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Hija mía, estas son lágrimas de lucha

Fuentes: Haaretz

Traducido del inglés para Rebelión por J. M.

«Estoy orgulloso de mi hija. Es una luchadora por la libertad que en los próximos años liderará la resistencia al Gobierno israelí».

Esta noche también, como todas las noches desde que decenas de soldados allanaron nuestra casa en el medio de la noche, mi esposa Nariman, mi hija Ahed de 16 años y su primo Nur, la pasarán tras las rejas. Aunque es el primer arresto de Ahed, ella no es ajena a vuestras prisiones. Mi hija ha pasado toda su vida bajo la sombra de la prisión israelí, desde mis largos encarcelamientos durante su infancia hasta los repetidos arrestos de su madre, hermano y amigos, hasta la abierta amenaza encubierta implícita en la presencia constante de los soldados en nuestras vidas. Entonces su propio arresto era solo una cuestión de tiempo. Una tragedia inevitable que tenía que suceder.

Hace varios meses, en un viaje a Sudáfrica, proyectamos para el público un video que documentaba la lucha de nuestro pueblo, Nabi Saleh, contra las fuerzas autoritarias de Israel. Cuando las luces volvieron a encenderse, Ahed se levantó para agradecer a la gente su apoyo. Cuando se dio cuenta de que algunos de los miembros de la audiencia tenían lágrimas en los ojos les dijo: «Podemos ser víctimas del régimen israelí«, pero estamos muy orgullosos de nuestra elección de luchar por nuestra causa, a pesar del costo conocido. Sabíamos adónde nos conduciría este camino, pero nuestra identidad, como pueblo y como individuos, se planta en la lucha y se inspira en ella. Más allá del sufrimiento y la opresión diaria de los prisioneros, los heridos y los muertos, también conocemos el tremendo poder que proviene de pertenecer a un movimiento de resistencia; la dedicación, el amor, los pequeños momentos sublimes que surgen de la elección de romper los muros invisibles de la pasividad.

«No quiero aparecer como una víctima y ​​no quiero dar a sus acciones el poder de definir quién soy y qué seré. Elijo decidir por mí misma cómo me verán ustedes. No queremos que nos apoyen debido a algunas lágrimas fotogénicas, sino porque elegimos la lucha y nuestra lucha es justa. Esta es la única forma en que podremos dejar de llorar algún día».

Meses después de ese evento en Sudáfrica, cuando desafió a los soldados armados de pies a cabeza, no fue repentina ira por la grave herida de Mohammed Tamimi, de 15 años, momentos antes y a solo unos metros de distancia, lo que la motivó. Tampoco fue la provocación de los soldados que entraron en nuestra casa. No. Estos soldados, u otros que son idénticos en su acción y su papel, han sido huéspedes no deseados y no invitados en nuestro hogar desde que Ahed nació. No. Se paró delante de ellos porque este es nuestro camino, porque la libertad no se regala y porque a pesar del alto precio estamos listos para pagarlo.

Mi hija tiene solo 16 años. En otro mundo, en vuestro mundo, su vida se vería completamente diferente. En nuestro mundo Ahed es una representante de una nueva generación de nuestra gente, de jóvenes luchadores por la libertad. Esta generación debe librar su lucha en dos frentes. Por un lado tienen el deber, por supuesto, de seguir desafiando y combatiendo el colonialismo israelí en el que nacieron, hasta el día en que se derrumbe. Por otro lado deben afrontar audazmente el estancamiento político y la degeneración que se ha extendido entre nosotros. Deben convertirse en la arteria viva que reviva nuestra revolución y la recupere de la muerte que conlleva una creciente cultura de pasividad que ha surgido durante décadas de inactividad política.

Ahed es una de las muchas mujeres jóvenes que en los próximos años liderarán la resistencia al Gobierno israelí. Ella no está interesada en el centro de atención que actualmente está originando debido a su arresto, sino en un cambio genuino. No es el producto de uno de los viejos partidos o movimientos y con sus acciones está enviando un mensaje: para poder sobrevivir debemos afrontar nuestras debilidades y vencer nuestros miedos.

En esta situación, el mayor deber de mi generación y el mío es apoyarla y dejarle paso, restringirnos y no intentar corromperla ni detener a esta joven generación en la vieja cultura e ideologías en las que crecimos.

Ahed, ningún padre en el mundo desea ver a su hija pasar sus días en una celda de detención. Sin embargo, Ahed, nadie podría estar más orgulloso que yo de ti. Tú y tu generación son lo suficientemente valientes para ganar a fin de cuentas. Tus acciones y valor me llenan de asombro y me hacen llorar. Pero de acuerdo con tu pedido estas no son lágrimas de tristeza o arrepentimiento, sino más bien lágrimas de lucha.

Bassem Tamimi, el padre de Ahed Tamimi es un activista palestino y colaborador de Haartez.

Fuente: https://www.haaretz.com/opinion/.premium-1.831873

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.