Sr. D. Raphael Schutz Embajador de Israel en España Vía email Madrid, 30 de diciembre de 2010 Estimado Señor Embajador: Me refiero a su carta -fechada el 27 de diciembre, enviada por email en la tarde del 29*- en la que usted realiza unos comentarios a mi artículo «En estas Navidades (no) siente a un […]
Sr. D. Raphael Schutz
Embajador de Israel en España
Vía email
Madrid, 30 de diciembre de 2010
Estimado Señor Embajador:
Me refiero a su carta -fechada el 27 de diciembre, enviada por email en la tarde del 29*- en la que usted realiza unos comentarios a mi artículo «En estas Navidades (no) siente a un sionista a su mesa».
Aunque no tiene mucha importancia, le diré en primer lugar que no ha sido publicado en ningún blog personal, sino en una veintena de páginas electrónicas de estimable difusión nacional e internacional, principalmente en Latinoamérica.
Comienza usted escribiendo que «no tengo intención de señalar los múltiples errores que contiene».
Adelante, es usted libre de hacerlo. En ese caso le digo, como Iyov a los que le denigraban, que «aun siendo verdad que yo haya errado, sobre mí recaería mi error.»
Más aún, si he errado no he ganado nada con ello, no soy palestino, ni árabe, tampoco musulmán, no pido ni recibo pago alguno por mi labor anti-sionista. En esto hay una diferencia sustancial entre usted y yo. Usted defiende su beneficio, tanto el suyo personal como el de su grupo, el de los sionistas. Por ello, sus errores y los de su grupo están siempre bajo sospecha.
No obstante no se los voy a exponer a continuación, lo he hecho durante años en numerosos artículos que publico a menudo como el que usted critica.
Sigue usted con una invitación:
«El propósito de estas líneas es simplemente invitarle a una reunión personal conmigo en la Embajada o en cualquier otro lugar de su preferencia. Puedo asegurarle que nadie se enterará de dicho encuentro, si usted así lo prefiere. No busco publicidad sino el diálogo y además no tengo problema de sentar a un antisionista a mi mesa.»
Agradezco su disposición, aunque es claro que ni usted ni yo podemos ofrecernos mutuamente algo de interés con esa reunión personal.
Como embajador de un Estado que viola desde la fecha de su establecimiento la ley internacional, incumple las resoluciones de las Naciones Unidas, ocupa y coloniza ilegalmente territorio árabe, ataca a civiles indefensos con el resultado de miles de muertos y heridos, somete a la población entera de la Franja de Gaza -más de la mitad formada por menores de edad- a un asedio que apenas se distingue del impuesto por los nazis en los campos de concentración, usted piensa igual que los máximos responsables de esos crímenes, sus superiores el Sr. Netanyahu y el Sr. Lieberman.
Conozco bien ese pensamiento, todo el mundo lo conoce desde Nueva York a Yakarta, desde Buenos Aires a Johannesburgo, y desde luego nadie como palestinos, libaneses y otros pueblos árabes.
Los sionistas realizan muchos esfuerzos para convencer al mundo entero de que Israel es un país decente. El diálogo al que usted me invita es el procedimiento estándar que emplean los sionistas para apaciguar el rechazo moral que provoca día tras día Israel, es decir, la encarnación de ese pensamiento en Oriente Medio. También lo conozco.
Quizás funcione ese procedimiento con algunas personas desinformadas y probablemente tenga algún éxito con las que esperan obtener algo apoyando al sionismo, pero para la mayoría de la gente, entre la que me cuento, ningún eslogan vacío como «proceso de paz», «lucha contra el terror», «extremismo palestino», «concesiones dolorosas», «diálogo constructivo» y otros similares, es capaz ni remotamente de esconder la realidad que he nombrado más arriba y que se resume así: Israel es un Estado delincuente recalcitrante cuya existencia es una afrenta a la humanidad y un peligro para la paz mundial.
