Traducido por Ana Atienza, Marwan Pérez y Manuel Talens
Sucede con frecuencia en Occidente que a algunos partidos o movimientos políticos se los trata como si viniesen de otro planeta o fueran ajenos a cualquier tipo de política. Su existencia se califica siempre de negativa, transitoria, creada en los despachos e impuesta a un público ingenuo que es incapaz de diferenciar un verdadero programa político de un discurso simplista y vacío. Se los describe como marginales, alejados de cualquier estructura democrática «normal», compuestos por grupos desorganizados que sólo representan a una minoría de los ciudadanos. Dada su naturaleza contraria a los partidos oficiales, se les impone una etiqueta que sirve para mantenerlos aislados de las estructuras imperantes. Todo ello sirve para destruir al partido o movimiento a través de la propaganda, lejos de cualquier análisis de la realidad.
En torno al movimiento palestino de resistencia que dio lugar al partido Hamás, ha surgido una nueva y falsa mitología. A la hora de interpretar a Hamás, este constructo goza ahora de más legitimidad que los hechos reales. En la mayoría de los medios occidentales, ya sean de derecha o izquierda, y en algunos de los medios «moderados» de los países árabes, el nombre de este partido suele acompañarse de términos como «fundamentalista», «radical» o «terrorista». Es evidente que esos apelativos están ahí para desencadenar el miedo e impedir que pueda evaluarse a Hamás de manera crítica y juiciosa. Quienes los escuchan lo asociarán de inmediato con algo negativo y quedarán liberados de la responsabilidad de saber que se trata de una manipulación. Se supone que quienes escuchan tales apelativos deben aceptar que Hamás es «antidemocrático» y «fanático».
A partir de esta premisa, resulta fácil convencer a la gente de que Hamás es el Mal, el Enemigo de todo lo que nosotros representamos (la tolerancia, la democracia, el Bien). De ahí a la conclusión de que es preciso actuar contra ellos, de que son un «cáncer que debe erradicarse«, tal como expresó la pacifista institucional Noa, hay sólo un paso. ¿Y cómo se erradica un cáncer una vez diagnosticado? Por extirpación o bombardeo. El tratamiento del cáncer «bombardea» con fármacos tóxicos incluso los tejidos sanos del cuerpo, a la espera de que después de la batalla queden suficientes partes sanas para permitir que el organismo continúe vivo. Una vez implantada en las mentes de millones de personas la idea de que la destrucción es buena, porque es peligroso que al enemigo se le permita existir, el riesgo de llevar al organismo a la tumba por debilitación se vuelve aceptable. Así se justifican acciones que ya no son terapéuticas, sino letales por naturaleza.
¿De qué manera se engañó al mundo en enero de 2009 para que aceptase que Israel destruyó Gaza con el objetivo de «eliminar a Hamás»? Fue muy sencillo, la respuesta es siempre la misma: Israel y sus amigos mantienen a la gente desinformada. Quienes hurguen sólo un poco por debajo de los titulares vociferantes de los periódicos podrán encontrar algunos hechos escondidos que contradicen la corriente general, pero son muy pocos los que lo hacen, ya que las noticias que consumen poseen al menos una brizna de verdad en su interior.
Por si fuera poco, incluso los «progresistas» han rendido meritorios servicios a la causa del desprestigio de Hamás. Podrían aceptarlo como un «movimiento de resistencia», pero sus prejuicios ideológicos les impiden considerar que pueda ser una fuerza progresista para el avance de su propio pueblo. Puede ser por convicción, conveniencia, desidia o incluso ceguera selectiva, pero todo ello les impide aceptar cualquier variante en la lucha de clases, que es por principio «internacional» y cuyas reglas ideales son iguales y deben aplicarse a todos por igual, hasta tal punto que en algunos casos se llega a «importar la democracia» bajo formas más o menos agresivas.
Toda esa gente que recibe la desinformación, muchos de los cuales están armados de buenas intenciones, han mordido el anzuelo y ahora escupen bastantes de las mentiras y distorsiones que forman parte de la falsa mitología creada por los enemigos de Hamás, sobre todo en Israel y en Occidente.
¿Cuáles son los componentes de esa mitología?
1) Hamás es una creación del Mossad israelí.
