Traducido del inglés para Rebelión por Carlos Riba García
Ninguna casa está a salvo en Ciudad de Gaza: trabajadores de rescate palestinos trabajan buscando supervivientes bajo las ruinas de un edificio destruido por el impacto de un misil israelí el pasado lunes 21. (Ashraf Amra / Imágenes de APA)
«Israel argumenta que los civiles de Gaza se exponen a daños, por lo tanto, deberían abandonar las zonas donde operan las tropas del ejército israelí.»
Esta es una de las cosas que les dije a los oyentes durante una entrevista telefónica en el programa radial Emoprog Army Radio Hour, de Estados Unidos. Hice esta entrevista pocas horas después de que mis cuatro hijos, mi mujer -enferma crónica-, mi madre ya mayor y yo fuéramos obligados a dejar nuestra casa en el campo de refugiados de Maghazi, en el centro de la franja de Gaza.
Ahora estamos entre los 100.000 palestinos forzados a abandonar su casa mientras continúa el horripilante bombardeo de Gaza. Tenemos la suerte de haber encontrado refugio en casa de unos parientes a unos tres kilómetros de donde vivimos. En la casa donde estamos, nos apiñamos ahora 31 personas.
Pero en la pequeña Gaza, la sensación de seguridad no existe. Todo está muy cerca, especialmente el bombardeo y los ataques de artillería israelíes que oímos continuamente.
Fue en una casa como esta en la que estamos, una casa igual a todas las de Gaza, que muy temprano en la mañana del lunes pasado, por lo menos 26 integrantes de la familia de Abu Jami fueron aniquilados cuando Israel destruyó su casa en Khan Yunis. Igual que aquí, en esa casa había hombres y mujeres de todas las edades y niños.
Nuestra partida se produjo después de que los residentes del campo de refugiados de Maghazi y los del otro cercano de al-Bureij recibieran un mensaje grabado en árabe que nos ordenaba abandonar inmediatamente nuestros hogares y advirtiéndonos de que si no lo hacíamos correríamos la misma suerte de los habitantes del barrio de Shujaiya, en el este de Ciudad de Gaza. El domingo, el ataque israelí contra Shujaiya mató a por lo menos 66 palestinos e hirió a cientos de ellos.
Con los del lunes, el número de muertos después de 14 días seguidos de ataques del ejército israelí ha superado los 500 -entre los cuales hay familias enteras asesinadas- y más de 3.000 han sufrido heridas. La gran mayoría de los muertos son civiles, y uno de cada cinco es un niño.
¿Adónde deberíamos ir?
Maghazi, mi pueblo, está situado en el lado oriental del centro de la franja de Gaza.
«Es totalmente injusto que los civiles de Maghazi seamos delicadamente forzados por [un portavoz de] el ejército israelí, por teléfono, para que abandonemos nuestra casa en una región costera que está considerada como la más densamente poblada» del mundo, dije en la entrevista por radio.
Indignado, exclamé: «¿Adónde deberíamos ir? ¿Adónde deberíamos ir?»
En las dos últimas semanas, los civiles de Maghazi, al-Bureij, Shujaiya, Rafah y otros sitios a lo largo de toda la franja de Gaza, nos vemos obligados a no poder salir de casa, a vivir en continua tensión, preocupados y sin poder dormir por el terrorífico estallido de las bombas israelíes, día y noche.
Cerrada herméticamente
Sí, ¿adónde deberíamos ir? La franja de Gaza es un pequeño territorio de apenas 360 kilómetros cuadrados, más o menos el doble de la superficie de Washingtn DC o apenas un cuarto del tamaño de Londres. Al este y al norte, las fronteras están bloqueadas por la fuerte presencia de las fuerzas armadas israelíes y Egipto ha sellado el paso de Rafah, la única zona fronteriza no controlada por Israel. Y finalmente, al oeste, está la frontera marítima de Gaza surcada por muchas cañoneras israelíes que disparan sin cesar hacia la costa gazadí. En las playas de Gaza, la seguridad no existe, como lo demostró el brutal asesinato de cuatro chiquillos.
Entonces, ¿adónde deberíamos ir? Los mensajes telefónicos dejados por el ejército israelí para informarnos de que debíamos trasladarnos a Deir al-Balah, un pueblo y campo de refugiados junto a la playa. Deir al-Balah está a solo siete kilómetros de Maghazi y al-Bureij y es una de las zonas más densamente pobladas de la franja de Gaza.
Deir al-Balah ya está siendo atacado; las cañoneras y los aviones castigan golpean también este sitio. ¿Adónde deberíamos ir? En este pequeño rincón de Palestina, toda la población de Gaza se enfrenta con la muerte o con la posibilidad de recibir heridas. Nadie está a salvo. Las posibilidades de recibir ayuda de los vecinos están bastante restringidas en la medida que todo el mundo está sometido a unas duras condiciones económicas debido a la condena que significan siete años de bloqueo por parte de Israel.
Regresamos a Palestina
La condición de desplazado me obliga a hacerme unas preguntas muy simples: ¿Adónde deberíamos ir? ¿Adónde quieren los israelíes que vayamos? ¿Están pidiendo que nos muramos? Si, aparentemente, ellos quieren que nos muramos. Sus amenazas se están concretando, tal como hemos visto en la matanza de Shujaiya y otras nuevas lo revelan cada día.
¿Adónde queréis los israelíes que vayamos? ¿Al infierno? No, en lugar de eso vamos al paraíso, y nuestras almas os maldecirán tanto en los tribunales internacionales de justicia como, cuando llegue el día, en los del juicio final. Eso sucederá si la «comunidad internacional» nos niega justicia en este mundo y continúa tomando partido por aquellos que ocupan nuestra tierra y cometen atrocidades contra hombres, mujeres y niños.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, dijo que él «apoya el derecho que Israel tiene de defenderse». ¿Qué es esta «defensa propia», señor Obama? Por favor mire las imágenes de niños palestinos desmembrados que aparecen en las pantallas de la televisión o en las fotos tomadas en la devastada y empobrecida franja de Gaza.
¿Adónde deberíamos ir?
Nosotros regresamos a Palestina, la tierra que Israel nos robó en 1948. Esta vez no tenemos adonde ir y no haremos lo que hicieron nuestros abuelos cuando en los cuarenta del siglo pasado Israel incurrió en las matanzas que les obligaron a marcharse.
No nos marcharemos, nos vamos a quedar.
Rami Almeghari es periodista y profesor universitario. Reside en la franja de Gaza.
Fuente original: http://electronicintifada.net/