Traducido para Rebelión por Germán Leyens
El ministro de exteriores egipcio, Ahmed Abul- Gheit, describió la decisión israelí de honrar a nueve judíos egipcios que realizaron una serie de atentados con bombas contra lugares en Cairo y Alejandría en 1954 – conocidos más adelante como el Affaire Lavon – como «algo que provoca sorpresa».
La semana pasada, Marcelle Ninio, Robert Dassa y Meir Zafran, los tres supervivientes que tomaron parte en 1954 en operaciones que tenían como objetivo principal empeorar las relaciones de Egipto con EE.UU. y Gran Bretaña, recibieron cartas de agradecimiento del presidente israelí Moshe Katsav, que entregó cartas similares a las familias de los otros seis inculpados. Hablando ante periodistas el sábado, Abul-Gheit atribuyó la sorpresa egipcia al hecho de que los inculpados «son judíos egipcios» que habían cometido «ataques terroristas contra objetivos civiles». Por ello, agregó, «Deberían ser calificados de terroristas», según «todas las normas internacionales».
«El Cairo tomó medidas para presentar su enérgica objeción oficial, a máximos funcionarios de Israel, retirando e informando al encargado de negocios israelí en Egipto», declaró un diplomático egipcio a Al-Ahram Weekly. Además, el embajador de Egipto en Tel Aviv presentó una objeción oficial al Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel.
Más de medio siglo después del affaire Lavon, en tiempos en los que la comunidad internacional está unida contra toda acción que pueda costar vidas inocentes, Israel «decidió expresar su respeto por estos héroes», según Katsav..
La ceremonia tuvo lugar solo unas pocas semanas después del retorno del embajador de Egipto a Israel, Mohamed Assem, que acababa de presentar sus credenciales a Katsav. Assem se hizo cargo cuatro años después de que el anterior embajador de Egipto, Mohamed Bassiouni, fue retirado para subrayar la protesta oficial de El Cairo contra las políticas agresivas de Israel contra los palestinos.
«La conmemoración israelí de los terroristas de los años cincuenta es desde todo punto de vista un vergonzoso escándalo internacional», dijo Mohamed El-Sayed Said, director adjunto del CentroAl-Ahram de Estudios Políticos y Estratégicos, al Weekly. Lo que hicieron los nueve judíos egipcios, dijo Said, fue una violación del derecho internacional. Honrarlos es, por lo tanto, una violación de ese derecho. «Es irónico que mientras Israel sigue tratando de atraer a la comunidad internacional presentándose como víctima de lo que califica de terrorismo, honre orgullosamente a terroristas, y los llame héroes». Esto, agregó, muestra claramente «el doble rasero aplicado por Israel según si se trata de ese país o de otros».
Said atribuyó la ceremonia al deseo del partido derechista de Israel de «mostrar lo poderoso que es ante el mundo. Una tal conmemoración constituye un mensaje interno y externo de que el partido gobernante tiene el poder de hacer lo que quiera, sin que haya ninguna fuerza que lo detenga».
El Affaire Lavon – también conocido en los aparatos de inteligencia como Operación Susannah – lleva el nombre de Pinhas Lavon, antiguo ministro de defensa de Israel, que fue considerado responsable de la autorización de los atentados, y en consecuencia fue obligado a renunciar.
En su libro «The Dispersion of Egyptian Jewry», Joel Benin escribe: «un posible objetivo de la Operación Susannah fue convencer al gobierno británico, involucrado en aquel entonces con Egipto en negociaciones sobre el retiro de la guarnición británica de la Zona del Canal de Suez, de que Egipto era un Estado inestable, radical, nacionalista, y que por lo tanto las fuerzas británicas no deberían ser evacuadas».
Varios ataques tuvieron por blancos la principal oficina de correos de Alejandría, las bibliotecas del Servicio de Información de EE.UU, en Cairo, la estación ferroviaria de El Cairo, y varios cines en Cairo y en Alejandría, todos causaron pánico y momentos de ansiedad entre los egipcios.
El 14 de julio de 1954, un judío egipcio, Philippe Natanson, que había planificado un atentado contra un cine, sufrió la explosión de una bomba en su bolsillo, incendiando sus ropas. Natanson fue capturado por la policía egipcia, y con ayuda del famoso espía egipcio Refaat El-Gammal, su confesión llevó al arresto de 11 de los 13 miembros de la banda. Uno de ellos se suicidó mientras estaba en la cárcel, dos fueron ejecutados y el resto fue sentenciado a condenas de prisión de siete años a perpetua. Cuatro fueron intercambiados posteriormente por prisioneros de guerra egipcios, después de la guerra de 1967.
Aunque Moshe Sharett, el primer ministro israelí en esa época, describió el proceso como un gran fiasco, los servicios de inteligencia militar israelíes admitieron posteriormente su responsabilidad en la realización de los ataques.
Los judíos egipcios habían constituido siempre una parte vibrante de la sociedad egipcia. Su migración a Egipto comenzó a principios del Siglo XIX. En 1947, la comunidad judía egipcia estaba compuesta de 75.000 que provenían de todo el mundo. A diferencia de sus homólogos en Europa que vivían en pequeños guetos, los judíos egipcios vivían junto a los musulmanes y los coptos en grandes distritos de clase media alta, en El Cairo, Alejandría, Mansura, Tanta, Port Said, Suez e Ismailia.
Muchas familias judías en Egipto – Cicurel, Adds, Levy y Mosseri – establecieron grandes corporaciones especializadas en la agricultura, las finanzas, el transporte y la industria del acero. Al llegar los años sesenta, más de 65.000 judíos egipcios habían abandonado Egipto, y en 1977 quedaban sólo 300 judíos egipcios, en su mayoría de elevada edad, en Egipto. No hay cifras exactas sobre la cantidad de judíos egipcios que viven actualmente en Egipto; se dice que no exceden los 100 individuos.
http://weekly.ahram.org.eg/2005/737/eg3.htm