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Un marxismo a contracorriente

Homenaje a Adolfo Sánchez Vázquez

Fuentes: Público

El pasado 19 de septiembre se cumplieron cien años del nacimiento de Adolfo Sánchez Vázquez, uno de los más grandes filósofos de las últimas décadas, verdadero hombre clave en la cultura latinoamericana contemporánea, que por desgracia, es prácticamente desconocido en nuestro país. Adolfo Sánchez Vázquez nació en 1915 en Algeciras (Cádiz), aunque pronto se mudó […]

El pasado 19 de septiembre se cumplieron cien años del nacimiento de Adolfo Sánchez Vázquez, uno de los más grandes filósofos de las últimas décadas, verdadero hombre clave en la cultura latinoamericana contemporánea, que por desgracia, es prácticamente desconocido en nuestro país.

Adolfo Sánchez Vázquez nació en 1915 en Algeciras (Cádiz), aunque pronto se mudó a Málaga con su familia, ciudad donde se afilió a la Juventud Comunista. En 1935 se trasladó a Madrid para estudiar Filosofía y Letras en la Universidad Central, a la que Sánchez Vázquez llegó influido por el entorno revolucionario malagueño, particularmente por el poeta comunista Emilio Prados.

Adolfo perteneció a una generación de jóvenes comunistas que desde muy pronto asumieron responsabilidades políticas. Durante la Guerra Civil, fue director de la revista de las JSU Ahora, asistió al II Congreso Internacional de Escritores Antifascistas, y entre otras tareas, participó en la retirada de Málaga durante la penosa marcha de más de 100.000 malagueños hacia Almería, asolados por el fuego naval enemigo, el hambre y el frío, que describe en su artículo «Recuerdos de la Guerra Civil en Málaga».

El inicio precoz en la política, junto a la estrecha relación con trabajadores y campesinos en su Andalucía natal, constituyen uno de los elementos que diferencian a Sánchez Vázquez de otros filósofos, que llegaron al marxismo tras un largo y, muchas veces conflictivo, trayecto personal.

Tras la Guerra Civil, y sin haber podido terminar sus estudios debido a ésta, se exilió a México. A diferencia de otros exiliados, que llegaron siendo ya venerables figuras académicas, Sánchez Vázquez tuvo que pasar varios años de penuria económica hasta que consiguió entrar en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Allí terminó sus estudios, se doctoró y comenzó a trabajar de profesor.

En su obra Filosofía de la Praxis, Sánchez Vázquez parte de la conocida 11ª tesis sobre Feuerbach de Marx «los filósofos no han hecho más que interpretar el mundo de diversos modos, pero de lo que se trata es de transformarlo», para desarrollar una concepción del marxismo como filosofía de la Praxis, entendida como «actividad objetiva y subjetiva, teórica y práctica, por la cual el hombre transforma la naturaleza y se transforma a sí mismo». Muy ligado al pensamiento de Gramsci, Sánchez Vázquez estudió esta noción de praxis desde sus orígenes griegos y a lo largo de la historia de la filosofía, deteniéndose en Hegel, Feuerbach, Marx y Lenin.

Sánchez Vázquez trabajó un marxismo donde los problemas teóricos y la práctica están conectados. Partiendo de la 2ª tesis sobre Feuerbach -«es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento» – Sánchez Vázquez plantea la praxis como un criterio de verdad. Esta importancia concedida a la práctica da lugar también a una concepción de la filosofía como una labor estrechamente vinculada a una tarea ética y política: la lucha revolucionaria. En definitiva, Sánchez Vázquez ayudó a comprender la filosofía marxista como un pensamiento que conjuga la voluntad de conocimiento científico del mundo con el esfuerzo político por criticarlo y transformarlo.

Escrita en polémica abierta con la socialdemocracia y con el stalinismo, Filosofía de la praxis ubica la categoría de «praxis» como el núcleo medular, como el carozo esencial de la filosofía de Marx. El marxismo es, como postula Sánchez Vázquez, una teoría de la revolución y una filosofía de la praxis, de la que parte una concepción de que el ser humano es «lo que produce y lo que hace».

La filosofía del pensador hispano-mexicano trata de fundamentar teóricamente la práctica política, es decir, desarrollar un acercamiento a la filosofía desde lo real. Se trata por tanto, no tanto buscar respuestas teóricas a cuestiones teóricas, como hallar respuestas teóricas a cuestiones prácticas.

Sus contribuciones principales apuntan a esclarecer especialmente el funcionamiento político e ideológico de la sociedad contemporánea. Este esclarecimiento resulta fundamental para desarrollar una práctica política transformadora en las nuevas condiciones del capitalismo contemporáneo.

Tal y como mantiene Néstor Cohan, la diferencia del pensamiento filosófico de Sánchez Vázquez respecto del marxismo occidental europeo, reside en que este último se constituyó en sus principales coordenadas teóricas y culturales a partir de una derrota (insurrecciones consejistas en Alemania, Hungría e Italia) y un aislamiento (Rusia bolchevique), mientras que el marxismo humanista de Sánchez Vázquez se estructuró a partir de la victoria de la Revolución Cubana y el espíritu continental de ofensiva política y teórica que ésta imprimió al pensamiento anticapitalista latinoamericano.

Sánchez Vázquez se convierte en una de las imprescindibles bisagras intelectuales y morales que mantienen la continuidad entre aquel fulgurante e incandescente marxismo europeo de los años 20 y primeros 30 y ese nuevo e irreverente marxismo latinoamericano que se abre a partir de la década del 60 y continúa hasta hoy.

Una de las principales tareas teóricas que tiene la izquierda transformadora en España es precisamente la recuperación y puesta en valor de la obra y de la figura de Adolfo Sánchez Vázquez, como uno de los mejores caminos para que la izquierda recupere el carácter anticapitalista y humanista que parece haber perdido.