Traducido para Rebelión por LB.
Unos 35.000 habitantes beduinos del Neguev, en el sur de Israel, han visto negado su derecho a celebrar sus primeras elecciones municipales después de que el Parlamento israelí aprobara a última hora una ley para suspender las elecciones previstas para este mes.
La nueva ley otorga al gobierno israelí poder para aplazar las elecciones para el Consejo Regional, conocido como Abu Basma, hasta que el Ministerio del Interior israelí considere que los beduinos locales están preparados para dirigir sus propios asuntos.
Grupos de juristas y de derechos humanos afirman que la medida constituye una violación sin precedentes de los principios constitucionales de Israel. Taleb A-Sana, un beduino miembro del parlamento israelí, ha escrito a su representante advirtiéndole de que «no puede haber democracia sin elecciones».
Estaba previsto que la votación en Abu Basma se celebrara seis años después de la constitución del Consejo bajo la autoridad provisional de un grupo de funcionarios, en su mayoría judíos, nombrados por el Ministerio del Interior israelí.
Los críticos afirman que el gobierno israelí cambió la ley exclusivamente para impedir el reforzamiento de la posición de los habitantes beduinos, enzarzados en una batalla legal con el Estado de Israel por la devolución de sus tierras ancestrales, confiscadas por Israel hace décadas.
«Los beduinos reclaman un área considerable del Neguev y el gobierno israelí quiere que el Consejo lo dirija alguien de su cuerda hasta que el contencioso [por las tierras] se resuelva en beneficio del Estado israelí», dijo Thabet Abu Ras, hasta 2007 presidente de un programa de empoderamiento para los habitantes de Abu Basma.
Los habitantes de Abu Basma se encuentran entre los 90.000 beduinos del desierto de Neguev a los que el Estado de Israel lleva prohibiendo cualquier forma de representación municipal desde la fundación de Israel en 1948. Durante la mayor parte de ese tiempo el Estado de Israel se ha negado a reconocer a ninguno de sus pueblos.
Según los funcionarios [israelíes], los beduinos viven ilegalmente en tierras del Estado de Israel y deben reubicarse en un puñado de lugares del Neguev aprobados por el gobierno israelí.
Los líderes beduinos replican que sus pueblos son anteriores a la creación de Israel y que las ubicaciones autorizados son tan exiguas que no pueden mantener en ellas su estilo de vida tradicional pastoril.
Israel ha sido blanco de crecientes críticas por su tratamiento de las 45 «aldeas no reconocidas», a las que el Estado de Israel niega todos los servicios públicos, incluidos el agua y la electricidad. Los beduinos están sistemáticamente obligados a vivir en tiendas de campaña o en chozas de hojalata porque los israelíes derribarían inmediatamente cualquier edificio de hormigón que construyeran.
Sin embargo, desde 1970 Israel ha establecido una media docena de «municipios» en los que piensa reubicar a los beduinos de las aldeas que no reconoce. Sin embargo, los municipios [reconocidos por Israel], cuyas tasas de desempleo y pobreza son las más altas del país, han atraído solamente a la mitad de los 180.000 beduinos del Neguev, mayormente aquellos que no tienen tierras que reclamar.
No obstante, en lo que muchos beduinos esperaban que podía significar un cambio de rumbo en la política israelí, el gobierno de Ariel Sharon lanzó en el 2003 un plan para iniciar un proceso de reconocimiento de nueve de los pueblos más grandes, hogar de 35.000 beduinos.
Los israelíes agruparon a los beduinos en un nuevo Consejo Regional llamado Abu Basma, con el objetivo de animar a los habitantes de los otros pueblos no reconocidos a que se instalaran bajo esa jurisdicción.
Amparándose en la Ley de Consejos Regionales, el Ministerio del Interior israelí designó a un grupo de funcionarios para que supervisaran los servicios locales durante cuatro años en tanto los habitantes beduinos se preparaban para gestionar el gobierno local por sí mismos, explicó Gil Gan-Mor, abogado de la Asociación de Derechos Civiles en Israel (ACRI).
Añadió que el Ministerio del Interior israelí, valiéndose de facultades extraordinarias, trató de obtener prórrogas de dos años [para seguir manteniendo por ese período la estructura de gobierno local bajo control de funcionarios israelíes]. Sin embargo, poco antes de la fecha límite fijada para la celebración de las elecciones, fecha que concluía este mes, el gobierno israelí introdujo una enmienda para aplazar las elecciones de forma indefinida.
