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Israel o el «demonio exterminador» de Palestina

Fuentes: Rebelión

La humanidad, presencia hoy como nunca, el genocidio y exterminio del pueblo palestino, de parte de las paradójicamente llamadas FDI (Fuerzas de Defensa Israelíes) que no son otra cosa que el “brazo armado” del Estado de Israel, que desde antes de mediados del siglo pasado, ocupan las tierras, desplazan y asolan en las mismas a la población palestina.

Para esta primera entrega sobre el tema, tomaremos expresiones y documentos, que el profesor Alejandro Hamed Franco en su libro El Calvario Palestino – Consecuencia de la Expansión Europea, toma en su desarrollo entre los siglos XVIII, XIX, XX, hasta llegar a la actual situación en lo que va del siglo XXI.

Lo mismo obedece a que esta trágica historia de Palestina no “nace de generación espontánea”, sino que tiene sus causas y raíces donde la siguen tratando de ocultar hoy día, perversos intereses de estados colonialistas e imperiales de época y el tejido del sistema del Capitalismo e Imperialismo globalizado de hoy, que actúa con su vastedad de medios de comunicación y enormes bóvedas de poder económico y político, para silenciar y comprar voluntades y para seguir poniendo bajo su égida a gobiernos y políticos, profesionales de la mentira y el “nuevo relato” que hace necesario que frente a la hipocresía de los acomodaticios, florezca la verdad.

LOS EMPECINADOS HECHOS

En el siglo XVIII las nuevas potencias imperiales, Inglaterra y Francia, entraron en conflicto, primero por la India y luego por Egipto. En 1770, los británicos acuerdan un tratado con Egipto por el cual se les otorga descargar sus productos en Suez y luego trasladarlos por tierra y embarcarlos en el Mediterráneo.

En 1798 el joven general francés Napoleón Bonaparte, logra eludir la escuadra inglesa y desembarcar en Alejandría, con el propósito de establecer una base francesa en Egipto y cortar a los británicos la ruta con la India y el Lejano Oriente. Esta expedición francesa ya llevaba en su agenda el traslado de colonos judíos a la región, teniendo en cuenta que uno de los financistas de la misma era la familia Rothschild.

Un mes después, los británicos destruyeron la escuadra francesa. Napoleón se ve obligado a marchar con sus tropas hacia el norte, confiado en lograr el apoyo de los árabes, descontentos con las autoridades otomanas, de Palestina, Líbano y Siria. No lo logra y a esto se le suma una epidemia de tifus, lo que finalmente obliga a los franceses a evacuar Egipto.

Estas acciones de ambos Imperios, reflejan la importancia geopolítica que tiene la región de ese rincón del Mediterráneo, la cual se incrementará con la construcción del Canal de Suez en el siglo XIX y en el XX con la importancia de los hidrocarburos que desplazan al carbón como combustible, al reemplazar los motores a explosión a la máquina de vapor, impulsora de la Revolución Industrial.

Fracasada la misión francesa financiada por Rothschild y otros, circula por París una Carta Anónima de un miembro de la comunidad judía en Francia que expresaba … “El país que proponemos ocupar comprendería el Bajo Egipto, con el agregado de territorios cuya frontera sería una línea que iría de San Juan de Acre hasta el Mar Muerto y desde el extremo Sur del mismo hasta el Mar Rojo. Esta posición, que es de las más ventajosas, nos transformaría, gracias a la navegación por el Mar Rojo, en dueños del comercio con la India, sur y este de África, Abisinia, todos países riquísimos.” Expresiones recogidas por Nahúm Sokolow, pionero del periodismo hebreo; nacido en Polonia el 10 de enero de 1859.

1840 – Las principales potencias coloniales europeas examinaron el problema del futuro de Siria. El 17 de agosto de ese año, el Times de Londres en un artículo titulado, “Siria, regeneración de los judíos”, decía : “La propuesta de trasladar a los judíos al país de sus padres y asentarlos allí bajo el protectorado de cinco potencias no es ya objeto de especulación, sino de serio estudio político”. 17 de agosto de 1840 (!).