2) Hamás sólo representa a una minoría de palestinos.
3) El mito de que Hamás se ha vuelto lo «suficientemente democrático» como primer paso para forzar la instauración de un estado islámico en toda Palestina está muy difundido.
4) Su victoria en las urnas no fue más que un voto de protesta contra la corrupción de Fatá.
5) Hamás está formado por un grupo de analfabetos y sus electores se dejan embaucar por pura ignorancia.
6) Hamás es un grupo fundamentalista y, por ello mismo, inflexible e incapaz de cualquier modificación o evolución. Con frecuencia se suelen utilizar sus estatutos en su contra para señalar que está formado por una banda de radicales dispuestos a la Guerra Santa.
7) Hamás no busca ningún compromiso con otros partidos o facciones palestinos, lo cual lo convierte en un factor de división que impide la unidad del pueblo.
8) Hamás adoctrina a su pueblo en el odio con propaganda para luego utilizarlo como carne de cañón.
9) Hamás es un grupo terrorista financiado por «regímenes fundamentalistas».
Que Hamás es mucho más que un mero movimiento de resistencia ya quedó demostrado en las urnas, pero se lo sigue considerando como un refugio de activistas, lo cual sirve para tolerarlo mientras que al mismo tiempo se desea su desaparición. No se lo toma como un partido político comparable a los de las «naciones democráticas» de la «comunidad internacional» y, por lo tanto, cualquier análisis al que se lo someta es elemental y está sujeto a generalizaciones.
Pido a mis lectores que me perdonen las comillas, pero he de utilizarlas de manera irónica cuando me refiero a ciertas palabras-fetiche de los poderes hegemónicos. ¿Cómo es posible que unas cuantas naciones, que siempre se pronuncian en contra de la mayoría en Naciones Unidas, constituyan la denominada «comunidad internacional»? Se trata más bien de un club selecto que excluye prácticamente a todo el mundo. ¿Cómo es posible que a un país gobernado por el candidato que perdió en las urnas se le llame «democracia»? Sólo cuando empecemos a poner en entredicho nuestras propias bases conceptuales podremos darnos cuenta de lo ventajoso que resulta para algunos presentar a cualquier oposición como «el enemigo», excluyéndolo de todos los paradigmas sobre los que se basan nuestras expectativas para un mundo mejor.
Ya va siendo hora de desenmascarar con hechos todos esos falsos mitos:
1) Hamás es una creación del Mossad israelí. A pesar de que Israel se atribuye el mérito de muchas cosas, no sucede así en este caso. El islam político ha estado presente en Palestina desde principios de los años cuarenta del siglo pasado, durante en Mandato Británico de Palestina, y Hamás fue un retoño de los denominados Hermanos Musulmanes (Ikhwan), hermandad a la que muchos de sus líderes iniciales estaban afiliados. Fue la experiencia como refugiados lo que convirtió a Hamás en un elemento más autónomo y con una base particularmente nacionalista, debido a la insostenible situación humanitaria del desplazamiento y la pérdida de la identidad cultural y nacional.
Hamás tuvo muchos vínculos con este grupo egipcio y las primeras oficinas de los Hermanos Musulmanes en Palestina abrieron sus puertas en Gaza en 1945, bajo el liderazgo de un miembro de una de las más importantes familias de la zona, el jeque Zafer al-Shawwa. Durante la primera guerra árabe-israelí, las tropas árabes recibieron ayuda de voluntarios islamistas, procedentes sobre todo de Jordania y Siria, y este apoyo demostró a los refugiados que los Hermanos Musulmanes eran capaces de defenderse a sí mismos, incluso durante la «guerra israelí de independencia». El creciente número de refugiados añadió peso al sentido de la identidad y a la determinación del movimiento islamista en Palestina.
Por lo tanto, ni la sociedad civil ni la población palestina necesitaban motivaciones de otro tipo para aceptar el compromiso de adhesión: «Prometo ser un buen musulmán en la defensa del islam y de la tierra perdida de Palestina. Prometo ser un buen ejemplo para la comunidad y para los demás.» Ésas eran las palabras de quienes juraban lealtad a los Hermanos Musulmanes en Palestina (fuente: Beverly Milton Edwards, Islamic Politics in Palestine, pág. 43). La rama local de los Hermanos Musulmanes tenía su propio programa: la defensa de la tierra perdida. No necesitaba fanatismo, influencia exterior o propaganda. Los propios refugiados eran la prueba viviente de los horrores de la deportación y el sufrimiento. La identificación como parte de un movimiento internacional fue simultánea con el reconocimiento de la particularidad de la experiencia Palestina.