«El Ministerio del Interior dice que la ley es aplicable a cualquier consejo regional, pero en la práctica es evidente que esta ley se ha redactado expresamente para Abu Basma», dijo. «El objetivo es seguir controlando la vida de los beduinos, tratándolos como si no pudieran cuidar de sí mismos».
ACRI y otro grupo, Adalah, un centro jurídico de la minoría árabe de Israel, proyectan impugnar la ley en el Tribunal Supremo israelí el próximo mes.
Alaa Mahajneh, abogado de Adalah, dijo que los miembros actuales del Consejo Regional son en su mayoría funcionarios judíos a cuya cabeza se halla Amram Kalaji, ex director general del Ministerio del Interior israelí y afín al partido Shas, partido religioso ortodoxo de derechas.
El señor Abu Ras, profesor de geografía en la Universidad Ben Gurion de Beer Sheva, manifestó que era imposible separar el aplazamiento de las elecciones de la cuestión más amplia de las reivindicaciones de tierras beduinas.
Abu Basma es el único de los 47 Consejos Regionales de Israel que no tiene continuidad territorial, dijo. «La jurisdicción del Consejo se limita a la zona edificada de cada pueblo y no incluye las tierras situadas entre los pueblos ni las tierras circundantes. A pesar del estilo de vida beduino, los israelíes no han asignado áreas agrícolas a Abu Basma».
Añadió que la principal preocupación de los funcionarios israelíes, nunca expresada de forma explícita, es que la región de Abu Basma se pueda convertir en el único tapón territorial entre Cisjordania y Gaza. «Si se llega a constituir un Estado palestino, Israel no desea que los beduinos controlen las tierras que conecten a los dos territorios palestinos. Prefiere que los beduinos permanezcan concentrados en un espacio tan pequeño como sea posible».
Según el planificador israelí Nili Baruch, a Abu Basma se le ha privado de tierras en comparación con sus homólogos judíos. La jurisdicción de Abu Asma se extiende a sólo 3.400 hectáreas, lo que lo convierte en el Consejo Regional más densamente poblado del país. Por contra, los otros 10 Consejos Regionales del sur de Israel -donde viven 45.000 judíos- tienen jurisdicción sobre una vasta extensión de tierras rurales de casi 1,2 millones de hectáreas.
Yeela Ranaan, profesora en la Academia Sapir de Sderot y portavoz del Consejo Regional para las Aldeas No Reconocidas, un grupo activista beduino no oficial, dijo que la creación de Abu Basma había sido una «victoria parcial». El reconocimiento de Abu Asma significó que las casas de los beduinos que viven en el centro de las aldeas ya no corrían amenaza de destrucción y que era posible pavimentar carreteras y abrir escuelas, dijo. Pero el proceso de planificación en todos los pueblos se estancó y las reivindicaciones de tierras ya no estaban siendo atendidas.
En lo que constituye un evidente voto de no confianza en Abu Basma, hasta el momento solo 7.000 de los 35.000 habitantes beduinos se han registrado en el Consejo Regional, dijo el señor Gan-Mor. La escasez de escuelas y la ausencia de mejoras en las condiciones de vida ha llevado a la mayoría de beduinos a permanecer inscritos en los municipios cercanos para poder disfrutar de sus servicios.
Los beduinos disputan al gobierno israelí más de 80.000 hectáreas de tierra. El señor Abu Ras manifestó que el gobierno israelí contaba con que en los próximos tres años podría evacuar a todos los pueblos beduinos no reconocidos y obligar a sus habitantes a instalarse en las ya reducidas áreas disponibles en Abu Basma.
«Sólo después de que se produzca una sentencia favorable al gobierno israelí permitirá éste que se celebren elecciones para el Consejo Regional».
Tal Rabina, un portavoz [israelí] del Consejo de Abu Basma, declaró que la crítica que sugiere que el cambio de la ley israelí representa una violación de los derechos de los beduinos refleja una «agenda política». «En esta fase», añade, «cuando todavía existen numerosas disputas entre pueblos y familias, la mayoría de los habitantes prefiere que las decisiones las tome alguien ajeno a la comunidad. La actual dirigencia [israelí] desempeña esa tarea con gran experiencia y profesionalidad».