Recomiendo:
0

ETA es todo, lo visible e incluso lo invisible

Ibon

Fuentes: Rebelión

Años y años de violencia política han generado un ambiente irrespirable en este país. Años de muerte y sangre injustificada, ante la cual muchos mirábamos para otro lado, han hecho de este país un habitáculo de la contradicción y un paraíso de la ética de garrafón. Años y años de violencia han generado un hastío […]

Años y años de violencia política han generado un ambiente irrespirable en este país. Años de muerte y sangre injustificada, ante la cual muchos mirábamos para otro lado, han hecho de este país un habitáculo de la contradicción y un paraíso de la ética de garrafón. Años y años de violencia han generado un hastío indolente ante la degeneración judicial convertida en refugio cotidiano de la impunidad jurídica del Estado de derecho. ETA se muere lentamente pero el Estado español clama venganza por años de duelo y funerales. Euskal Herria vive enferma de optimismo ante un presente que le exige rendir cuentas de todos sus olvidos. Lo esperamos todo, incluso la Nada impotentes ante la ilegitima presión a que se está sometiendo a determinada parte de la ciudadanía. Y sin embargo, ante esa coerción, ante las múltiples detenciones de jóvenes cuyo mayor delito no pasa más allá de pensar en clave independentista o portar pegatinas e ikurriñas, la mayor parte de la ciudadanía se llama andana o calla. Solo los allegados, los familiares y los implicados reconocen en cada detención, muchas veces arbitraria y desproporcionada, los efectos de una política antiterrorista de dudosa legitimidad. El conflicto político vasco, antaño santo y seña de la identidad social, ha devenido en un conflicto privado y familiar, en un conflicto de puertas adentro, allí donde se sufre en silencio y soledad, donde menos resuena. Porque se ha invisibilizado. A eso lo han reducido las estrategias políticas y jurídicas. También es cierto que estas detenciones, en las cuales no cabe la presunción de inocencia, obtienen poco eco político y mucho menos reconocimiento social. Porque hoy solo impera el «ahí se jodan».

El hijo de unos amigos fue detenido el pasado día 21 de octubre. Hoy está en la cárcel tras su paso por la Audiencia Nacional. Su único delito ha sido recaudar fondos para el Nafarroa Oinez, impulsar olentzeros populares, declararse independentista, hablar euskera y tener el cuarto empapelado de pegatinas inofensivas. Y sin embargo puede que, en este Estado de derecho proclamado a los cuatro vientos, acabe con sus huesos en la cárcel por una larga temporada. Este es el precio de años de sangres sin vengar y duelos sin cerrar. Un precio tasado de antemano que cotiza al alza en la batalla electoral ante el descrédito de un gobierno en bancarrota y una oposición carroñera. Un precio muy alto para alguien que no ha cometido delito alguno. Me dirán que eso lo dirán los jueces y fiscales. Pregunten a sus padres, escuchen su agonía, sus miedos y atrévanse a dudar de ellos. Yo no.

A esto hemos llegado. A padecer una situación en la que ETA es todo, lo visible e incluso lo invisible. Aquí todo vale ya, incluso acusar sin pruebas, detener sin criterio y esperar sentencia sentenciado. Y es que pareciera que la verdad es un pasatiempo de adolescentes, que nada ni nadie quiere poner fin a esta espiral de detenciones sin sentido, a estas tropelías desproporcionadas y mediáticas. Ibon tiene 20 años, creció entre ideales, gusten o no, pero legítimos. Con ellos ha construido su compromiso con la sociedad y su familia. Pero sobre todo tiene unas enormes ganas de vivir.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.