no lo haga directamente, sino a través de intermediarios. Si esta política avanza, como es muy posible que ocurra, será responsable de una nueva frustración a las aspiraciones del pueblo palestino que lo votó masivamente en las elecciones.
Hamas tendría otra alternativa: apelar al pueblo palestino que lo votó e, incluso, a la base de Al Fatah, para denunciar el plebiscito y el chantaje de la guerra civil y llamar a la unidad para combatir al estado sionista, al imperialismo y a sus agentes palestinos. El pueblo palestino debe exigir que lo haga.
[1] Abdeljaleq al-Naché y Basam al-Saadi, dos dirigentes de Hamas y Yihad presos que habían firmado el documento, han retirado su firma.