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Entrevista a Mordechai Vanunu

«Israel tiene un extraño concepto de la justicia»

Fuentes: IPS

Tres meses después de su excarcelación tras 18 años en prisión en Israel, Mordechai Vanunu, el denunciante del armamentismo nuclear israelí, está de nuevo ante el sistema judicial de su país, esta vez para reclamar su libertad absoluta. Vanunu exige el levantamiento de las restricciones que le impusieron las autoridades locales, entre ellas la prohibición […]

Tres meses después de su excarcelación tras 18 años en prisión en Israel, Mordechai Vanunu, el denunciante del armamentismo nuclear israelí, está de nuevo ante el sistema judicial de su país, esta vez para reclamar su libertad absoluta.

Vanunu exige el levantamiento de las restricciones que le impusieron las autoridades locales, entre ellas la prohibición de hablar con extranjeros, particularmente con periodistas, y de dejar el país.

En realidad, Vanunu nunca propaló secretos y nunca conspiró con potencias extranjeras. Simplemente hizo público el peligro existente para Israel de sufrir un holocausto autoprovocado. Cuando en 1986 dio al «Sunday Times» fotografías de su lugar de trabajo, el reactor Dimona, lo que hizo fue revelar al público lo que ya era de conocimiento común en círculos militares y diplomáticos internacionales. Lo peor de lo que se le podía acusar era de desvelar la política israelí de ambigüedad nuclear y de romper un tabú y una estricta exigencia tribal de lealtad por parte del estado judío.

Hablamos con él después de la audiencia ante la Suprema Corte de Justicia de Israel.

«Este estado tiene un extraño concepto de la justicia dijo-, ya que la corte sesionó durante 12 minutos al comienzo y 15 minutos al final, pero en el intermedio de casi dos horas y media los tres jueces escucharon la exposición de los representantes del estado en sesión totalmente secreta, tan secreta que ni a mí ni a mi abogado se nos permitió asistir.»

En una sesión cerrada de 15 minutos con la participación única de Vanunu y sus abogados el foco estuvo puesto en un cuaderno que él escribió en prisión en 1991 y que contenía precisos recuerdos del reactor Dimona. «Esas anotaciones explicó Vanunu- eran sólo un entrenamiento mental para proteger mi mente durante años de aislamiento total. Pero el estado aduce que yo puedo reproducir información sobre el programa de bombas nucleares cuando quiera. No quieren admitir que lo que yo puedo reproducir no es secreto y no puede dañar la seguridad nacional de Israel. Por lo tanto no puede ser la base de restricciones permanentes.»

«Si los jueces aceptan este razonamiento del estado, la consecuencia será que no se me concederá plena libertad antes de que yo pierda la razón y la memoria, lo que representaría una absurda idea de la justicia. También sería una decisión sin sentido, porque ahora estoy viendo a mucha gente y podría revelar secretos si tuviera alguno- cuando quisiera. Al contrario, el estado ha podido ver quien soy y en lo que creo. Fueron mis estudios de temas morales y filosóficos los que me llevaron a proceder de acuerdo con mi conciencia. Ellos han leído todas mis cartas durante 17 años y medio. Quizás no he tenido una lealtad ciega hacia mis superiores, pero mi acción estuvo motivada en proteger a Israel y al mundo de un inmenso daño, de su potencial destrucción total.»

Bajo la ley internacional Israel está obligado a devolver a Vanunu sus plenos derechos como ciudadano normal. La única excepción a esta norma es la motivada por razones de «seguridad nacional». Los jueces, en su primera sesión en la Corte señalaron correctamente que la cuestión del secreto es un factor clave en el caso.

Tanto los expertos extranjeros como los israelíes sostienen que Vanunu no tiene actualmente en su poder, si es que alguna vez los tuvo, secretos de interés. Si un estado desea invocar consideraciones de seguridad nacional, el precedente internacional requiere que se especifique y aclare sus razones. Para que Israel prevalezca en el caso, los secretos que afirma están en poder de Vanunu deben constituir materiales que no estén disponibles ya en el dominio público. Mucha más información sobre armas nucleares que la que Vanunu tuvo jamás está actualmente a disposición de todos en Internet.

Si los jueves continúan privando a Vanunu de sus derechos sobre la base de que tiene una buena memoria, esta situación será siendo la misma dentro de dos semanas, dos años o dos décadas. De modo que la decisión es ahora crucial para su futuro. Afortunadamente, la Corte anunció que dará pronto su dictamen sobre la cuestión.

Vanunu se siente orgulloso de haber dado un ejemplo que muchos parecen ya estar siguiendo: «recientemente, han estado apareciendo en varios países mucho más rápidamente que antes algunos denunciantes, que no han esperado décadas para revelar lo que saben. La guerra de Irak, por ejemplo, está llena de ejemplos de personas cuyas denuncias produjeron considerable embarazo al presidente de Estados Unidos, George W. Bush, y al primer ministro británico, Tony Blair».

Cuando le preguntamos a Vanunu qué es lo que lo había inspirado para hacer su denuncia, su respuesta fue sorprendente:

«¡Hollywood! Es que he visto películas sobre devastación nuclear como «The China Syndrome» y «The Day After» y un ejemplo de integridad moral representado por Meryl Streep en el filme sobre Karen Silkwood. En 1986 también tuvimos el desastre de Chernobyl. Todos esos estímulos, junto con mis búsquedas académicas en filosofía y ética, se convirtieron para mí en una cuestión de conciencia que me impulsó a advertir al pueblo y a tratar de producir un debate público y democrático sobre el peligro nuclear».

Y por cierto que el debate nuclear se está acelerando en Israel desde los meses posteriores a la excarcelación de Vanunu. Este «soplón» piensa que ya es hora de que el estado de Israel le agradezca lo que hizo en lugar de tratar de castigarlo de por vida.

(*) Fredrik Heffermehl, abogado noruego, vicepresidente del International Peace Bureau y miembro del Comité Internacional para la liberación de Mordechai Vanunu.