Mientras representantes de una veintena de estados e instituciones se preparaban para un encuentro en Roma en el que abordar el conflicto entre Israel y Líbano, elGobierno de Tel Aviv se permitía bombardear a la misma ONU y matar a cuatro de sus observadores internacionales, a pesar de que Naciones Unidas había conminado insistentemente a […]
Mientras representantes de una veintena de estados e instituciones se preparaban para un encuentro en Roma en el que abordar el conflicto entre Israel y Líbano, elGobierno de Tel Aviv se permitía bombardear a la misma ONU y matar a cuatro de sus observadores internacionales, a pesar de que Naciones Unidas había conminado insistentemente a las autoridades israelíes a que dejaran de lanzar misiles sobre la zona en la que se encontraba su delegación. Cuando la reunión ya había comenzado en la capital italiana, no sólo siguieron las agresiones contra Líbano, sino que Israel volvió a invadir tierra palestina, lanzando un ataque contra Gaza en el que murieron al menos 22 palestinos. Estos datos evidencian el envalentonamiento del Ejecutivo de Ehud Olmert, que día tras día viene comprobando que las principales potencias mundiales apoyan sus planes bélicos para lograr una reestructuración de la región favorable a sus intereses, mientras que los estados e instituciones que dicen defender la causa de los libaneses y los palestinos no tienen capacidad o decisión para tratar de frenar la matanza y destrucción que está causando Israel.
La reunión de Roma no hizo otra cosa que redactar un vacuo documento que en nada perjudica a Israel y que propone la interposición de una fuerza internacional bajo mandato de la ONU que se instalaría en el sur de Líbano. Es decir, este país volvería a ver parte de su territorio ocupado por exigencia de su vecino del sur. ¿Por qué no se crea esa franja de seguridad en Israel? ¿Quién asegura la vida de los libaneses? ¿Quién la de los palestinos una y otra vez masacrados en su propio territorio?
Buena parte de la reacción internacional se basa en el reconocimiento del «derecho a defenderse» de Israel, y quienes critican la actuación del Gobierno de Tel Aviv lo hacen en función de la desproporción de la fuerza empleada. Hoy cabe recordar que este último episodio del conflicto comenzó con el apresamiento de dos soldados israelíes de los que ya nadie parece acordarse en una zona ocupada en la que el Ejército israelí se mueve sin respetar fronteras. Es decir, Israel no es el agredido sino el agresor, al igual que ocurre en Palestina. Por lo tanto, es a los palestinos y a los libaneses a los que les corresponde el ejercicio del legítimo derecho a defenderse. Y tampoco puede decir Olmert ni el PP que Hizbula lanza miles de misiles diarios sobre Haifa para matar civiles. Hasta que Israel comenzó a bombardear indiscriminadamente Líbano, no se había producido ningún ataque contra localidades del norte israelí. Tampoco con ese ejemplo puede sostener Israel que mata decenas de libaneses en defensa propia.