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Inhabilitar

Fuentes: Rebelión

Ya pueden decir lo que quieran los partidos que gobiernan, que la autocomplacencia con uno mismo no borra la realidad de la gente parada y del empobrecimiento progresivo de amplias capas de la sociedad española, sin que ni el gobierno del PSOE ni el del PP hayan hecho otra cosa que intentar vender el humo […]

Ya pueden decir lo que quieran los partidos que gobiernan, que la autocomplacencia con uno mismo no borra la realidad de la gente parada y del empobrecimiento progresivo de amplias capas de la sociedad española, sin que ni el gobierno del PSOE ni el del PP hayan hecho otra cosa que intentar vender el humo de desastrosas medidas contra la ocupación a cambio de una futura mejora que se aplaza, año tras año, en este extraño canje de lo malo de hoy por la mejora de mañana. El pensamiento único nos llevó a la burbuja, y su estallido a la crisis financiera, y ahora el pensamiento único nos empuja al precipicio de la miseria de la mayoría, sin que se haya inhabilitado ni a políticos ni a banqueros ni a empresarios que conservan: unos, los cargos y prebendas; otros, los «bonus» que premian su pésima gestión y los otros su patrimonio personal aunque arrastren a miles de personas a la pobreza. Los políticos, de izquierdas y de derechas, hacen las leyes que lo permiten. La gente lo permite también con los rasgos característicos de la humana condición: la cobardía, la codicia y el silenciar la injusticia de cerca gritando grandes palabras.

Hay que transformar este sistema en algo más equilibrado, compensado, que no deje a unos hacer daño sin impedirles repetirlo. Todo el mundo puede entender que las medidas que se han aplicado hasta ahora no son ni suficientemente ejemplares ni siquiera mínimamente correctoras de los destrozos, pues los causantes o no pagan o pagan el precio pequeño, mientras los que no han hecho ningún daño tienen ahora que pagar el festival de los demás. No se ha inhabilitado a profesionales del Banco Central Europeo ni del Banco de España. Todavía disfrutan de sus mansiones los constructores del millón de pisos sin vender y pueden seguir haciendo más, o dedicarse a hacer hoteles, mientras otros debemos contribuir a su deuda. Inhabilitar y hacer poner todo el patrimonio personal (levantando el velo de las sociedades que lo protegen) al servicio del pago de sus deudas. Hay que inhabilitar a los políticos que han estado al frente de las decisiones que nos han conducido hasta aquí, y cada uno de los proyectos fracasados por desorbitados debe conllevar, no una dimisión, sino una inhabilitación en tiempo proporcional a la valoración del daño, y en cualquier caso debe ser ejemplar.

La inhabilitación para hacer lo mismo, es la mejor manera de impedir que volvamos a estar en el mismo lugar conducidos por los mismos, y es la manera de proteger a los que hacen empresa sin componendas y los que inician el camino como empresarios o como políticos; pero esto requiere de poblaciones convencidas y practicantes de las virtudes que se piden a los demás, no lo pueden solicitar las poblaciones que se aprovechan del sistema que critican y que no ponen las energías necesarias para defender lo que conviene a la mayoría.

Fernando G. Jaén es Profesor Titular del Departamento de Economía y Empresa. UVIC.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.