Hace muchos años que dialogo con judíos, pero es usted el primero que viene a buscarme para dialogar. Hasta hoy he sido yo el que los ha buscado porque necesitaba asegurarme de no cometer errores a la hora de contribuir con mi labor como profesor y escritor a la causa de la «justicia y en consecuencia paz» (Isaiah) en Palestina.
He dialogado y lo sigo haciendo con Noam Chomsky, Norman Finkelstein, Ilan Pappé, Michael Warschawsky, activistas del Comité Israelí Contra la Demolición de Casas, Médicos Israelíes por los Derechos Humanos, Mujeres Israelíes Contra la Ocupación, los Sarvanim y otros judíos opuestos a las políticas sionistas.
He leído a Ahad Ha’am, Martin Buber, Yeshayahu Leibowitz, Simcha Flapan, Gideon Levy, Uri Avneri, Richard Falk, Richard Goldstone y otros judíos para compensar la propaganda sionista que se extiende por doquier.
El pensamiento y la conducta de unos y otros me han iluminado sobre lo que es el sionismo y cómo he de juzgarlo. Por tanto, no tiene usted nada que ofrecerme.
Admito que yo tampoco tengo nada de interés que ofrecerle a usted. Creo que acabo de contestar al comentario final de su carta sobre lo que usted llama «el sionismo clásico en el que me incluyo». ¿Qué le puedo decir en esa reunión? Nada que usted no sepa, básicamente que el sionismo como ideología e Israel como su realización práctica, son incompatibles no sólo con la ley internacional, sino -lo más importante- con los derechos humanos y políticos de los palestinos y la paz mundial.
Aunque no considero la posibilidad de continuar que usted sugiere al final de su carta, no tengo inconveniente en que usted sepa que soy anti-sionista hoy, en la época que me ha tocado vivir, como hubiera sido anti-nazi de haber vivido en la Europa de los años treinta y cuarenta del siglo pasado y anti-español de haber vivido en la España del Edicto de Granada.
En todo caso soy siempre pro judío, como pro palestino, como pro cualquier ser humano. La sangre judía, que según Tarbut Sefarad llevo por línea materna al ser mi segundo apellido Santisteban, no me influye a la hora de tomar esta posición.
Saludos,
Agustín Velloso
*CARTA DEL EMBAJADOR DE ISRAEL EN ESPAÑA
Sr. D. Agustín Velloso Santisteban
Via e-mail
Madrid, 27 de diciembre de 2010
Estimado señor Velloso Santisteban:
He leído la nota «En estas Navidades (no) siente a un sionista a su mesa» publicada en su blog el 16 de diciembre.
No tengo intención de señalar los múltiples errores que contiene. El propósito de estas líneas es simplemente invitarle a una reunión personal conmigo en la Embajada o en cualquier otro lugar de su preferencia. Puedo asegurarle que nadie se enterará de dicho encuentro, si usted así lo prefiere. No busco publicidad sino el diálogo y además no tengo problema de sentar a un antisionista a mi mesa.
Solo un comentario quisiera hacer con respecto a su nota: se define usted como antisionista, definición que por sí, suscita la pregunta de ¿Qué es el Sionismo? Si con este término usted se refiere a la negación del derecho de los palestinos a la autodeterminación nacional y de vivir como personas libres en un país propio, entonces yo tampoco me consideraría sionista. Pero el sionismo clásico en el que me incluyo no es otra cosa que nuestro derecho, el derecho de los judíos, a autodeterminarnos en el marco de un Estado propio. Si usted deniega este derecho, nuestra discusión ha llegado a su fin antes de comenzar, pero se tendría que preguntar, espero que sinceramente, por qué se opone usted a este derecho del pueblo judío, derecho del que gozan muchos pueblos del mundo, y por qué no objeta usted la existencia de aproximadamente 50 países musulmanes pero se opone a un solo Estado Nacional para los judíos. Esto es todo por ahora. La continuación depende de usted.
Atentamente,
Raphael Schutz
Embajador de Israel en España
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