Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
Balad no es el primer partido político de Israel sospechoso de violar las leyes de financiación en sus campañas. Pero es el primero cuyos miembros son detenidos en la noche en incursiones al estilo comando.
Miembros del partido Lista Árabe Conjunta Jamal Zahalka (izquierda), Haneen Zoabi (derecha) y Basil Ghattas en la reunión semanal en la Knesset, 8 de febrero de 2016. (Yonatan Sindel / Flash90)
Hay dos maneras posibles de describir la dramática y muy publicitada detención de activistas y miembros de alto rango del partido Balad a principios de esta semana:
«La policía abrió una amplia investigación contra Balad por sospechas de transferencia fraudulenta de millones de shekels a las arcas del partido durante las elecciones de 2013″.
O: «En una operación de seguridad nocturna allanaron las casas de decenas de palestinos que fueron arrestados por activismo propalestino».
La mayoría de los medios de comunicación en hebreo que informaron del asunto optaron por variantes del primer titular. Sin embargo, en mi opinión, el segundo titular es mucho más preciso por un número de razones.
En primer lugar no tengo ni idea de cómo funcionaba la campaña de recaudación de fondos para la elección de Balad, ya sea en 2013 o en general. Como seguidora del partido, quiero creer que no se ha hecho nada ilegal. Sin embargo lo que sí sé que es un hecho es que apenas hay un solo partido en Israel que no haya sido investigado o declarado culpable de violar la ley de finanzas de campaña de Israel. También estoy segura de que los miembros de estos partidos no han sido detenidos en medio de la noche, como se hace en una operación comando de alto secreto. Ni siquiera cuando las sospechas eran mayores y más graves, aun cuando los sospechosos eran funcionarios de alto nivel. Este no es el «lenguaje» en el que Israel funciona en el ámbito político-civil. En Israel los ataques nocturnos y las detenciones son una respuesta «natural» a las amenazas de seguridad.
No es casualidad, por supuesto: el Estado de Israel lleva años intentando eliminar al partido Balad de la arena política y ahora lo convierte en una amenaza para la seguridad. Al carecer de la voluntad, o incluso la posibilidad, de tratar con el tipo de discurso que promueve Balad -quizás el único partido que ha presentado consistentemente una visión detallada para un futuro democrático real para este país- Israel prefiere convertirlo en una amenaza.
Piense en cuántas veces las palabras «terroristas», «traidores» o «espías» surgen en el contexto para Balad. No sólo en las respuestas en los portales de Internet, sino también de los ministros y diputados en el plenario de la Knesset. El sentimiento detrás de cada intento de deslegitimar el partido -desde el repetido intento de que el Comité de Ética de la Knesset prohíba a sus miembros presentarse a las elecciones hasta la suspensión de la reunión con las familias de los atacantes palestinos– es uno: Balad no es una voz política legítima, sino más bien una amenaza para la propia existencia del estado.
MK Haneen Zoabi se dirige al Comité Central de Elecciones durante una audiencia sobre su descalificación de elecciones a la Knesset, 12 de febrero de 2015. (Captura de pantalla)
Incluso las pistas sobre el origen del dinero -«dinero en efectivo que vino en maletas desde Qatar»- fueron concebidas para hacer crecer los niveles de ansiedad de la población. «Dinero árabe,» a diferencia, por ejemplo, del dinero que viene de los evangelistas con tendencias antisemitas, es la palabra clave para «negocios turbios que ponen en peligro el Estado». Por lo tanto no se necesita mucho para que esto se convierta en una operación de estilo militar, que recuerda el tipo de hechos que ocurren regularmente en los territorios ocupados.
Entonces una se pregunta por qué el estado quiere instalar a un partido político como una amenaza, al tiempo que lo despojar de su legitimidad en lugar de aceptarlo, aunque sólo sea para mantener una fachada de democracia. Parecería que, más allá de la respuesta banal, «porque puedo», se refleja la permanencia absolutista de la derecha en el poder, lo que le permite «sacarse las máscaras», hay dos explicaciones adicionales:
Israel, simplemente, no tiene herramientas para hacer frente a una lucha nacional civil no violenta de los ciudadanos palestinos de Israel. Por lo tanto prefiere calificarlas de luchas que ponen en peligro la seguridad del Estado y aumentarlas. Cuando el Estado considera las acciones no violentas, como las flotillas a Gaza o el movimiento BDS, como el terrorismo que amenaza la existencia del Estado, las traslada de la esfera civil hacia donde prescriben todas las reglas: el ámbito de la seguridad.
Definir a Balad como una amenaza a la seguridad exime a Israel de la necesidad de hacer frente a las demandas legítimas nacionales y civiles del partido. En este sentido las detenciones del domingo lograron sus objetivos, incluso si sólo están haciendo una montaña de un grano de arena.
El segundo punto es que Balad es el grupo que se opone más activamente a la oferta que Israel pretende «vender» a sus ciudadanos palestinos: los beneficios que ofrece a los ciudadanos a cambio de borrar su identidad nacional. ¿Quieres cultura? Estamos encantados de proporcionarla. La ministra de cultura Miri Regev promete duplicar el presupuesto para cultura árabe siempre y cuando sus representantes comprometan lealtad a su bandera. Pero cuando un teatro árabe pone en escena una obra de teatro sobre la identidad nacional palestina puede ser objeto de cierre.
La policía israelí retira documentos y ordenadores de las oficinas de la rama norte del Movimiento Islámico, 17 de noviembre de 2015. (Foto de la portavoz de la policía de Israel)
Mientras su relación se base en esta «premisa» el Estado está dispuesto a actuar con generosidad, como es el caso del plan para transferir miles de millones de shekels a las autoridades árabes con el fin de reducir al mínimo la discriminación contra el público árabe de Israel. ¿Pero qué sucede cuando algunos de los representantes de este público no están dispuestos a acomodar su demanda a este acuerdo y exigen el derecho a afectar la definición del Estado judío? Aquí es entonces cuando se transforman de oponentes políticos a una amenaza real y deben ser tratados como sea necesario.
Hace poco menos de un año el Estado prohibió la rama norte del Movimiento Islámico, el movimiento árabe más extenso del país. Esta medida vino precedida de varios pasos calculados que convirtieron el movimiento en una «amenaza a la seguridad» e hicieron lo posible para convencer al público de que era necesario proscribirlo. Esto incluyó el asalto a las oficinas del movimiento, la detención de sus funcionarios y mucho más. La decisión draconiana fue aprobada sin la más mínima oposición. Todo lo que se necesitaba eran las palabras mágicas: «amenaza a la seguridad».
Si hay una buena razón para sospechar de un fraude de Balad el tema debe ser investigado y los responsables deben rendir cuentas. Sin embargo años de acoso y persecución muestran que esto va mucho más allá de los problemas de manejo de dinero. Paso a paso Israel está convirtiendo a Balad en una amenaza de seguridad verdadera a punto para el acto final en el que se expulsa al partido de la arena política. La proscripción del movimiento islámico fue una prueba de que esto es posible, a prueba de cualquier costo.
Este artículo fue publicado por primera vez en hebreo en Local Call . Leerlo aquí.
Fuente: http://972mag.com/how-israel-is-turning-one-arab-party-into-a-security-threat/122047/