La fundación oficial de Hamás, el 9 de diciembre de 1987, fue sólo la culminación de una organización que estaba en marcha desde hacía decenios. La resistencia islámica organizada se puso en marcha cuando la situación se precipitó dramáticamente en 1967 y surgió una nueva generación de refugiados. Para esta generación de un pueblo literalmente destruido, el islam era la condición que permitiría mantener la esperanza de un futuro moral y político. Muchos consideraban que la Nakba fue el resultado del distanciamiento de una normalidad social en la que los valores éticos, religiosos, culturales y tradicionales habían sido devastados por la ocupación. Al mismo tiempo, la caída y la degradación, la pobreza, el extrañamiento y la inestabilidad social eran a la vez causa y resultado de la ocupación.
La «comunidad internacional» no acudió al rescate de este pueblo; tampoco el resto de la umma se implicó en su lucha nacional, sobre todo porque no les afectaba directamente o incluso se les prohibió hacerlo. El dolor extremo y la desgracia de perder la propia tierra eran por entonces algo nuevo en la región, donde la colonización previa evitó desterrar a los habitantes nativos y la expulsión de los usurpadores no se veía obstaculizada por la pérdida total de raíces y de bases. Los cimientos de la dimensión formal de Hamás estuvieron así presentes durante décadas antes de su nacimiento oficial.
Para funcionar bajo el peso de la ocupación, los grupos organizados existentes habían creado entidades benéficas para su pueblo. Israel toleró la presencia de estas instituciones en los Territorios Ocupados y los dotó de cierto espacio operativo mediante la concesión de licencias. Tal como dijo el general Yitzhak Sager en una entrevista al International Herald Tribune en 1981, el gobierno israelí «[…] entregó dinero que el gobernador militar destinó a las mezquitas […] Estas sumas se utilizaron en mezquitas y en escuelas religiosas con el fin de reforzar un aspecto que contrastara con la izquierda favorable a la OLP.» Si Israel tenía algún motivo para intervenir era sin duda de tipo «divide y vencerás», mostrando una pizca de tolerancia y algo de respaldo económico a las distintas asociaciones religiosas para ver si se podía desarrollar una oposición a los nacionalistas de la OLP. Lo único que pretendían era buscar la manera de debilitar a una OLP que estaba ganando adeptos en Occidente, y no financiaron, proporcionaron grandes sumas ni influyeron en modo alguno en un movimiento en el que de una manera u otra podrían infiltrarse o controlar. Eso es pura mitología. ¿Por qué atribuírselo a Israel si no se lo merece?
2) Hamás sólo representa a una minoría de palestinos. Sin duda es cierto que no todos los palestinos son refugiados, al igual que prácticamente todos los líderes de Hamás han nacido en el exilio o en algún momento han vivido la expulsión y la pérdida de sus hogares y posesiones. Esta experiencia ha sido crucial en el caso de los palestinos. Es cierto que incluso aquellos (pocos) palestinos que no han sido desarraigados se identifican con la pérdida de su identidad cultural y nacional, y todos saben que Israel ha destruido sus aspiraciones personales y su cohesión como grupo. Así, incluso un movimiento o partido que posea una identidad propia en los campos de refugiados, en el exilio o con raíces religiosas se reconoce como representante intrínseco, legítimo y natural de los palestinos en su conjunto. Incluso obtuvieron el voto mayoritario en zonas de Cisjordania que no se consideraban baluartes de Hamás, por no hablar de los votos recibidos de numerosas zonas cristianas.
