Traducción de Manuel Talens
El presidente usamericano Barack Obama está tratando de reiniciar el denominado proceso de paz en Oriente Próximo. La paz es algo que todo el mundo quiere, pero la variante israelí incluye la continua oportunidad de confiscar más territorio palestino, de construir nuevos muros, alambradas y asentamientos y de continuar controlando militarmente a los palestinos con bloqueos y puestos de control.
Cuando los israelíes recibieron la mitad de Palestina de manos de Naciones Unidas -una gran injusticia como tal, que hoy en día hubiera sido imposible-, aprovecharon la oportunidad de quedarse con un cuarto más el territorio. Ahora están exigiendo lentamente el 22% restante, expulsando a los palestinos y sustituyéndolos por israelíes. Está política ha dado lugar a que los palestinos sólo puedan desplazarse en el interior de la mitad de Cisjordania, a que los hogares palestinos estén siendo derribados en Jerusalén Este y a que un millón y medio de palestinos vivan en esa gigantesca prisión al aire libre que es Gaza, donde escasean el agua, la electricidad y las necesidades diarias. En fechas recientes, el régimen israelí decidió continuar sus asentamientos en Cisjordania. Nadie, ni siquiera Obama, parece capaz -o deseoso- de impedirlo.
La Unión Europea, bajo la presidencia de Suecia, hubiera podido cambiar la situación. Pero las cosas no suceden así. Se exige a los palestinos que renuncien a cualquier forma de resistencia y que reconozcan a Israel como un Estado judío con derecho a discriminar a quienes no lo son. El bloqueo de Gaza sigue impune. Nadie ha responsabilizado a Israel por el asesinato de al menos 1.300 palestinos durante la ofensiva de Gaza el pasado invierno, la mayoría pertenecientes a la población civil y 400 de ellos niños, a pesar de que muchos de ellos se rindieron con bandera blanca antes de morir. Y mientras que a los políticos democráticamente elegidos de Hamás se les impide cualquier contacto, Suecia y la Unión Europea han seguido manteniendo estrechos lazos con el régimen de ocupación genocida en Israel, desarrollando sus relaciones comerciales y visitándose entre sí en canchas de tenis y en estadios de fútbol sin problema alguno.
Es una vergüenza para Suecia que las cosas no hayan mejorado. ¡Esto debe cambiar! El gobierno sueco y la Unión Europea deben desistir inmediatamente de su política contemporizadora con Israel, imponerle sanciones sin demora y procurar que el régimen cese de una vez por todas su colonización de Palestina y acate las resoluciones 194,242 y 338 de Naciones Unidas.
Fuente: http://www.tlaxcala.es/pp.asp?reference=8693&lg=en)
Artículo original publicado el 7 septiembre 2009
Jeff Skinner y Manuel Talens son miembros de Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Talens pertenece asimismo al colectivo de Rebelión. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y la fuente.