Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Hamas ha estado enviando señales muy claras de su disposición a firmar una tregua digna con Israel a cambio de que levante el despiadado bloqueo sobre la Franja de Gaza y ponga fin a los sangrientos e implacables ataques israelíes que causan muerte y terror entre los civiles que habitan en ese territorio costero.
Ismail Haniyeh, primer ministro del gobierno de Hamas en Gaza, dijo esta semana que el movimiento islámico estaba «dispuesto y preparado para examinar cualquier propuesta seria que pusiera fin a la agresión israelí». De igual manera, el portavoz de Hamas, Ayman Taha, dijo en Gaza a los informadores a principios de semana que Hamas acogería bien la intervención de una tercera parte que ayudara a conseguir el alto el fuego.
«La pelota ha estado siempre en el campo israelí, no en nuestro campo. La resistencia no es el origen, sino la consecuencia, de la agresión israelí. Si Israel detiene sus crímenes y levanta ese bloqueo opresor contra nuestro pueblo, la resistencia se detendría», dijo Taha.
Taha respondía así a los comentarios hechos durante su visita a la zona por el Ministro francés de Asuntos Exteriores, Bernard Kouchner, tras un encuentro que mantuvo en Jerusalén Oeste con el político israelí y dirigente de Meretz Yossi Beilin. Al parecer, Kouchner dijo que Francia estaba deseando jugar el papel de «mediador» o «facilitador» entre Hamas e Israel a fin de lograr el alto el fuego.
Las declaraciones de Kouchner representaron una especie de punto y aparte de la política habitual de la UE, siempre contraria a establecer contactos con Hamas hasta que reconozca la legitimidad del Sionismo (el carácter judío de Israel) y abandone la resistencia violenta ante la ocupación israelí. Taha desafió a Kouchner a actuar en virtud de sus comentarios, pidiendo al funcionario francés que visitara Gaza para ver la realidad sobre el terreno.
Hamas era reacio a aparecer públicamente tratando de buscar un alto el fuego con Israel, por miedo a que esto socavara la imagen del movimiento como grupo de resistencia y a que dañara también sus relaciones con sus aliados en la región. A Hamas le preocupaba asimismo que un alto el fuego con Israel proporcionara a Fatah, su archienemigo, un arma valiosa de propaganda para desacreditar al movimiento.
Sin embargo, los cada vez más mortíferos ataques lanzados por el ejército israelí en Gaza, que no han encontrado más que el silencio, cuando no la indeferencia, de gran parte de la comunidad internacional, convencieron al movimiento de que un acuerdo de alto el fuego que incluyera el levantamiento del férreo bloqueo contra Gaza, que dura ya veinte meses, representaría un logro importante que aumentaría la popularidad de Hamas.
Un dirigente de Hamas en Gaza dijo a Al Ahram Weekly que el movimiento no quería proporcionar a Israel la herramienta de propaganda necesaria para proseguir con su política de genocidio.
«Están intentando engañar e insensibilizar a la opinión pública mundial declarando que el problema parte de los cohetes palestinos que se lanzan desde Gaza. Mientras tanto, están aniquilando a familias enteras palestinas y están calculando que si el mundo acepta que haya diez o veinte víctimas palestinas al día, también puede insensibilizarse un poco más y aceptar cincuenta o incluso cien víctimas al día. Es un genocidio al por menor», dijo el funcionario, que prefirió mantener el anonimato.
Una segunda probable razón de la disposición de Hamas a aceptar el alto el fuego con Israel es su cada vez más profunda escisión de la Autoridad Palestina en Ramallah. Esta semana, dos jóvenes palestinos confesaron en televisión tener instrucciones del líder de Fatah, Al-Tayeb Abdul-Rahim, para asesinar a Haniyeh a cambio de una considerable suma de dinero.
El primero de los hombres dijo a quienes le interrogaban que le habían preparado para que detonara una bomba con sus propias manos cerca de Haniyeh cuando éste se encontrara rezando en las celebraciones del viernes. El segundo dijo que se le había entrenado para matar a Haniyeh durante un encuentro público. Los funcionarios de Fatah en Ramallah rechazaron esas confesiones y las tildaron de «invento», pero sin añadir nada más.
Lo cierto es que la desconfianza mutua entre Gaza y Ramallah ha alcanzado su punto más álgido desde el contragolpe de Hamas contra Fatah en Gaza hace veinte meses, llegando incluso a la sospecha de traición. Hamas cree que Israel, probablemente en colusión con Fatah, está planeando un ataque total contra el gobierno de Hamas en Gaza, quizá para mediados de marzo o primeros de abril.
Los pronósticos de Hamas sobre este extremo no están exentos de justificación. Los dirigentes israelíes, especialmente ese halcón manifiesto, el Ministro de Defensa Ehud Barak, vienen prometiendo desde hace algún tiempo que Israel se embarcará en un «inmenso movimiento militar» contra Hamas en un futuro próximo. Fuentes de inteligencia occidentales han venido hablando también de una probable embestida israelí contra Hizbullah como parte de los esfuerzos globales de Israel para restaurar el valor disuasorio de su ejército, especialmente tras el Informe Winograd que admitía la derrota de Israel en su guerra contra el Líbano de 2006.
El régimen de Ramallah de Mahmud Abbas, mientras declara en público que está contra los ataques totales israelíes contra Gaza, parece inclinado a quedarse al margen si esa acción militar lleva a la aniquilación del gobierno de Hamas. Abbas y sus ayudantes de Fatah se dan cuenta que no hay forma de recuperar Gaza a no ser que se derrote a Hamas y este objetivo sólo puede lograrlo Israel. Abbas comprende también que aparecer confabulado con Israel mostraría a la AP como entidad colaboracionista.
Desde el punto de vista de Israel, una campaña decisiva en Gaza, cualquiera que sea lo que esto pueda significar en términos reales, es cada vez más deseable, especialmente para Barak. Al anterior primer ministro israelí, que está intentando hacerse querer por el público judío israelí con propósitos electoralistas, le gustaría proyectarse como el «dirigente» que pudo derrotar a Hamas.
Otro objetivo importante que Barak confía en conseguir es utilizar la división palestina para convencer o incluso intimidar a Abbas y que acepte un escandalosamente sombrío «acuerdo de paz» a partir de las condiciones israelíes. Consecuentemente, es probable que Israel no piense aceptar ninguna propuesta de alto el fuego que provenga de Hamas.
Así es, lo más posible es que Israel continúe provocando a Hamas y a otras facciones palestinas para que continúen disparando proyectiles caseros desde Gaza hacia los asentamientos israelíes vecinos. Ni que decir tiene que el principal método de provocación de Israel es asesinar civiles, incluidos los niños, y cometer atrocidades por toda Gaza.
En esta estrategia, Israel cuenta siempre con la cobertura del apoyo estadounidense, a pesar de sus brutales acciones y propósitos. Pero es probable que la aniquilación de Hamas no lleve a la estabilidad, ni en Palestina ni en la región. Añadida a la provocación del asesinato de Imad Mughniyah y al duelo de Israel con Hizbullah, un ataque contra Gaza podría desencadenar una guerra que se extendiera mucho más allá.
Enlace con texto en inglés:
http://weekly.ahram.org.eg/2008/885/re72.htm