Los grupos sionistas van más allá de tergiversar los propósitos de Martin Luther King: Han inventado una carta inexistente del defensor de los derechos humanos y la difunden profusamente como si fuera un documento auténtico. Pocos piensan que no soy bastante cínico. Como dedico mi vida al trabajo contra el racismo, y por lo tanto […]
Los grupos sionistas van más allá de tergiversar los propósitos de Martin Luther King: Han inventado una carta inexistente del defensor de los derechos humanos y la difunden profusamente como si fuera un documento auténtico.
Pocos piensan que no soy bastante cínico. Como dedico mi vida al trabajo contra el racismo, y por lo tanto escucho toda clase de excusas inventadas por los que tratan desesperadamente de evitar que se les considere racistas, ya no hay mucho que pueda sorprenderme. Cuento con que mis prójimos mientan sobre el aspecto racial; que me cuenten cuántos amigos negros tienen; que juren que no tienen ni un solo hueso racista en todo su cuerpo. Y cada enero, a punto de llegar al aniversario festivo de Martin Luther King Jr. me he acostumbrado a esperar que alguien abuse de las palabras del buen doctor para promover una agenda que él, con toda seguridad, no hubiese apoyado. Por lo tanto, hace tiempo que me resigné a las pandillas de imbéciles que se dignan a utilizar la línea del «contenido de su carácter» de King de su Marcha de 1963 en Washington para atacar la discriminación positiva, ostensiblemente porque King prefería la simple «ceguera ante el color». Que King haya apoyado en realidad los esfuerzos que ahora llamamos discriminación positiva – e incluso miles de millones en reparaciones por la esclavitud y la segregación – como lo he documentado en un artículo anterior, no le importa a esas personas. Nunca han leído la obra de King, y sólo han prestado atención a un clip noticioso de un discurso, así que ¿qué más podemos esperar de semejantes simplones? Y a pesar de todo, incluso después de establecer mis credenciales de cínico, lo último que esperaba que alguien pudiese hacer sería que sencillamente inventara una cita de King; una cita que simplemente jamás fue dicha por él, y pretendiera que provino de una carta que nunca escribió, y que fue publicada en una colección de sus ensayos que jamás existió. Francamente, ese nivel de engaño es algo especial. El timo del que hablo circula actualmente por Internet y pretende probar el firme apoyo de King al sionismo. Por cierto, va más lejos.
En el engendro en cuestión, intitulado «Carta a un amigo antisionista», King proclama que la crítica del sionismo equivale a antisemitismo y compara a los que critican el nacionalismo judío como se manifiesta en Israel con los que tratarían de pisotear los derechos de los negros. Marea, por cierto, y no es otra cosa que sandeces, como lo puede comprobar cualquier investigador aficionado si quiere hacerlo. Pero, por cierto, no se puede esperar que el tipo de persona que defiende una ideología que necesitó la expulsión de tres cuartos de millón de palestinos de sus tierras y que luego mintió sobre el tema, pretendiendo que, de toda manera, esas personas, los palestinos, jamás habían existido (en la infame salida de Golda Meir), tenga mucho respeto por la verdad. Lo aprendí recientemente, y de modo brutal, cuando la Federación Judía de Des Moines logró hacer que me eliminaran de los eventos del día de MLK en la ciudad: dos discursos que habían sido programados en nombre de la Conferencia Nacional de Comunidad y Justicia (NCCJ, por sus siglas en inglés).