3) El mito de que Hamás se ha vuelto lo «suficientemente democrático» como primer paso para forzar la instauración de un estado islámico en toda Palestina está muy difundido, especialmente en los círculos progresistas que no reconocen la popularidad de esta organización o que poseen prejuicios ideológicos contra cualquier movimiento religioso. Hay mucho que decir en favor de la separación entre Iglesia y Estado, pero por supuesto esto es algo que no se puede imponer desde la distancia; además, existen muchos grados posibles de separación. Quienes han hecho suya la idea de que «Hamás está haciendo tiempo para introducir la Sharia» tienden a negar que la democracia tenga sus peculiaridades, y ésta no es necesariamente sinónimo de «laicismo». La correcta aplicación del término «democracia» exige ciertos requisitos, y Hamás los cumple. Goza del consenso popular. Posee una estructura interna autónoma y reconocida como legítima por su electorado. Sigue las normas electorales y cumple los requisitos de participación. Una vez elegido, asume su papel dentro del sistema existente, sin deponer a nadie ni orquestar golpes de Estado contra las estructuras establecidas. Se trata de un movimiento político con distintas facciones (algunas de ellas armadas, al igual que muchos partidos pertenecientes a zonas ocupadas, como Fatá), una historia y una organización. Antes de tomar decisiones se abre un amplio debate entre sus electores, incluidos los prisioneros políticos, y las acciones se deciden por mayoría. Si hay alguna diferencia entre este partido y aquellos a los que están acostumbrados los occidentales es que sus máximos líderes generalmente no asumen funciones de gobierno. Esto es comprensible en un partido en el que un gran número de líderes son sistemáticamente asesinados por Israel. El hecho de que su actual director político, Khaled Meshaal, deba vivir en el exilio después de haber sido víctima de un intento de asesinato dice más sobre esta anómala situación que mil palabras.
4) La idea de que la victoria de Hamás en las elecciones al Consejo Legislativo no fue más que un voto de castigo (otra de las teorías preferidas de la izquierda) fue refutada brillantemente por Paola Caridi en su extraordinario libro (a pesar de su subtítulo sensacionalista) Hamás, What it is and what the Radical Palestinian Movement Wants, publicado por Feltrinelli y hasta el momento sólo disponible en italiano. Voy a traducir algunos párrafos acerca de esta cuestión:
«Existe una razón política concreta para que la mayoría de los palestinos hayan votado a Hamás. Se trata de la decisión que el movimiento islamista tomó formalmente el 23 de enero de 2005 (nota de la traductora, un año antes de las elecciones legislativas) de acordar una tregua unilateral junto con la Jihad islámica (organización que, sin embargo, la había roto en diversas ocasiones), lo cual significaba convertir las palabras en hechos: sería el fin de la oleada de ataques terroristas cometidos por Hamás en Israel entendido según los límites establecidos en el armisticio de 1949, es decir, el Israel del interior de la Línea Verde. El cese de los ataques suicidas en ciudades israelíes, que en buena medida supuso el fin de la Intifada y de la opción participativa (de Hamás), se interpreta entre la población palestina como una propuesta política concreta: una alternativa a los que les han gobernado y controlado de manera hegemónica. Se trata de una propuesta que por un lado establece nuevos límites de facto a la estrategia de resistencia de Hamás. Así pues, el movimiento islámico no ha sido elegido sólo como una forma de protestar contra la corrupción, el amiguismo y la ineficiencia de Fatá, al que como partido suele confundirse con la AP. Corrupción, amiguismo e ineficiencia que guardan relación, al menos desde un punto de vista temporal, con el fracaso de los Acuerdos de Oslo y los ‘hechos consumados’ puestos en práctica por los israelíes.»
«A la gente de Hamás se la consideraba seria, que no se enriquecía a expensas del pueblo; de hecho, seguían viviendo en barrios normales y en los campos de refugiados» (Caridi, pág. 171).
5) Una campaña de desprestigio extremadamente ofensiva que se repite a menudo es que los seguidores de Hamás y sus líderes son un «hatajo de analfabetos» o de «fanáticos religiosos». Casi todos sus líderes son (o más bien eran, dado el número de asesinatos que se han producido en sus filas) titulados universitarios de ámbitos que oscilan desde la medicina y la física hasta la jurisprudencia, la economía o la teología, por lo que esta campaña de desprestigio sólo pretende arrojar basura sobre ellos y retratarlos como si sólo hubieran leído textos religiosos y, por lo tanto, estuvieran «subdesarrollados» en comparación con otros movimientos. La educación ha sido siempre uno de los pilares de Hamás y de su labor benéfica. El pueblo palestino no necesita que le digan esto: para ellos es una realidad; de hecho, sin ese apoyo, en muchos casos los palestinos acusarían carencias en este sentido.
