En la primera parte de este articulo daba cuenta de la decisión del gobierno polaco de poner coto a las exigencias de víctimas y familiares de víctimas del nacionalsocialismo en tiempos de ocupación de este país de Europa Oriental de exigir reparaciones, devolución de propiedades usurpadas por los ocupantes.
La Ley Administrativa de Polonia firmada el pasado 14 de agosto por el presidente polaco Andrzej Duda y aprobada por el Parlamento polaco tres días antes, está basada en una sentencia del Tribunal Constitucional del 2015. Ley que pretende evitar que prosperen reclamos sobre propiedades que se extiendan por más de 30 años (1) teniendo presente que, a la caída del campo socialista, Polonia, que formaba parte de esas sociedades, abrió el camino para que antiguos propietarios expropiados pudiesen recuperar sus propiedades. Pero, el problema es que nunca se aprobó una ley integral que fuese capaz de regular no sólo la restitución, sino también la compensación de las propiedades confiscadas. El gobierno de Duda señaló que la medida tomada no era una ley dirigida contra los judíos: “queremos poner fin al caos jurídico, burocrático e inmobiliario que existía desde hace muchos años en torno a las exigencias y requisitos para poder restituir propiedades, así como la incertidumbre en la que se debaten al respecto muchos propietarios.”
Pero no bastó la explicación del gobierno polaco frente a una decisión soberana, que posee un gran problema: afecta a los seguidores de una ideología que ha logrado imponer el victimismo crónico en forma monopólica, pues para la sociedad israelí y sus seguidores no existe dolor más grande que el de los europeos creyentes judíos víctimas del holocausto. No hay otro, es producto de exportación único y monopólico. Para el sionismo no existe crimen más abominable que el ejecutado contra la comunidad judía, como tampoco la posibilidad de criticar o tratar de visualizar la propia conducta de Israel contra el pueblo palestino, por ejemplo, sin que salgan a relucir sus escudos de defensa: acusaciones de antisemitismo, antijudaísmo y negacionismo, acallando así las voces disidentes de su peculiar conversión: de víctima a victimario.
La medida del gobierno polaco levantó la indignación del sionismo y de todos aquellos que durante 76 años se han beneficiado de las indemnizaciones, restituciones y otras determinaciones destinadas a compensar a las víctimas y familiares de ciudadanos europeos de creencia judía afectados por el nacionalsocialismo. Las presiones sobre el gobierno polaco se dejaron venir como lluvia de bombas sobre Gaza. Estados Unidos, el gobierno israelí, instituciones sionistas desplegadas en un amplio abanico de actividades, todos sin excepción, se lanzaron contra Polonia, presionando para una vuelta atrás en su decisión administrativa. Para Gideon Taylor, presidente de la Organización Mundial de Restitución Judía (WJRO, por sus siglas en inglés), “La restitución de propiedades es más que dinero: para muchos sobrevivientes del Holocausto y sus familias, un hogar es la última conexión física que queda con las vidas que una vez llevaron, con los países donde nacieron y con las ciudades donde crecieron, antes de que sus vidas fueran destrozadas”.
En Israel, el presidente de la Knesset, Mickey Levy, señaló: “La ley contra la restitución que restringe los reclamos de propiedad de las víctimas del Holocausto es un robo a la luz del día, que profana la memoria de la Shoá”. Las voces airadas provinieron también del primer ministro Naftali Bennett, quien afirmó que la decisión del presidente Duda es “un vergonzoso desprecio por la memoria del Holocausto”. “Israel ve con la mayor seriedad la aprobación de la ley que impide que los judíos reciban una compensación por la propiedad que les fue robada durante el Holocausto”. Por su parte, el ministro de Relaciones Exteriores, Yair Lapid, aseguró que la ley aprobada es antisemita y no ética. “Polonia se ha convertido en un país antidemocrático, que no respeta la mayor tragedia en la historia de la humanidad. El mundo no puede callar. Israel y el pueblo judío no se callarán” (2). Desde Estados Unidos, el apoyo a los reclamos del sionismo no se hizo esperar. El secretario de Estado, Antony Blinken, (hijo de padres de creencia judía y con padrastro sobreviviente de un campo de concentración) sostuvo que «estamos profundamente preocupados porque el parlamento de Polonia aprobó una legislación que restringe severamente el proceso para que los sobrevivientes del Holocausto y sus familias, así como otros propietarios judíos y no judíos, obtengan la restitución de la propiedad…”
El Sr. Taylor tiene razón al sostener que restituir una propiedad a una familia a la cual se le expropió, expulsó, embargó o cualquier otra acción que signifique desligar a esa familia de su hogar es un crimen despreciable, que no puede ser aceptado. Resulta vergonzoso negarse a entregar una compensación por las propiedades usurpadas durante alguna campaña militar de ocupación y colonialismo. La sociedad que no respeta una de las mayores tragedias de la humanidad, como fue la Nakba y su continuación después de 73 años, no merece denominarse democrática. El mundo, ante tamaña injusticia, no puede callar, no lo hará el pueblo palestino ni aquellos que defienden sus derechos violados por el sionismo.
