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Israel es un mal para la ética judía

Fuentes: Progreso Semanal

Los actuales conflictos en el Medio Oriente se pueden rastrear hasta Moisés, que era sordo. Dios dijo: «Moisés, lleva a tu pueblo a Canadá.» Moisés entendió Canaán. Un grupo de judíos religiosos cree que Israel es anatema para la ética judía. El 10 de junio, un grupo de Naturei Karta (Guardianes de la Ciudad) realizó […]

Los actuales conflictos en el Medio Oriente se pueden rastrear hasta Moisés, que era sordo. Dios dijo: «Moisés, lleva a tu pueblo a Canadá.» Moisés entendió Canaán.

Un grupo de judíos religiosos cree que Israel es anatema para la ética judía. El 10 de junio, un grupo de Naturei Karta (Guardianes de la Ciudad) realizó una manifestación en Washington D.C. para protestar por la ocupación israelí de Palestina y de las alturas de Golán en Siria. En octubre de 2005 el rabino Yisroel David Weiss, líder de Neturei Karta, había dejado en claro la posición del grupo acerca de Israel y el movimiento sionista. «Los sionistas utilizan el Holocausto en beneficio propio. Nosotros, los judíos que perecimos en el Holocausto, no lo usamos en pro de nuestros intereses. Llamamos la atención sobre el hecho de que existen cientos de miles de judíos en el mundo que se identifican con nuestra oposición a la ideología sionista y de que el sionismo no es judío, sino una agenda política… Lo que queremos no es una retirada a las fronteras de 1967, sino una retirada de todo lo que está incluido, de manera que el país pueda ser de nuevo de los palestinos y nosotros podamos vivir con ellos…»

Hace dos años hablé con uno de los hombres de traje negro, sombrero negro y rizos tradicionales de los judíos hasídicos; pero ellos no son hasídicos.

«¿Cómo pueden practicar la ética del judaísmo funcionarios gubernamentales corruptos, y la mayoría son corruptos en la mayoría de los gobiernos?» Él dijo esto antes de la invasión israelí a Líbano en 2006, antes de la revelación de que el entonces jefe del ejército israelí, General Dan Halutz, estaba muy ocupado la mañana de la invasión vendiendo sus acciones por temor de que los precios se desplomaran. Además, mientras Israel se preparaba para la guerra, dos funcionarios del gabinete fueron acusados de pellizcar las nalgas a dos jóvenes empleadas

«¿Se da usted cuenta de que un hombre que dice ser judío», continuó, «ordenó a jóvenes hombres y mujeres en el ejército y la policía que mataran a civiles palestinos, que les rompieran los huesos?» (Se refería al Ministro de Defensa Yitzhak Rabin, del Partido Laborista, quien en 1989 alentó a soldados israelíes a que fracturaran los huesos de manifestantes palestinos.) «Mientras que Israel exista como estado, los judíos, hombres y mujeres, cometerán pecados imperdonables y contaminarán la religión para las generaciones futuras. Israel ha fomentado un cabildo pernicioso en Estados Unidos y su equivalente en Europa para decir al público no judío que Israel es un David democrático luchando contra un fanático Goliat. Esto es mentira. Ningún Mesías regresará a un lugar tan terrible. Un estado de Israel solo puede existir después del regreso del Mesías».

Temiendo que él pudiera estallar de ira, traté de de aligerar el tono. Le conté la historia del hombre que regresa a su casa poco después de la creación de Israel en 1948 y le dice a su esposa: «El rabino dice que todos los judíos tienen que marcharse a Israel porque el Mesías pronto llegará allí. ¿Estás loco? –exclamó ella–, ¿después de todo el dinero que gastamos para reparar el apartamento?»

Él no rió.

«¿Has perdido el sentido del humor?», pregunté.

«Cuando se trata de Israel», replicó, «nada me parece gracioso.»

Cuando yo era niño los mayores de mi familia, los rabinos y otras figuras religiosas me enseñaron las mismas lecciones que aprendió el periodista israelí Uri Avnery: «El judaísmo es una religión humanitaria, una ‘luz para los gentiles’. Judaísmo significa despreciar la violencia, valorar lo espiritual por sobre lo poderoso, convertir al enemigo en amigo. A un judío se le permite defenderse. ‘Si alguien viene a matarte, mátalo primero’, como dice el mandamiento talmúdico, pero no como amante de la violencia y la intoxicación del poder».

Estas ideas precedieron por muchos años a la creación de Israel como un estado judío, un estado que ha estado rutinariamente en guerra –o al borde la guerra– con sus vecinos. Después de la guerra de 1967, las sectas ortodoxa y hasídica comenzaron a ganar influencia en la política y cultura israelíes.

Los asentamientos crecieron en los territorios ocupados en esa guerra contra los vecinos de Israel. Y con esas nuevas colonias, algunas de ellas fervientemente religiosas, surgió la discriminación contra los palestinos, los cuales en el lenguaje de esos israelíes comenzaron a adquirir las características del odiado «otro». Por supuesto, la gran ironía fue que los nazis habían desarrollado justamente ese lenguaje para los judíos. Lo que los israelíes hicieron a los palestinos dista mucho del Holocausto, pero no obstante, para judíos como yo suena muy discordante escuchar a rabinos devotos que justifican un sistema que el ex Presidente Jimmy Carter califica en su libro de «apartheid».

