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¿Hamás y el Estado de Israel equivalentes?

Fuentes: Rebelión
https://revistafuturos.noblogs.org/

Un cuerpo infantil con las piernas destrozadas tras una explosión, y el horror en la mirada; un cuerpo infantil alcanzado por la balacera en el patio de un kibutz, cuando  sus adultos procuraban alcanzar las habitaciones “seguras”.

Adultos ven impotentes cómo toda su vivienda se  desmorona con el bombardeo que aviones israelíes llevan una vez más sobre las zonas habitadas de la Franja de Gaza; adultos llevados con apuro y a los empujones hacia autos que arrancan veloces desde el sur israelí hacia la Franja de Gaza, repentinamente franqueada.

La prensa adocenada, procurando siempre posar de democrática, equidistante, se desgarra las vestiduras acusando a los de Hamás de terroristas. Han matado a decenas, centenares de israelíes, declaran… ahora en octubre 2023. Es cierto. Pero la historia no comenzó el 7 de octubre de 2023; a lo largo de los años, con altibajos, Israel ha sido, es el terrorista –estado terrorista– que ha ido acabando con la vida de miles de palestinos. ¡Y de qué manera!

En 2006, 2008, 2009, en 2014, diríamos una vez cada tanto, dosifica Israel una lluvia de dolor y muerte sobre la Franja de Gaza, convertida en siniestro juguete militar del sionismo.[1] Ahora, como respuesta, en 2023, los militares israelíes mediante su aviación y su artillería, sin poner el cuerpo, han derribado balcones, paredes, edificios enteros, de vivienda, sanitarios, educacionales… con sus habitantes adentro [porque “otorgar” un preaviso de una hora o de pocos minutos, no preserva vidas: ya se consignan, luego del 7 de octubre, centenares de cuerpos, palestinos, bajo los escombros.[2]

El resultado de tales incursiones militares israelíes en espacios civiles, ha “cosechado” en estos últimos años miles de víctimas, mujeres, niños, viejos, hombres, bebes.

La resistencia palestina ha procurado enfrentarlos. Tengo a mano las cifras luctuosas del ataque de diciembre 2008: 1400 muertos palestinos; 14 israelíes (11 militares y 3 civiles).

La proporción de víctimas entre los palestinos es totalmente distinta que entre los israelíes; abrumadoramente más muertes de civiles, y eso revela el carácter de la represión. Dime qué reprimes y te diré quién eres: si el bando que enfrentas tiene sobre todos militares, estás enfrentando una dictadura, un gobierno racista… si el bando que enfrentas tiene víctimas entre la población civil; hombres, mujeres, niños, estás enfrentando una sociedad, estás más bien reprimiendo, asesinando una sociedad…

Lo que ha pasado el 7 de octubre de 2023 ha sido atroz. Niños, mujeres, ancianos, también militares israelíes ajusticiados sumariamente. En un operativo comparable al que han llevado adelante, numerosas veces, las fuerzas armadas israelíes contra población palestina, indiscriminadamente (aunque el objetivo proclamado haya sido alcanzar “nidos terroristas”). Aun comparables, hay que precisar que la incursión de Hamás del 7 de octubre no alcanzó el volumen de los mayores “castigos ejemplares” sionistas, lo cual no minimiza el operativo de Hamás sino  que desnuda el alcance de aquellos “castigos”, que los referentes de Occidente han ignorado sistemáticamente.

El 7 de octubre han sido matados más israelíes que en todos los desesperados intentos de defensa y réplica ante las invasiones israelíes (aun sumándoles los atentados llevados a cabo en acciones ofensivas y violentas de agrupaciones palestinas), a lo largo de todo el actual siglo XXI.

Si durante estas primeras décadas del s XXI podíamos contabilizar 50 o 100 palestinos destrozados, asesinados por cada israelí victimado, el operativo de Hamás alteró esa macabra contabilidad, aparentemente consolidada.

Esto da lugar a una penosa paradoja: fue una acción violenta, con asesinatos incluidos, de Hamás, la que ha dado lugar a que varios medios masivos reconozcan el papel y destino asignado a los palestinos por parte del Estado de Israel.

