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Israel con licencia para perpetrar un genocidio

Fuentes: Rebelión - Imagen: 9 palestinos asesinados, incluyendo 5 niños, por el ataque israelí en el campo de refugiados de Bureij este domingo 16 de junio [Ashraf Amra/Anadolu Images]

«¿Dónde está el mundo?», pregunta el padre palestino ante el cuerpo de su hija quemada y desmembrada en el último ataque israelí.La Jornada, mayo 27 de 2024.

El cinismo criminal del occidente imperial no tiene límites, como lo muestra su apoyo y legitimación del genocidio que Israel realiza en la Palestina histórica. Ese genocidio, que sufren en carne viva los habitantes de Gaza, no es un asunto jurídico como quieren hacernos creer los ideólogos del nazi-sionismo dispersos en distintos lugares de Estados Unidos, Europa y otros lares y que hablan a través de falsimedia, las redes antisociales y desde confortables torres de marfil de su pedestal académico. 

El decrépito presidente de Estados Unidos, Joe Biden, copartícipe en el crimen de lesa humanidad, dice que “lo que está pasando en Gaza no es un genocidio” y esa misma mentira es la que repiten los corifeos de Europa para quienes “Israel es una democracia y por tanto no puede ser genocida” y tiene el derecho a autodefenderse, término que se emplea para darle un carácter benigno a la limpieza étnica, a los crímenes de guerra, a los crímenes de lesa humanidad y al genocidio con el que pretende exterminar al pueblo palestino.

El genocidio sigue en marcha, pese a las protestas antisionistas en muchos lugares del mundo, porque no hay ningún poder efectivo, material y militar que lo detenga. Ocurre porque Estados Unidos, Alemania y la Unión Europea arman a los criminales de Israel para que masacren a los palestinos. Ocurre porque las corruptas monarquías árabes, aparte de retórica insustancial no cortan el chorro de petróleo que mantiene en funcionamiento el aparato genocida de Israel. Ocurre porque no existe ningún apoyo militar efectivo a los palestinos para enfrentar al poderosos equipo criminal de Israel.

Las declaraciones altisonantes de la inútil Organización de Naciones Unidas (ONU) y sus diversas instancias, con su condena verbal al genocidio en nada ayudan a los palestinos. Lo mismo sucede con las decisiones demagógicas y encubridoras, que a la larga favorecen al sionismo en su avance genocida sobre el terreno, de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) o de la Corte Penal Internacional (CPI). Aunque esas declaraciones sí indiquen la pérdida de legitimidad internacional de Israel, en la práctica a los criminales sionistas poco les importan, mientras sigan con el respaldo de la “comunidad internacional de delincuentes” y sus órganos de falsimedia.

Uno de los últimos embustes que se ha puesto a circular sobre la supuesta operatividad del “Derecho Internacional”, hoy por hoy una burda ficción, gira en torno a la decisión del Fiscal de la CPI, el británico Karim Khan, quien recientemente solicitó emitir ordenes de captura contra Benjamín Netanyahu, Primer Ministro de Israel y el ministro de Defensa, Galant, por “posibles crímenes de guerra” en el conflicto en Gaza. Al mismo tiempo, y ahí está la parte ponzoñosa del asunto, se libran ordenes de captura contra los altos mandos de Hamas, que por lo demás no es un Estado.

Esa es una forma olímpica de esa CPI de lavarse las manos y de legitimar a la larga los crímenes del colonialismo europeo ‒e Israel es hoy el brazo operativo de esos crímenes en el mundo árabe‒ al condenar de antemano la resistencia del pueblo palestino. Con esa simetría, que revive la infame teoría de los dos demonios, que tanto daño ha causado en Argentina y nuestra América, se está diciendo que tienen la misma equivalencia los crímenes coloniales del occidente imperial y las luchas de liberación nacional, algo que suena a música celestial y sabe a almíbar para los liberales, bien pensantes y obnubilados por el cretinismo jurídico, de Europa y Estados Unidos.

