Israel controla los recursos hídricos de Cisjordania: la totalidad del río Jordan, el Mar Muerto y los principales acuíferos y pozos de la zona, «para doblegar a los palestinos». El 30% de sus vecinos árabes dispone de menos de cuatro horas de agua a la semana, según el informe «Vivir bajo la ocupación» recientemente publicado […]
Israel controla los recursos hídricos de Cisjordania: la totalidad del río Jordan, el Mar Muerto y los principales acuíferos y pozos de la zona, «para doblegar a los palestinos». El 30% de sus vecinos árabes dispone de menos de cuatro horas de agua a la semana, según el informe «Vivir bajo la ocupación» recientemente publicado en Cataluña.
Mientras los israelies beben todo el agua que quieren a precios módicos, «los palestinos deben pagar tres veces más», a pesar de sus reducidos salarios y su escaso poder adquisitivo, denuncia el documento elaborado, entre otros, por la periodista y escritora catalana Ana Basanta.
«Los palestinos no pueden acceder a las zonas con recursos hídricos ni hacer canalizaciones (para regar sus cultivos)», señala Basanta en dicho documento que contó con la colaboración del médico y activista Mustafá Barghouti, y que se da a conocer poco antes de que comience el Festival de Eurovisión el próximo día 14 en Tel Aviv.
Basanta detalla que gran parte de la Cisjordania ocupada (desde la Guerra de los Seis Días, en 1967), «está bajo control militar de Israel» lo que impide, incluso, el acceso a los pozos de agua en muchas aldeas palestinas.
La prohibición de usar los pozos de agua provocó, entre otras cosas, la rebelión de la adolescente palestina Ahed Tamimi, quien pasó ocho meses en la cárcel por abofetear a un soldado israelí, «agresión» que se produjo tras enterarse de que un primo suyo recibió un impacto de bala de goma en la cara que le dejó una grave deformación craneal.
«Vivir bajo la ocupación» revela que «existen licencias de agua para los palestinos y que estas deben renovarse anualmente», ya que de lo contrario Israel «les corta, literalmente, el grifo».
Eso significa que el régimen ultraderechista de Benjamin Netanyahu utiliza «la guerra del agua» para someter a los palestinos con el visto bueno (o la desidia e indiferencia) de Europa y EEUU, quienes han optado la política de «lavarse las manos».
«Israel controla mediante una cuota la cantidad de agua que podemos utilizar», señala un testigo palestino en dicho informe.
El agua escasea y es cara para los palestinos, problema que se agrava con el «apartheid», el bloqueo y la tremenda desigualdad salarial entre ambos pueblos.
«Mientras que en Israel el PIB ´per cápita´ es de unos 42.000 dólares anuales, en Cisjordania es de 2.000 dólares y en la Franja de Gaza desciende hasta los 800 dólares», enfatiza Basanta.
Según confiesa la coautora de «Vivir bajo la ocupación», se puso a trabajar en ese informe para dar visibilidad a la resistencia palestina (asunto maltratado por los medios occidentales) en línea con otras organizaciones como la Palestinian Medical Relief Society (PMRS, siglas en inglés), y la Palestinian Women Developing Center (PWDC, ídem).
Cisjordania (Judea y Samaria para Israel) tiene una población -contando Jerusalén este- de 3.008.770 habitantes, según el censo publicado en 2017 por la Oficina Central de Estadísticas de Palestina (PCBS). Y una extensión de 5.640 kilómetros cuadrados, algo menos que la provincia española de Alicante (5.816 kilómetros cuadrados).
La Franja Gaza tiene unos dos millones de habitantes y una extensión de 365 kilómetros cuadrados. El municipio de Aranjuez (Madrid, España) tiene 201 kms. cuadrados, es decir menos de 2/3 del enclave costero.
Jesusalén (ciudad sagrada para judíos, cristianos y musulmanes), tiene alrededor de 900.000 habitantes, de los que aproximadamente el 63% son judíos y el 37% árabes.
Quizás en pocas urbes del mundo se haya derramado tanta sangre durante tantos e interminables siglos como en Jerusalén (ciudad de paz en hebreo). «El reino de los Cielos» merecía ser un ejemplo de lo contrario a lo que es, debería ser: «el paradigma de la reconciliación.»
Propongo rebautizar la región (Israel y Palestina) dando un nuevo nombre a ese espacio geográfico -que renacería sin fronteras- en el que todos tuvieran la misma nacionalidad, los mismos derechos y las mismas obligaciones ¿No está el mundo harto de vivir con eternas cuestiones sin resolver?
Blog del autor: http://m.nilo-homerico.es/reciente-publicacion/
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