6) La inflexibilidad de Hamás es otro mito que suele sacarse a colación, especialmente al hablar de la Carta de 1988 (Mithaq). El jeque Hamed Bitauri, «autoridad religiosa de Nablús, presidente de la Unión de Ulemas Palestinos y conocido por sus posturas radicales, no tuvo ningún problema en afirmar que ‘la Carta no es el Corán. Podemos cambiarla. No es más que una síntesis de las posiciones del movimiento islamista en su relación con las demás facciones y su política’. Aziz Dweik, fundador del Departamento de Geografía de la Universidad de Nablús, que posteriormente se convertiría en portavoz del Parlamento Palestino tras las elecciones de 2006 y que permanece encarcelado en prisiones israelíes desde el verano de ese año, fue incluso más allá, manifestando la necesidad política y pragmática de distanciarse de la Mithaq de 1988 en sus declaraciones a Khalid Amayreh, periodista palestino sensibilizado hacia las posiciones islámicas: ‘Hamás no seguiría siendo rehén de las consignas retóricas del pasado como las de la ‘destrucción de Israel'». (Khalid Amayreh, «Hamas Debates the Future: Palestine’s Islamic Resistance Movement Attempts to Reconcile Ideological Purity and Political Realism», en Conflicts Forum, nov. 2007, pág. 4) (Caridi, pág. 90).
Haniyeh ha mencionado en numerosas ocasiones que la Carta ha sido superada en su esencia por los demás documentos oficiales, entre los que destaca el Programa Electoral de la Reforma y Lista de Cambios (el listado que Hamás presentó para su candidatura). Este programa está estructurado como un documento que, según el líder de Hamás, va mucho más allá de las necesidades de una campaña política y muestra las directrices políticas del movimiento. No se ha escrito en medio del fragor de la Intifada, sino que refleja la evolución del partido. Los cambios que describe no son tanto ideológicos como de carácter estratégico y político. Sus posiciones se han reiterado tantas veces en entrevistas e intervenciones públicas que parece increíble que la complejidad y la madurez de Hamás no resulten evidentes para cualquiera. Es evidente que aún se dedican a la liberación de Palestina, pero intentan conseguirlo a través de la reafirmación de los derechos del pueblo, sabiendo muy bien que, como partido, Hamás no está equipado para derrocar a la ocupación de ninguna forma práctica o de destruir lo que reconocen como una realidad.
Muchos de los que seguimos los acontecimientos en Oriente Próximo esperamos que no se rindan a un pragmatismo que les lleve a reconocer a Israel no sólo como una realidad, sino como un «Estado judío». Sin embargo, debemos mirar desde la barrera y evaluar los hechos. El pueblo de Palestina vigilará los derechos que están siendo vulnerados, si alguno lo está, y muchos de nosotros creemos que, puesto que están entre la espada y la pared, no capitularán ni perderán lo que reconocen como sus razones de conveniencia política. Hamás es demasiado consciente de este hecho.
7) Hamás ha sido mucho menos divisorio que su homólogo principal, Fatá. El «golpe de Estado de Gaza», que conmocionó y entristeció al mundo, era en realidad una medida preventiva que frustró el plan de las fuerzas de Fatá fieles a Dahlan (en colaboración con Israel). Hamás, que fue el partido que obtuvo la victoria de manos de su propio pueblo, nunca ha sido reconocido por la «comunidad internacional» que, sin embargo, había presionado por unas elecciones y había insistido en que era lo que necesitaban los palestinos; porque significaría conceder legitimidad a la resistencia y se convertiría en el principio político del cuerpo de gobierno, el rechazo a las negociaciones en posición subalterna respecto a Israel, que era la política de Fatá, ha sido oficialmente sancionada por el pueblo y sólo sería una cuestión de tiempo antes de que el programa se convirtiese en política. Por lo tanto, cualquier paso de las «Fuerzas de Seguridad» de Fatá para tomar Gaza, en realidad habría sido un golpe de Estado. Pero volviendo a atrás en la visualización de eventos, alimentada por la desinformación, el trágico baño de sangre entre palestinos impidió el real derrocamiento de la democracia que hubiera tenido lugar si Dahlan hubiese tenido la oportunidad. Una y otra vez, Hamás ha buscado trabajar conjuntamente con el partido de la oposición, y esto es algo que no tolerarían en la vana esperanza de que su ventaja económica y su nula política de «los miembros del club» les permitieran ejercer el poder incluso en ausencia de un mandato popular.
