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Hijo de gato caza ratones

Fuentes: Rebelión

Cuando hace 58 años Fulgencio Batista se apropió por la fuerza del poder en Cuba, en su mente sólo estaba el ánimo de enriquecerse a como diera lugar. Llegó a la cúspide de su país para practicar, a sangre y fuego, lo único le interesaba y creía saber hacer: robar en cantidades industriales. «Los propietarios […]

Cuando hace 58 años Fulgencio Batista se apropió por la fuerza del poder en Cuba, en su mente sólo estaba el ánimo de enriquecerse a como diera lugar. Llegó a la cúspide de su país para practicar, a sangre y fuego, lo único le interesaba y creía saber hacer: robar en cantidades industriales. «Los propietarios en Cuba 1958» [1] detalla el capital que logró amasar quien 20 años antes había comenzado con la apariencia de un humilde sargento taquígrafo. Raúl Acosta Rubio y Francisco H. Tabernilla Palmero, sus dos últimos Secretarios Privados, explican hasta la saciedad en sus libros testimonios [2] las artes empleadas por el usurpador en el empeño.

Batista fue también precursor en emplear desde el poder a la mafia estadounidense para inundar sus bóvedas privadas. Su fusión carnal a Meyer Lansky y Santos Traficantes está ampliamente demostrada. [3] Sus alumnos mas aventajados no olvidan con facilidad esas lecciones.

Pero Batista, además de los records implantados en asesinatos y apropiación indebida de bienes y capital de ajena pertenencia, tuvo tiempo de dejar ahijados. Uno de los más renombrados es Lincoln Díaz-Balart, quien además del verdadero enlace religioso, compite con su pariente en acciones mafiosas y, como su Padrino, ahora huye del Congreso estadounidense practicando la máxima napoleónica de «una retirada a tiempo equivale a una victoria».

Lincoln dice que está queriendo resucitar «La Rosa Blanca» [4] , y si la memoria no falla, le cabe el honor de haber sido la primera organización terrorista anticubana, nacida con el sello real de su padre y mentor político, antes de que la Revolución Cubana cumpliera su primer mes de existencia.

El poético título martiano, en abierta burla y aparente contradicción de su sentido, se propuso continuar practicando el pillaje, como si a Cuba y su pueblo, tan poco tiempo después de Batista, le hubiera quedado algún otro bien de interés por sustraer.

Cuba hoy ya no es la empobrecida república del 59 -a pesar del brutal bloqueo que el propio Lincoln se ha propuesto perpetuar- y por eso es obvio se quiera arropar el muerto y hacerlo pasar por útil, con lujuriosos ojos puestos en revertir las pasadas nacionalizaciones. No menos lógico y válido es que Lincoln ahora esté dispuesto a participar también en el carroñeo de las arcas del Tio Sam. Pero nadie se engañe, eso es poco botín. La desmedida ambición de un verdadero capo siempre se erguirá a ir por más.

Pudiera ser muy sensato que al fin haya comprendido que su irritante y monotemático discurso cause risas en La Habana, del mismo modo que comienza a ser insultante en los cultos salones del poder en Washington y lo peor, empieza a restarles seguidores en el cada vez más cambiante Miami.

Paralelamente debe estar tratando de ocultar algún pecadillo relacionado con faldas, que para un icono del conservadurismo republicano tendría el efecto similar a los resultados de las revelaciones contra el Padre Alberto Cutié hace pocos meses; o alguna cuenta mal sacada por ineficientes y desleales contables, donde siempre queda a la luz el mal empleo de fondos y recursos.

Ya sufrió esos avatares en el año 2000, cuando pagó una multa al hallarle evidencia judicial suficiente para tipificar el delito de «no archivar informes financieros de su campaña», lo cual fue descubierto -o solo esos le quisieron descubrir- los interventores de la Comisión de Elecciones Federales (FEC). [5] También pudiera comprobársele ahora algún reciente tráfico de influencia en Radio o TV Martí, beneficiando a cualquier acólito atorrante.

La premonitoria estampida de Lincoln debe ser amasijo y consecuencia de todo el anterior análisis, pero sin dudas con la vista puesta en los grandes capitales, esos que solo están a disposición de los más célebres carteles de la droga, donde su experiencia ya no es la de un principiante.

En 1984, cuando todavía no era miembro del Congreso, salió ileso y muy bien remunerado de un «favor», que junto a su padre y guía espiritual, realizaron a los hermanos Rodríguez Orihuela, zares del Cartel de Cali. En la ocasión, cobraron con seis dígitos de moneda verde la influencia ejercida ante las altas esferas de la derecha española para evitar la deportación a EE.UU. de Gilberto Rodríguez Orihuela. [6]

En la actualidad hay muchos sesudos en geopolítica que con sus consejos debieron hacerle la boca agua al renunciante congresista. Seguramente explicaron que Colombia es políticamente el aliado más sólido de EE.UU., donde él es influyente y tiene aun la confianza de poderosos amigos, con la ventaja adicional de que ese país «disfruta» una sangrienta guerra y continua importando muchas armas y exportando drogas muy codiciadas y bien pagas en su país sentimental.

Igualmente debieron haber explicado que en su frontera sur hay otra guerra civil, donde el hampa está pretendiendo preservar sus niveles de tráfico ilícito, que ahora además se extiende a los seres humanos provenientes de la maldita Cuba, sin contar con los beneficiados centroamericanos de su estimulante Ley Nacara. Y si de tráfico se trata, no hay que descartar las posibilidades con armas, consolidado con el régimen de un Lobo amigo y deudor en Honduras. La guerra contra Castro, entre otras muy demócratas delicatessen, siempre justificará algún trasiego de armas y explosivos. Las mafias de «los contra», «los para» y «los narco» de todos los conflictos y confines siempre las necesitarán, y un granuja batistiano como Lincoln, valga la redundancia, se beneficiará abultadamente.

Sin delirar o preocuparse en exceso, los Castro tienen en la cultura alcanzada por su pueblo el antídoto más eficaz a estos planes. Esa vacuna, creada por sus reconocidos laboratorios de ética y verdades, es tan potente que inmuniza eternamente contra todos los mafiosos. Además, es de dominio público y sin proponérselo, es la única arma nuclear que nadie en el Mundo le puede disputar a la Revolución Cubana.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.