Sin duda, Netanyahu y los militaristas racistas de la dirección israelí no van a aceptar “los nuevos resultados” y mediante castigos colectivos violentos y masivos, procurarán acercar el número de víctimas por bando a lo que ya se había como consolidado en las últimas décadas.[3] Pero no es  ninguna necesidad histórica, como repasamos en nota al pie.

Como explica Juan Lu González,[4]  lo acontecido cambia las relaciones de poder de las partes. Una sociedad como la israelí, a la vez tan pertrechada y tan atenta a no perder vidas propias (a costa de que otros en todo caso sí las pierdan) ha sido conmocionada en sus cimientos psicoideológicos.

La política de “los grandes poderes” de ignorar a los palestinos; en 2020, Donald  Trump procuró hacer, con la cúpula israelí, un “Acuerdo del Siglo” para liquidar “la cuestión palestina”, firmado por EE.UU. e Israel, al cual los palestinos no fueron convocados ni siquiera para que firmaran formalmente un acuerdo ajeno.

Fueron tratados como objetos pero sin que trascendiera siquiera su calidad de cosa. Porque ni a estampar una firma formal fueron convocados.

El operativo de Hamás ha quebrado esa política de negación radical a lo palestino. Que esconde la expropiación brutal sufrida por una sociedad “natural” a manos de un designio, una sociedad de diseño; un desgarrón que conocemos –en otros  órdenes de la vida social– cada vez más en nuestra modernidad contemporánea.

El juego de poderes perdura: EE.UU., su dirección formal con toda la batería de representantes del Congreso más o menos untados por Israel,[5] el gobierno israelí, el “mundo occidental” en general, apoyan  “salidas” para el conflicto palestino-israelí que atienden las necesidades israelíes y ni siquiera se mira(ba)n las palestinas; el despojo patrocinado por las Grandes Potencias en 1947 (vía ONU).

Por eso, como bien explica Jeremy Hammond, el ardid israelí es invocar la presencia generalizada de “escudos humanos” para explicar tantas muertes civiles, pero: “no se puede invocar el uso de edificios de vivienda, de hospitales, escuelas, instalaciones de la ONU, plantas de tratamiento de aguas servidas”,[6] y agrego yo, puertos, aeropuertos, centrales eléctricas como lugares (bombardeables) por ser “escudos humanos”.

Quiero rematar estos apuntes invocando las observaciones del imprescindible Jonathan Cook, residente en las áreas cristianas de Jerusalén. Cook considera crucial el uso que la Franja de Gaza tuvo para los operadores y decididores israelíes, al convertirla en sitio de experimentación, una vez que evacuaron los colonos sionistas [2005] que inicialmente se habían apostado allí a principios del s. XXI.

Nos recuerda que Israel procedió a “todo tipo de experimentos. ¿Cuál es la mejor manera de contener a la población? ¿Qué restricciones podrían imponerse a su dieta y estilo de vida? ¿Cómo reclutar redes de informantes y colaboradores a distancia? ¿Qué efecto tuvieron el atrapamiento de la población y los repetidos bombardeos en las relaciones sociales y políticas?

Y, en última instancia, ¿cómo mantener subyugados a los habitantes de Gaza y evitar un levantamiento?

Las respuestas a esas preguntas se pusieron a disposición de los aliados occidentales a través del portal de compras de Israel. Los elementos disponibles incluían sistemas de interceptación de cohetes, sensores electrónicos, sistemas de vigilancia, drones, reconocimiento facial, torres de armas automatizadas y mucho más. Todo probado en situaciones de la vida real en Gaza.[7]

Todo este atroz diseño de poder, ha sido conmocionado por palestinos, el 7 de octubre. Una vez más.

Nos recuerda el testimonio del médico noruego Mads Gilbert, que ha participado en la formación de hospitales de campaña en la Franja de Gaza ante los devastadores ataques israelíes arrasando hasta hospitales instalados (en 2008, en 2012). Gilbert admiraba la resiliencia palestina; su tenaz resistencia ante tanta destrucción y despojo como la sufrida por Palestina y palestinos a manos sionistas.

Compárese esta visión con la de Erik Starmer, ilustrada por el mismo Cook; Starmer es el jefe laborista británico (que desplazara a Jeremy Corbyn),  que acaba de apoyar: “El asedio completo de Gaza”, que considera es “el derecho de Israel a defenderse”. Y junto con ello, “la represión de cualquier disidencia caracterizándola como antisemitismo.”  (ibíd.)