8) No es necesario el uso de la propaganda para mostrar la destrucción continua de la civilización y el pueblo palestinos, en los Territorios Ocupados y en el exilio, e incluso para muchos en Israel. Bloqueos, bombardeos, asesinatos, guerras, humillantes puestos de control, las restricciones, la separación de familias, el encarcelamiento y otras violaciones no son incidentes aislados, sino el pan nuestro de cada día en la vida palestina. Nadie tiene que inventar un rencor sobre un enemigo fantasmagórico. Es real que están sometiendo a la gente de todas las edades y condiciones a la humillación, la privación y la muerte. Mostrar a un hombre en un traje de ratón para insistir que los niños están siendo adoctrinados en el odio puede ir bien con las masas desinformadas, pero una mirada a la realidad hace que Farfur parezca la manera más dulce para que un niño asimile y tolere que él o ella son prisioneros condenados de por vida a sufrir de la manera más atroz por haber nacido como un perdedor a los ojos de los opresores.
9) El peor desprestigio en contra de Hamás es mantenerlos como el símbolo del Mal: que son un grupo terrorista, financiado por «Estados renegados del eje del mal». Si tenemos en cuenta que su financiación es abismalmente inferior al gigantesco paquete económico y de «ayuda militar» que Usamérica, Canadá y otras muchas naciones de la «comunidad internacional» le dan a Israel de manera oficial; ¿por qué ha de considerarse inaceptable la demanda de financiación externa cuando es simplemente la forma en que Israel se mantiene a flote a través de los billones de dólares anuales, y por adelantado, y sabe Dios qué otras formas de financiación llegan a través de las miles de «organizaciones benéficas» que en realidad son poco más que fachadas para la inmigración masiva a Israel para reducir el crecimiento árabe? Si el sionismo y sus organizaciones benéficas están considerados como legítimos y nobles, ¿por qué las organizaciones islámicas están en listas negras y se trata a sus donantes como si estuviesen financiando el terrorismo? Se trata de un doble rasero.
Que Hamás ha rechazado las operaciones de terror contra la población civil e hizo lo posible para lograr una mejora real de las condiciones de vida de su población es un hecho probado y corroborado nada menos que por el servicio de investigación del congreso de Usamérica, un grupo estratégico que básicamente presenta al Congreso sus posiciones conservadoras y su amistosa posición con Israel para que se conviertan en política. De hecho, en el documento coordinado por Jim Zanotti http://www.fas.org/sgp/crs/
Durante los primeros cinco meses, el alto el fuego se ha mantenido relativamente bien. Algunos dispararon misiles contra Israel, pero la mayoría fueron atribuidos a grupos militantes ajenos a Hamás, y, progresivamente, Hamás parecía cada vez más capacitado y dispuesto a reprimir incluso estos ataques. No se informó de muertes de israelíes (aunque hubo lesiones y daños a inmuebles) e Israel se abstuvo de represalias.
Sin embargo, cada parte se sentía como si la otra estuviese violando el alto el fuego no escrito. Hamás pidió, sin éxito, que Israel levantase el bloqueo económico de Gaza, mientras que Israel también exigió -sin éxito- el final definitivo de los lanzamiento de misiles y un avance en la liberación del cabo israelí Gilad Shalit, cautivo de Hamás.
Israel citó el lanzamiento esporádico de misiles como justificación para mantener cerrados los cruces de frontera y el puerto marítimo de Gaza, cerrados a prácticamente todo, menos a los suministros humanitarios más básicos. Hamás, otros líderes árabes y algunas organizaciones internacionales y no gubernamentales comprometidas en la ayuda a la población civil de Gaza se quejaron de que Israel estaba incumpliendo sus promesas escritas en el marco del acuerdo de alto el fuego.