El coronel George Gauler, exgobernador de Australia del Sur declaró ante el parlamento inglés el 25 de enero de 1853: “La Divina Providencia ha situado a Siria y Egipto en la vía entre Inglaterra y las más importantes regiones de su comercio exterior colonial, India, China, el archipiélago Indico y Australia. Por ello la Providencia llama a Inglaterra a ocuparse enérgicamente de crear condiciones favorables en esas dos provincias … Inglaterra debe poner manos a la obra para la renovación de Siria por intermedio del único pueblo cuya energía puede ser utilizada constante y eficientemente por intermedio de los hijos de Israel”.

Frente a estas declaraciones no es de extrañarse que en la década de 1870, se funda en Inglaterra la Compañía Colonial Sirio Palestina, con el fin de asegurar la colonización de Palestina, Siria y los países vecinos por “personas decentes”, tanto cristianas como judías. De aquí se desprende, sin mucho esfuerzo de análisis, que los ingleses como hoy Israel, su Estado sus FDI y el 80 % del pueblo que habita Israel y respalda a Netanyahu y su accionar, pensaban y siguen pensando que los habitantes milenarios de Palestina eran y siguen siendo “personas indecentes”, raza humana inferior que solo colonizada en principio y hoy exterminada, podrá redimirse.

Benjamín Disraeli, judío inglés convertido al anglicanismo para transformarse según sus propias palabras en “anglicano de raza judía”, desarrolla el Partido Conservador y deviene en Primer Ministro de la reina Victoria en 1868, y luego desde 1874 hasta 1880. Trata en la Conferencia de Berlín de 1878 de incluir en el orden del día la “Restauración” de Israel. Se encontró en la misma con una firme oposición del canciller alemán Otto Von Bismark. Logró sin embargo que el gobierno turco garantizara los derechos civiles y religiosos de los judíos, especialmente en los territorios otomanos de Palestina. Hay que observar aquí que la colonización ve en el carácter conservador del judaísmo algo bueno, ya que el primer planteo del sionismo era laico y socializante con los pueblos de Palestina, cosa que después lograron degradar.

Otro buen aporte para “la invasión y el desalojo de los palestinos de Palestina”, fue el de Lord Palmerston, pura “flema inglesa humanista”, secretario de RR:EE de Gran Bretaña gestionó a su vez ante las autoridades turcas que se autorizara la libre emigración judía a Palestina, proponiendo que para facilitar el proyecto se “podría trasladar la población árabe (palestina) hacia el norte de Iraq”, ahora los planes de EE.UU. e Israel son trasladar a la población palestina que sobreviva en Gaza al desierto del Sinaí y en Cisjordania a “campos de refugiados en Jordania”.

En 1897 hace su aparición la Organización Sionista Mundial, “antes de que Gran Bretaña tuviera que inventarla”. Se reúnen con el objetivo fundacional en la ciudad suiza de Basilea entre los días 29 y 31 de agosto de 1897 las 197 delegaciones lideradas por Theodor Herzl. El mismo nació en Budapest en 1860. Estudió derecho en Viena y se dedicó al periodismo, el cual le dio cierta notoriedad.

Desarrolló sus ideas en un folleto titulado “Der Judenstaat” (El Estado Judío) este se convierte rápidamente en el texto fundamental del movimiento Sionista.

Intento de conclusión de esta primera entrega

Para quienes intentar engañar a los pueblos con una “suerte de conflicto árabe – israelí” en Palestina y en la región de Medio Oriente, ahí fueron la descripción de hechos históricos que configuran un “plan frío y meditado de imperios coloniales que hace 3 siglos, vienen buscando expulsar de Palestina a su pueblo y construir allí a “sangre y fuego” como hoy lo siguen haciendo, ya en una fase de “genocidio y exterminio” abierto y desembozado”.

Nos queda por delante los hechos del siglo XX y los 23 años del siglo XXI, donde estos enemigos de la humanidad han recorrido diversos caminos buscando preparar distintas celadas para sus nuevos crímenes de pueblos.

Ojalá surja alguna reacción humana frente a tan arbitrarios actos, algo de aquello de que “no se nos puede mentir a todos durante todo el tiempo”.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.