John Ross cuenta su experiencia cuando fue a Palestina a observar la cosecha de aceitunas y siete jóvenes que usaban yarmulke «corrieron colina abajo por la seca tierra parda blandiendo gruesos garrotes y lanzando grandes piedras letales, gritando en hebreo sus duras maldiciones a la gente de esta tierra lacerada. Yo estaba con un agricultor palestino y su familia debajo de un olivo recién cosechado cuando se dirigieron a nosotros y yo, supongo, un traidor a la raza según su visión distorsionada».

Mientras Ross corría, «los salvajes (miembros del culto fascista del difunto rabino Meir Kahane) salieron de entre los árboles y antes de que yo tuviera tiempo de virarme hacia ellos me cayeron encima… El primer golpe me rebotó en la rabadilla y caí a la tierra parda rojiza, tratando de cubrirme la cabeza con el antebrazo. El segundo me dio en la muñeca y la sangre comenzó a brotar… Un joven nazi tomó una gran roca de pico, avanzó hacia mí con la malicia brillando en sus malvados ojos rabiosos y la lanzó desde unos cinco pies. Sentí el doloroso golpe en mi rodilla… y entonces me levantaron del suelo, me arrancaron la ropa y me patearon colina abajo como una pelota desinflada de fútbol». (Anderson Valley Advertiser, 3 de diciembre de 2003.)

Compárese a los matones que pusieron a Ross en el hospital con las palabras de Mordechai Eliyahu, ex rabino sefardita principal e importante guía de los colonos israelíes en territorio palestino. A principios de junio escribió al Primer Ministro Ehud Olmert. Él ofreció su decreto: tener compasión con la población civil de Gaza es incompatible con la protección de la vida de los soldados israelíes. Los que albergan sentimientos supuestamente humanos ponen en peligro vidas israelíes. El hijo del rabino, Shmuel, interpretó este decreto: «Si matar a 100 árabes no es suficiente para detener el lanzamiento de cohetes Qassam a Israel, pues entonces hay que matar a 1 000. Y si eso no es suficiente, entonces 10 000, y 100 000, e incluso un millón. La cantidad que sea necesaria para que se detengan».

Eliyahu aseguró que «todos los civiles que viven en Gaza son «colectivamente culpables de los ataques de cohetes Qassam a Sderot» y que «no había absolutamente ninguna prohibición moral contra la matanza indiscriminada de civiles durante una ofensiva militar masiva a Gaza con vistas a detener los lanzamientos de cohetes».

El periodista Avnery encontró la carta en Olam Katan (Pequeño Mundo), un folleto semanal que se distribuye nacionalmente en las sinagogas. Eliyahu escribió que «Este es un mensaje a todos los líderes del pueblo judío de que no sean compasivos con los que lanzan cohetes contra civiles en sus casas». Shmuel Eliyahu, hijo de Eliyahu y rabino principal de Sabed, dijo que su padre «estaba a favor del bombardeo en alfombra de toda el área general desde donde se lanzaban los cohetes, independientemente del precio de vidas palestinas». (Avnery, Gush Shalom, 9 de junio de 2007.)

En su carta, Eliyahu justificaba su edicto con citas de los Salmos: «Perseguiré a mis enemigos y los aprehenderé, y no desistiré hasta que los haya erradicado».

Avnery reportó acerca de la desproporcionada ecuación de Eliyahu. Durante los últimos seis años, nueve israelíes en Sderot murieron por «misiles Qassam rudimentariamente construidos». El año pasado murieron seiscientos cincuenta (650) palestinos (más de la mitad civiles desarmados, según Amnistía Internacional) por ataques de Israel, una de las potencias militares más potentes y sofisticadas del mundo».

Hasta ahora en Israel no ha habido indignación ni se han escuchado protestas por este sangriento llamado. Por el contrario, escribe Avnery, «El número de rabinos que públicamente apoyan tales métodos ha aumentado a cientos. La mayor parte de ellos provienen de los asentamientos», donde los judíos han tomado la tierra y el agua palestinas y construido sus propias comunidades –a pesar de que el Tribunal Mundial declaró que una nación no puede apoderarse del territorio conquistado de otra. (Gush Shalom)

En Estados Unidos, los propagandistas israelíes y los acríticos y leales seguidores, incluyendo el Congreso, se aferran a la imagen de Israel como un sitiado David rodeado de Goliats, como una nación de demócratas y buscadores de justicia que están aislados en un mar de antidemócratas y enemigos injustos. ¿Una nación con 200 misiles nucleares, el mejor ejército convencional y la mayor capacidad industrial y tecnológica en la región es un pobre David?

Frente a las sinagogas de Washington, D.C. los carteles declaran: «Apoyamos la lucha de Israel en pro de la paz y la justicia». Israel ha mostrado poco interés en la paz o en la justicia. Su gobierno sabe que ninguna nación o grupo de naciones se atrevería a atacarlo so pena de sufrir la ira de un gobierno bien a tono con los sentimientos del rebino Eliyahu. Israel se ha convertido en Goliat. Esperamos que un David israelí también surja y guíe a su pueblo hacia la paz y la justicia.

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