Por si eso no fuera suficiente, el autor, que desde luego no simpatiza de ningún modo con Hamás, hace declaraciones sobre las consecuencias de la guerra en la que incluso Israel admite que Hamás no es responsable de los misiles:
Desde el inicio del alto al fuego unilateral de Israel -que comenzó el 18 de enero de 2009-, ha habido alrededor de 40 lanzamientos esporádicos de misiles en el sur de Israel, mucho menos de los que se produjeron en promedio por día justo antes de la operación Plomo Fundido. Por otra parte, los funcionarios israelíes creen que son los grupos militantes más minoritarios, como la Jihad Islámica Palestina y las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, no Hamás, quienes han disparado los misiles, como lo hicieron durante el alto el fuego (aunque es posible que Hamás les habilite o consienta realizar estos ataques, preservando al mismo tiempo su negativa).
Así, Israel utilizó la excusa de que Hamás lanzaba misiles para justificar su eliminación (destruyendo de paso la totalidad de Gaza) mediante lo que denomina «operaciones militares», pero el resto de la humanidad sabe que se trata de una guerra, a pesar de que estaban al corriente de que Hamás no era responsable ni facilitó los lanzamientos. Deberíamos hacer oídos sordos ante cualquier excusa que se saquen de la chistera.
Las quejas sobre el contrabando de armas a través de los túneles más elementales claman al cielo cuando se comparan con el presupuesto de defensa para los programas de misiles Usamérica-Israel en el mismo informe. Iron Dome, David’s Sling y otras «ayudas militares» que cuestan miles de millones de dólares a los usamericanos son descritas brevemente. Por cada cinco ineficaces misiles caseros que se introducen de contrabando a través de un túnel, Usamérica está llevando cargas completas de armas y maletas de dinero para gastar en las «necesidades de las fuerzas armadas israelíes». El doble rasero aquí también derrama sangre inocente en violación del Derecho Internacional a expensas del dinero de los contribuyentes, duramente ganado. He aquí una nueva cita del informe del Congreso:
Israel podría haber utilizado plataformas, armas y municiones compradas a Usamérica en sus operaciones militares en Gaza, según los informes, incluyendo, entre otros aviones F-15 y F-16, helicópteros Apache, y, según informes de prensa israelíes, bombas GBU-39 -bombas guiadas de pequeño diámetro aprobadas para venderlas en el 110º Congreso seguidas de una notificación en septiembre de 2008.
Además, Israel rompió todas las treguas unilaterales entre Israel y Hamás (reclamadas por parte de Hamás, no por Israel). En muchos casos, llevan a cabo incursiones en los Territorios Ocupados, algo que legalmente les está prohibido, pues la población civil bajo ocupación (incluso si los «colonos» se han ido, Gaza se mantiene bajo el asedio de Israel) tiene que ser protegida por el ocupante, no atacada. Israel, con armas y aviones suministrados por obra y gracia del pueblo usamericano, bombardeó las calles donde sus objetivos (políticos y religiosos Israel, que denomina como «militantes», si no algo peor) y mató de forma indiscriminada a todo el mundo, incluidos a los niños. Si eso no es terrorismo, la palabra carece de significado.
Éstos son sólo algunos de los mitos en circulación. Representan sólo una parte de la mentira, la desinformación y la propaganda [Hasbará] que circula acerca de uno de los principales partidos palestinos, nacido en su interior, que se desarrolla como todos los partidos, desde abajo, y que fue legitimado por unas elecciones justas y legales. Desenmascarar estas mentiras es un deber. No es necesario estar de acuerdo con la totalidad del programa de Hamás, pero sí es obligatorio reconocer que son totalmente distintos a la imagen que se les ha impuesto. Lo que Jessica Rabbit dijo en la película ¿Quién engañó a Roger Rabbit? podría muy bien aplicarse a Hamás: «No soy malo, es que me han pintado así».
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Artículo original publicado el 19 de octubre de 2009
Mary Rizzo, Ana Atienza y Manuel Talens son miembros de Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Rizzo es también editora de http://palestinethinktank.com y tanto Marwan Pérez como M. Talens pertenecen asimismo al colectivo de Rebelión. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, a los traductores y la fuente.