El Estado de Israel va descendiendo, año en año, década a década, pasos militares tras pasos militares, los círculos de su infierno. Como victimarios, pese a su proclamado victimismo. El sionismo y el integrismo judeo-israelí está haciéndole vivir esos círculos de estragos y muerte a los palestinos. Particularmente y con diversas modalidades a la Franja […]
El Estado de Israel va descendiendo, año en año, década a década, pasos militares tras pasos militares, los círculos de su infierno. Como victimarios, pese a su proclamado victimismo. El sionismo y el integrismo judeo-israelí está haciéndole vivir esos círculos de estragos y muerte a los palestinos. Particularmente y con diversas modalidades a la Franja de Gaza, a Cisjordania, a Jerusalén…
En este atroz deterioro de las vidas ajenas, tenemos, por ejemplo, a los palestinos expulsados en 1948 de su tierra cuando la Nakba. Un ejemplo: los que se reinstalaron en Yarmuk, en las afueras de Damasco, Siria, han sido ahora invadidos y ocupados por el Ejército Islámico, esa peculiar cruzada de fanatismo explícito.
El descenso al infierno al que aludo con las acciones de Israel viene de larga data. En rigor, desde principios del s. XX. Sin embargo, ha habido «descensos» pronunciados en 1948, en 1967, en 2002. En enero de 2006 se inicia una de estas espirales atroces, en la Franja de Gaza, cuando, como dice Noam Chomsky, los palestinos votan «mal», fuera del gusto de Israel y EE.UU., aunque impecablemente, como lo reconocieron todos los veedores; votaron a Hamas, que resultó triunfante sobre la mezquina y entregada AP. El golpe de estado que entonces da Israel pateará el tablero democrático que laboriosamente se había conseguido: el gobierno israelí mantiene a su chirolita, Mahmud Abbas y a su elenco (de la Autoridad Palestina) en el «gobierno» de lo que se llama palestino, en los exiguos tramos de Cisjordania que no están en manos de los colonos o del ejército israelí, y en la Franja de Gaza. Para lo cual encarcela a veintenas de candidatos ganadores de las elecciones, de Hamas. El golpe de mano sionista prospera en Ramallah, en tierra cisjordana donde Hamas no puede asumir. En la Franja de Gaza, en cambio, Hamas logra expulsar a los entronizados por el gobierno israelí, reponiendo de alguna manera el resultado electoral.
Pero esto no será admitido ni perdonado por Israel.
A medida que Israel acentúa su represión, se acrecienta una resistencia sorda, no sólo desde la sociedad palestina sino desde otras áreas, otros circuitos… todo muy inconexo, no articulado, pero reflejando disgusto, desagrado.
Israel ha logrado matar cada vez más palestinos, adultos y niños con sus operativos, con nombres tan nefandos como «Plomo derretido». Pero con ese andar, ha aumentado la repulsa de más y más gente, incluso de algunos otrora admiradores del EdI (como Stephen Hawking). Significativamente, luego de la matanza de diciembre 2008 y enero 2009 ─centenares de niños asesinados en el festival de muerte que paseó por la FdG─ el EdI y el sionismo editó un material con la finalidad de contrarrestar el deterioro de imágenes que la craneoteca sionista indudablemente percibiera: Israel’s Project’s 2009. Global Language Dictionary, con una batería de argumentos para contrarrestar el mal efecto dado por la realidad. Desde entonces, 2009, el EdI es crecientemente consciente de su pérdida de legitimidad. El «diccionario» es un compendio táctico de cultivo de imagen, por ejemplo usando lo que denomina a «Palabras que caen bien» («Words that work»): «Obviamente el estado palestino será la respuesta a los palestinos sin patria (desestatizados)». Y, para preservar la imagen; «Palabras que no caen bien» («Words that don’t work»). «La línea de cese de fuego no es intrusiva. Calculo que lo que toma del territorio palestino es menos del 8% en la Margen Occidental [Cisjordania] y que se trata básicamente de áreas en que prosperan las colonias judías que necesitan protección.» No hablar así, recomiendan, así como lamentar siempre la muerte de palestinos…, lo que se llama Public Relations…
En 2010, se edita un nuevo manual de argumentaciones del mismo tenor además de encarar el «la ‘edición sionista’ de Wikipedia» («‘Zionist editing’ on Wikipedia…)
¿Qué es lo que está pasando desde entonces? Ha sobrevenido un cierto cansancio que no facilita al sionismo el usurpar territorios como si estuvieran histórica, ética o bíblicamente justificados: hay crecientes sectores de sociedades diversas que empiezan a cuestionar ese comportamiento. El mejor termómetro actual para verificar ese cambio es la expansión del BDS, el proyecto palestino de boicot, desinversión y sanciones a las actividades del EdI. Aunque el grueso de dicho boicot se concentre en las usurpaciones más recientes de los territorios palestinos, en Cisjordania o Jerusalén, por ejemplo, el aislamiento se está haciendo sentir. Empresas de tendido de vías férreas o carreteras que cancelan su trabajo al incluir territorios «palestinos», empresas de envases de alimentos que se niegan embotellar productos palestinos que se presentan como israelíes, cantantes que declinan participar en festivales exclusivos para israelíes, cuando tan cerca ese mismo público o sus conciudadanos le hacen la vida cotidiana imposible a natives, que en algunos casos están prácticamente prisioneros.