La policía de pensamiento preservando prerrogativas israelíes no se limita al Reino Unido, ni a EE.UU. El comedimiento europeo hacia Israel es tal que permanentemente se suman nuevos estados europeos a definir cualquier crítica al tratamiento dado al bautizado como “el Holocausto”, como delito, encarcelable.

Penosa ruptura del valioso derecho a la crítica, justamente en el subcontinente que había procurado plantarse como el hogar por excelencia de la libertad de crítica. Junto con este acatamiento a la verdad oficial como valor en sí mismo; esta abolición de la investigación historiográfica, tenemos que agregar  la sinuosa geografía europea dictada por la geopolítica: el estado israelí, como el qatarí o el libanés, está situado en Asia. Como la tensión ha dificultado la presencia del seleccionado israelí de fútbol en su área asiática, Europa “le presta” un lugar europeo inexistente para que compita en la selección para los campeonatos mundiales de fútbol como “europeo”. Si esto no es eurocentrismo, ¿qué es?

Los atentísimos europeos quieren evitar, por ejemplo, los enfrentamientos entre la selección palestina y la israelí (porque para la FIFA Palestina también es un estado nacional y así ha ingresado al fútbol oficial internacional).

La selección nacional palestina de fútbol  ha perdido integrantes de su selección por la política israelí de que sus militares baleen rodillas o piernas de futbolistas (otra forma israelí de negación de lo palestino, que nos permite vislumbrar escasa o nula democraticidad).

Imagine el lector el malestar que se produciría con un partido de fútbol entre palestinos e israelíes por las eliminatorias del Mundial.

Sabemos que es remota la posibilidad, porque los antecedentes futbolísticos de Israel no son altos y Palestina cuenta con una serie de limitaciones y condicionamientos de gravedad jamás vista en otros seleccionados: no contar casi ni con campos de juego como la gente y ver raleadas sus filas por atentados.

Visualizo el 7 de octubre como mojón trágico y a la vez memorable.


[1]  Más allá de un aspecto psicológico en la construcción de un “juguete militar” con seres humanos, está el aspecto crematístico: Israel ostenta en su propaganda de artefactos securitarios en el mercado internacional de armas, el que estén “probados en campo”.

[2]  Y además queda en pie la inquietante pregunta: ¿qué significa destruir viviendas (con o sin habitantes)? Un atroz castigo colectivo, expulsivo.

[3]   Porque esa cuenta macabra ha variado y mucho  en la relación de muertos por “bando” a lo largo de esta ya larguísima, penosa historia. Durante el conflicto mayor y más largo que enfrentó a palestinos con ingleses y sionistas unidos –la huelga y levantamiento de 1936 a 1939–, efectivamente las víctimas palestinas decuplicaron las de ingleses y judíos juntos. Pero en las resistencias más espontáneas frente a la expulsión de las tierras de labranza, en un par de acontecimientos en la década del ’20, con un sionismo todavía no tan militarizado, las muertes, siempre lamentables, fueron más, digamos, repartidas. En las intifadas (1987 y 2000), con un sionismo mucho más afianzado y militarizado, la proporción de muertos por bando empezó a ser la característica en el s xxi, reiterando el atroz saldo de 1936-1939. El 7 de octubre de 2023, rompió otra vez los conteos trágicos.

[4]   [email protected], “Ya nada será igual”, 13 octubre 2023.

[5]   El durísimo participio es literalmente exacto: salvo una escasa minoría de representantes del Congreso de EE.UU. a quienes las redes de apoyo judío no les envían contribuciones porque se los considera desahuciados, irrecuperables, a más de las tres cuartas partes de los congresales se les obsequia diversas fondos de asistencia, de cooperación, de fomento, de ayuda, de solidaridad; millones de dólares que de hecho es el combustible financiero  para todos los engranajes institucionales del Poder Legislativo norteamericano. A todos estos congresales se les hace muy, pero muy pesado levantar la mano contra los numerosos y nutridos intereses judeosionistas en EE.UU. y desde EE.UU.

[6]   www.JeremyRHammond.com, 18 oct. 2023. 

[7]   https://www.unz.com/jcook/lawless-in-gaza-why-britain-and-the-west-back-israels-crimes/.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.