Por mis críticas a Israel – y porque soy judío que se opone en público a la filosofía del sionismo – el shtetl Des Moines decidió que yo no era adecuado para hablar en un evento de MLK. Después de circular la supuesta cita de King y de amenazar con el retiro de todos los aportes en dinero de la comunidad judía para futuros eventos de la NCCJ, fui eliminado. El ataque, desde luego, se basó también en una distorsión de mis propias creencias. El jefe de la Federación, Mark Finkelstein, afirmó que yo había mostrado mi desdeño por el bienestar de judíos, a pesar de que mi argumento ha sido, desde hace tiempo, que la práctica del sionismo ha conducido a que los judíos del mundo estén menos seguros que nunca. Pero fue su duplicidad sobre los puntos de vista de King la que fue más inquietante. Aunque Finkelstein sólo recitó una línea de la supuesta «carta» de King sobre el sionismo, la extrajo de la carta más amplia, que parece haber sido originada por el rabino Marc Schneier, que la cita en su libro de 1999: «Shared Dreams: Martin Luther King Jr. and the Jewish Community.» En él, se utiliza una retórica exagerada como la siguiente:
«Digo: que la verdad resuene de las cimas de las altas montañas, que su eco resuene por los valles de la verde tierra de Dios: Cuando la gente critica el sionismo, quiere decir los judíos – es la verdad de Dios mismo». La carta también está repleta de errores gramaticales que cualquier lector semi-instruido de King hubiese sabido de inmediato que éste no podía haber sido su autor, como por ejemplo: «antisionista es inherentemente antisemita y siempre será así». El tratado, afirman, fue publicado en la página 76 de la edición de agosto de 1967 de Saturday Review y supuestamente puede ser leído asimismo en la colección de la obra de King intitulada: «This I Believe: Selections from the Writings of Dr. Martin Luther King Jr.» El que los cuentistas nunca mencionen al editor de esa colección debería haber sido un indicio evidente de que pudiera no ser genuina, y por cierto que no lo es. El libro no existe. En cuanto a Saturday Review, hubo cuatro ediciones en agosto de 1967. Dos de las cuatro ediciones contenían una página 76. Una de las páginas 76 es de avisos clasificados y la otra, una reseña de Sgt. Pepper, el álbum de los Beatles. No se ve una carta de King por ninguna parte.
No obstante, su falta de autenticidad no ha impedido que haya tenido una larga vida. No sólo aparece en el libro de Schneier, sino que fragmentos de la carta han sido leídos por Michael Salberg de la Liga Contra la Difamación [ADL, siglas en inglés de: Anti-Defamation League] como testimonio ante un Subcomité de la Cámara en julio de 2001, y todo tipo de grupos pro-Israel (desde los sionistas tradicionales a los likudistas de derecha, e incluso por los cristianos que apoyan que los judíos se reúnan en Israel para acelerar el retorno de Jesús), han usado el material en sus sitios en la red.
En realidad, parece que King jamás hizo algún comentario público sobre el sionismo en sí; y la única declaración que se sepa que hizo sobre el tema, hecha en privado a un puñado de personas, tiene un contenido muy lejano del que pretenden que aparece en la así llamada «Carta a un amigo antisionista». En 1968, según Seymour Martin Lipset, King estuvo en Boston y asistió a una cena en Cambridge junto con el mismo Lipset y una serie de estudiantes negros. Parece que, después de la cena, un joven hizo una observación bastante dura atacando a los sionistas como personas, a lo que King respondió: «No hables así. Cuando la gente critica a los sionistas, quieren decir judíos. Tú hablas antisemitismo». Suponiendo que esta cita sea correcta, se encuentra aún lejos del endoso ideológico del sionismo como teoría o práctica que es evidenciado en la falsa carta.
Después de todo, la respuesta a una dura declaración sobre individuos que son sionistas con la advertencia de que semejante lenguaje oculta a menudo un prejuicio anti-judío, es comprensible. Más que eso, el comentario fue sin duda valedero para la mayoría de la gente, especialmente en 1968. Es una declaración de opinión sobre lo que piensa la gente cuando dice algo. No es una declaración sobre la validez o perfidia inherente de una visión del mundo o sus efectos.
Del mismo modo, consideremos el siguiente dualismo análogo: primero, que «la oposición a los programas de asistencia social es siempre racismo», y segundo, que «cuando la gente critica a los receptores de ayuda social, quiere decir negros. Eso es racismo».
Mientras esta última declaración podría ser genuina – y los estudios tienden a sugerir que lo es – la primera es asunto de convicción ideológica, en gran parte no-verificable, y por lo tanto más tendenciosa que su contraparte. En todo caso, como con las citas de King – tanto amañadas como genuinas – la verdad de la última no dice nada sobre la verdad o falsedad de la primera.
Por lo tanto, sí, King amonestó rápidamente a una persona que expresó hostilidad hacia los sionistas como personas. Pero no afirmó que la oposición al sionismo era inherentemente antisemita. Y para los que critican el sionismo en la actualidad y que, como yo, son judíos, creer que queremos atacar a los judíos, siendo judíos, cuando nos declaramos contra Israel y el sionismo, es absurdo.
En cuanto a la posición pública de King respecto a Israel, fue bastante limitada y no es precisamente una piedra angular de su visión del mundo. En una reunión con líderes judíos, algunas semanas antes de su muerte, King señaló que la paz para israelíes y árabes constituía en ambos casos razón para sentir seria inquietud. Según King, «la paz para Israel significa seguridad, y debemos emplear toda nuestra fuerza para proteger su derecho a existir, su integridad territorial».