Esto significa que, para la CPI, son equivalentes las acciones de los genocidas nazis y los resistentes del Gueto de Varsovia, o las del ejercito ocupante de Estados Unidos y el Ejército Popular de Liberación de Vietnam, o las de las tropas de ocupación de Francia y los luchadores que los enfrentaban en Argelia… Con esta vergonzosa nueva jurisprudencia, que legitima los genocidios coloniales, en retrospectiva debieron ser juzgados en Nuremberg no solo los criminales nazis sino los guerrilleros que los combatieron en toda Europa, entre ellos los del Gueto de Varsovia.

Claro, algunos se felicitan porque por primera vez en su sangrienta historia existen órdenes de captura contra criminales de postín de Israel. Pocos señalan que esas ordenes terminan siendo retóricas y simbólicas, puesto que quién se atreve a ponerle el cascabel al gato (esto es, cuál gobernante de Estados Unidos o Europa se atrevería a capturar a Netanyahu).

Pese a todo, esa demagógica orden de captura toca fibras tan sensibles en el imaginario colonialista que de inmediato vinieron los rechazos, en los que, desde Israel, Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania y la Unión Europea, se señaló como un atrevimiento vergonzoso equiparar una “organización terrorista” (Hamas) con un “Estado democrático”, supuestamente Israel. Esto demuestra que en cuestiones de “derecho” el occidente imperial, hegemonizado por Estados Unidos, se sigue presentando como campeón mundial del orden basado en normas y leyes, que nadie respeta, empezando por ellos mismos, como se comprueba a diario en Palestina. Queda claro con ese comportamiento de la “doble moral” en materia de leyes que en el mundo real no impera ningún respeto a la ley sino la fuerza bruta, la que siempre ha desplegado el colonialismo europeo para imponer sus intereses desde 1492.

En esta dirección, son papel higiénico ‒y usado‒ las órdenes del Fiscal de la CPI para detener a Netanyahu, así como las de la Corte Internacional de Justicia que “ordenó” (sic) a Israel detener “inmediatamente” su ofensiva militar en Rafah, en el sur de Gaza. E Israel las toma como tal, como papel higiénico desechable, como todo lo referido a la ONU y a la “legitimidad internacional”, tal y como lo testifica que Gilad Erdan, Embajador de Israel en la ONU, un individuo atrabiliario y genocida, moliera en vivo y en directo con una trituradora de papel la Carta de las Naciones Unidas.  

Que todo esa retórica jurídica es papel higiénico para Israel lo comprueba el hecho contundente de que, al mismo tiempo que en La Haya los jueces togados con solemnidad emiten sus “órdenes”, el ejercito sionista sigue masacrando a los palestinos, bombardeando los campos de refugiados, expulsándolos de sus tierras, en fin, llevando con calculo y fría meticulosidad su genocidio colonial en el siglo XXI.

Por todo ello, resuenan como falsas y carentes de sentido de realidad, las palabras del Fiscal de la CPI, el nombrado Karim Khan, quien declaró el 26 de mayo que “nadie tiene licencia para cometer crímenes de guerra o de lesa humanidad” aunque agregó, con ese tono sibilino que legitima el genocidio del sionismo, que “Israel tiene todo el derecho a proteger a su población y a recuperar los rehenes capturados por Hamas”. Es decir, en últimas y como conclusión definitiva: Israel si tiene todo el derecho a perpetrar un genocidio, del mismo nivel que los que históricamente ha realizado el Occidente Imperial. De eso no queda la menor duda, si nos atenemos a los duros hechos de la realidad y no a pamplinas jurídicas para deleite de leguleyos de todos los pelambres.  Israel es el James Bond, el Kid Matón del lejano oeste de nuestros días, con licencia no solo para matar, sino para perpetrar un genocidio.

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Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.