Lo que denominé ‘difusión de un cierto malestar’ se expresa también entre judíos, no sionistas o antisionistas, obviamente. Lo cual nos resulta particularmente relevante. En algunas sociedades con fuerte presencia judía, particularmente en EE.UU. con la comunidad judía mayor del planeta, el cuestionamiento del peligrosísimo camino emprendido por el eje económico-miliitar EE.UU.-Israel está expresándose cada vez más. Se agrupan judíos que repudian la labor de AIPAC, [1] por ejemplo.
Como dice John Whitbeck [2] hasta hace relativamente poco tiempo «la conquista de nuevos espacios para el estado judío era algo bueno o porque lo consideraban, al igual que el genocidio de los pueblos indígenas de América del Norte […] un hecho injusto irreversible sobre el que no vale la pena seguir pensando.» Esta suerte de «fatalismo histórico» tuvo su mentís con el afloramiento de «la teoría de los dos estados». [3] Lo que sostiene Whitbeck es que en tanto las tratativas, que se fueron estirando durante décadas invocaban ‘la teoría de los dos estados’, pragmáticamente el EdI se siguió adueñando de más y más territorios. Con los colonos en Cisjordania, con los cambios «residenciales» en Jerusalén. Finalmente ni el más distraído de los mediadores podía creer en «dos estados» cuando físicamente fue desapareciendo o deshilachándose tal eventualidad… Los israelíes más bíblicos se encargaron de «fundamentar» que para los deseos de Yahvé, las tierras conquistadas en 1948 y las conquistadas en 1967 son todas iguales… Volvemos a la forma de pensar de Golda Meir en sus dos variantes; la positiva; ‘nos molesta profundamente que los jóvenes palestinos se hagan matar por los nuestros‘ o la negativa; ‘palestinos, ¿existen acaso?’
Este strip-tease de las verdades sionistas son los que están contribuyendo, según Whitbeck, a que crecientes corrientes de opinión empiecen a recelar de un Israel «supremacista, etnicista y sectario» y a anhelar un estado democrático, antirracista, en una palabra, la solución de un estado proclamado por tantos palestinos durante tanto tiempo: un estado democrático sin verdades reveladas bíblicamente (ni coránicamente), con musulmanes y judíos, y cristianos, y agnósticos y ateos.
Indudablemente una «solución» de este tipo tropieza con el racismo militante de un buen sector del Israel actual. El racismo es una planta ponzoñosa de muy difícil extirpación. La memoria vuelve a dramas como los vividos en la Argelia «francesa» cuando los árabes, casi todos musulmanes, reclaman la independencia. Muchos «pies negros» [4] abandonaron el país. Algunos tras violentísimas acciones y atentados. Nadie quiere ser profeta de semejantes eventualidades y personalmente, me niego filosóficamente a toda predicción histórica. Pero uno no puede menos que considerar los escollos que provienen del supremacismo judío (que últimamente se ha reforzado con los brotes del fanatismo musulmán).
Notas
[1] Comité de Asuntos Públicos Israel-Estados unidos (The American Israel Public Affairs Committee). En Argentina, otra sociedad con fuerte presencia judía, un sector de judíos ha roto públicamente con DAIA y AMIA, instituciones judías fuertemente atadas al Estado de Israel, reclamando precisamente autonomía y su condición de argentinos judíos y no de judíos argentinos.
[2] «Una reflexión sobre la ‘deslegitimación’ de Israel, Ma’an News Agency, 9/6/2015.
[3] Teoría que toma fuerza, aunque sólo como teoría, a partir de 1993, cuando EE.JUU. se empeña en una falsa mediación para hacer ceder posiciones a los palestinos y afianzar las sionistas.
[4] Población colonialista francesa que procuró construir una Argelia Francesa. Eran aproximadamente un millón, a la vez un 10% de la población total de Argelia. Encararon una actividad militar y violenta para mantener su preponderancia.
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