Pero…volvamos al concepto original: la hipocresía. Por qué hablo de Israel como una sociedad hipócrita. Pues, porque si bien es indesmentible la idea y la práctica del recuerdo como una conducta y un ejercicio necesario, para impedir la repetición de crímenes deleznables y con ello frenar cualquier intento de políticas exterminio por razones de raza, religión, ideología, etnia, conquista territorial entre otras razones. También es indesmentible que Israel, su ideología sionista, su visión de la historia y la política destinada a imponer esa visión de mundo los ha convertido en un régimen criminal, en una versión nacionalsionista de aquellos a quienes condenan. Su hipocresía radica en querer seguir usufructuando del llanto y la solidaridad mundial por crímenes cometidos hace más de siete décadas, para acallar los crímenes cometidos por los familiares o miembros de la misma grey contra el pueblo palestino desde el año 1948 a la fecha. Hipocresía, pues la dirigencia sionista habla de reparaciones, de lo injusto de una ley polaca que se niega a seguir entregando compensaciones a familiares de las víctimas de creencia judía, por parte de un régimen que invadió Polonia, país que sufrió la ocupación y los crímenes de su población.
La dirigencia sionista, sus medios de difusión, sus corifeos desplegados en los países como es el caso de Chile, que en uso de la estrategia de la hasbara maquillan los crímenes que comete Israel hoy contra Palestina, cubriéndolos con los crímenes cometidos por el nacionalsocialismo como si ello les diera un marco de impunidad; no mencionan su propia conducta negacionista respecto a los crímenes cometidos contra el pueblo palestino. Hipocresía porque Naftali Bennett, Yair Lapid hablan de impedir que no se restituya lo robado, que no se compense lo expropiado, o la profunda idea consignada por Gideon Taylor de la Organización Mundial de Restitución Judía quien señala: “La restitución de propiedades es más que dinero: para muchos sobrevivientes del Holocausto y sus familias, un hogar es la última conexión física que queda con las vidas que una vez llevaron, con los países donde nacieron y con las ciudades donde crecieron, antes de que sus vidas fueran destrozadas”.
Efectivamente Sr. Taylor, y con ello en Chile a los señores y señoras Gorosdicher, Isaacson, Rosemberg, Agosin, Zaliasnik, entre otros; la restitución de lo robado a millones de palestinos es más que dinero. Bien sabemos que un hogar es una inseparable conexión física con la vida que alguna vez se tuvo, con la tierra donde nacieron, criaron a sus hijos y de la cual fueron expulsados. Y en ello, qué duda cabe señores (as) de la comunidad sionista de Chile, deben ustedes, al cabo de tantas décadas, tener presente la inseparable conexión que el pueblo palestino tiene con su tierra, el mismo pueblo al cual el sionismo le impide volver y recuperar lo usurpado y con ello volver a la conexión con sus ciudades, pueblos y aldeas donde florecieron sus negocios. Sea en Haifa, Jaffa, Nazareth, Ariha, Akka, Ar Ramla, Khadra, Asqalaan, Al Quds. Los barrios que vieron pasar a familias de palestinos que de generación en generación formaron sus hogares, dieron esplendor a esos centros urbanos, cultivaron la tierra, sacaron los frutos de sus olivos. Cosecharon sus naranjos, pescaron en el Mediterráneo, nadaron en las aguas salobres del Mar Muerto, pastaron sus animales allí donde los acuíferos brotaban en forma de manantiales.
Efectivamente señores (as) sionistas y defensores de esta ideología, la restitución de las propiedades debe ser una exigencia que tomar sin tiempo que perder. Por ello, supongo, Israel va a devolver todas las tierras usurpadas, las propiedades robadas tras la proclamación de la entidad sionista el año 1948. Me parece que resulta decente pensar, que el presidente de la comunidad sionista de Chile y su cuerpo directivo, en pleno, haciendo caso omiso de la acusación de hipócritas, así como favorecen la restitución de propiedades de ciudadanos polacos expropiados o simplemente robados por los nazis, apoyarán la restitución de los hogares palestinos usurpados por el sionismo. ¿Es así cierto? Los invito a declararlo para así no seguir pensando que defienden ustedes una sociedad de hipócritas y ustedes mismos lo son.
Coincidirá conmigo la comunidad sionista chilena y sus dirigentes, que hay que derogar la llamada Ley de Propiedad de Ausentes, que permite a la entidad israelí apoderarse de la propiedad de los palestinos que, según Israel, abandonaron o huyeron de sus casas durante la Nakba (catástrofe en árabe) e incluso robando posteriormente sus propiedades, expropiándolas o demoliéndolas de acuerdo con el estado del arte de ocupación que lleven adelante. Y, por otro lado, ya que tanto hablan de Israel como la mayor democracia de Oriente Medio, supongo que impulsarán la exigencia que derogue la llamada Ley de Asuntos Legales y Administrativos, que permite a los judíos, que puedan demostrar un título de propiedad anterior a 1948 y así reclamar sus propiedades en Al Quds (Jerusalén). Misma acción a la cual deben tener derecho los palestinos. Resulta evidente que no se puede seguir llorando por el holocausto y las medidas tomadas por gobiernos como el polaco y conducirse, impunemente, como una entidad que usurpa tierras al pueblo palestino y cubrirse con el manto ya inservible del antisemitismo cuando se les critica.
Notas
- https://www.europapress.es/internacional/noticia-polonia-aprueba-ley-criticada-israel-afectar-propiedades-victimas-holocausto-20210812033317.html
- https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-58223069