Sin embargo, una declaración semejante no dice nada sobre cómo debería constituirse Israel, ni habla en absoluto de los palestinos, cuyas vidas y desafíos apenas se veían en la pantalla de radar del mundo en 1968.
En esa época, la preocupación de Israel era la hostilidad de Egipto, y por cierto todos estarían de acuerdo en que toda nación tiene derecho a no ser atacada por un vecino. EE.UU. tuvo también un derecho a no ser atacado por la Unión Soviética – con lo que King indudablemente hubiese estado de acuerdo, afirmando con ello el derecho a existir de Estados Unidos. Pero ¿hay alguien que pueda pretender que un sentimiento parecido significaría el derecho de EE.UU. a existir como lo hacía, digamos en 1957 o en 1961, con la segregación? Claro que no.
Lo mismo en el caso de Israel. Su derecho a existir, en el sentido de no ser violentamente destruido por fuerzas hostiles, no significa que tenga derecho a existir como un estado judío per se, en vez de ser el estado de todos sus ciudadanos. No significa que tenga derecho a leyes que otorgan privilegios especiales a los judíos provenientes de todo el mundo, sobre los árabes indígenas.
También habría que señalar que en el mismo párrafo en el que King reiteró su apoyo al derecho de Israel a existir, también proclamó la importancia de una masiva ayuda pública a los árabes del Medio Oriente, a través de un Plan Marshall, para contrarrestar la pobreza y la desesperación que conducen frecuentemente a la hostilidad y a la violencia contra los judíos israelíes.
Esa parte de la posición de King es típicamente ignorada por la comunidad judía organizada, desde luego, por más que haya sido tan importante para King como la integridad territorial de Israel.
En cuanto a lo que King diría hoy sobre Israel, el sionismo, y la lucha palestina, sólo podemos especular.
Después de todo, murió antes de que se hiciera evidente toda la tragedia de la ocupación de Cisjordania y de Gaza.
Murió antes del tratado de paz entre Egipto e Israel; antes de la invasión de Líbano y de las masacres de Sabra y Chatila; antes de la Intifada de los años 80; antes de que Israel se decidiera a servir de testaferro para la política exterior de EE.UU. – canalizando armas a gobiernos fascistas en África del Sur, Argentina y Guatemala, o ayudando a armar a criminales terroristas en Mozambique y a los contras en Nicaragua.
Murió antes de la proliferación de asentamientos ilegales en todos los territorios; antes de la ola de atentados suicidas / homicidas; antes de que los sondeos mostraran que casi la mitad de los judíos israelíes apoyan que se elimine a los palestinos mediante la «transferencia» a países vecinos.
Pero una cosa es segura. Aunque King sin duda condenaría rotundamente la violencia palestina contra civiles inocentes, también condenaría la violencia estatal de Israel.
Condenaría los ataques con misiles contra vecindarios enteros para eliminar a un puñado de terroristas buscados.
Se opondría a la entrega de ametralladoras a fanáticos religiosos de Brooklyn que van a los territorios y proclaman su derecho divino a la tierra y el derecho de expulsar a los árabes de sus localidades; o los encierran, o los discriminan de muchísimas maneras.
Se opondría al racionamiento desigual de los recursos hidráulicos entre judíos y árabes que es la política israelí.
Se opondría a los degradantes puntos de control por los que deben pasar los trabajadores palestinos para ir a sus trabajos, o para retornar a sus casas después de un largo día de faena.
Se opondría a la política que permite a los oficiales del ejército israelí que disparen contra niños que lanzan piedras, de sólo doce años.
En otras palabras, probablemente criticaría la concretización del sionismo en el terreno, tal como se ha desarrollado efectivamente en el mundo real, a diferencia del mundo de la teoría y la especulación.
Todo esto queda eminentemente claro después de cualquier lectura honesta de su obra o de un examen de su vida. Sería un intercesor por la paz. Y es una tragedia que en lugar del propio King, nos veamos agobiados por charlatanes como los de la ADL, o de la Federación Judía de Des Moines, o rabinos como Marc Schneier que jamás se digna hablar de las declaraciones originales de Martin Luther King, con una voz que no es la suya.
* Tim Wise es un activista, escritor y conferencista antirracista. Su correo es: [email protected]
January 20, 2003
Título original: Fraud Fit For A King: Israel, Zionism, And The Misuse Of Mlk
Enlace: http://www.zmag.org/Sustainers/Content/2003-01/20wise.cfm
Traducido por Germán Leyens