Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Las familias que padecieron la destrucción de sus hogares durante la reciente ofensiva israelí contra Gaza, obligadas ahora a vivir en tiendas de campaña, se enfrentan a una nueva miseria a causa de las fuertes lluvias que en los últimos días están azotando la Franja, que han reducido las tiendas a un montón de trapos empapados y convertido los campamentos en un lodazal.
Las condiciones de vida en las tiendas eran ya bastante difíciles antes de que el mal tiempo las asolara. Tras la ofensiva, tuvieron que levantarse cinco campamentos de tiendas (Al-Zaitun, la rotonda de Al-Qirim, Abedrabbo, Beit Lahia y Al-Rayyan) en áreas de los alrededores de la ciudad de Gaza y del norte. Quienes se ven obligados a vivir en ellas están hacinados, con apenas privacidad y una carencia absoluta de las instalaciones más básicas. Las madres que hay en los campos se lamentan del hecho de que sus niños no tienen un lugar para estudiar y que han de preparar las comidas y las bebidas calientes sobre hogueras al aire libre. Para los más ancianos de los campos, que recuerdan los campamentos iniciales de tiendas instalados por la UNRWA después de 1948, es como si los hechos hubieran ido siguiendo un trágico círculo completo.
Las tiendas proporcionan muy escasa protección de la lluvia y sus moradores no cuentan con ningún lugar donde mantener secos los suministros de alimentos básicos que alcanzan a llegarles. La lluvia no es tan fuerte como la que asoló Gaza en el otoño pasado causando inundaciones por doquier, pero los que se encuentran en los campos señalan que entonces estaban viviendo en sus hogares, construidos de hormigón y metal, y no en tiendas de tela y por no eso no sufrieron hasta el extremo que lo hacen ahora.
En la actualidad, la construcción de estructuras más permanentes para albergar a los desplazados se ve gravemente dificultada por las restricciones impuestas por Israel para que entren materiales en Gaza. Los que viven en los campos tienen conciencia de las promesas que se vienen haciendo de ayudar a Gaza, pero por el momento hay muy pocas esperanzas de ver que esa ayuda se materializa en un futuro cercano y se sienten aislados y abandonados. Hasta que los cruces no estén completamente abiertos y hasta que no se permita que entren la ayuda humanitaria y los materiales para la reconstrucción, la única débil esperanza que pueden permitirse es que la lluvia cese pronto.
Enlace con texto original:
http://www.un.org/unrwa/