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Israel y los «valores de Occidente»

Fuentes: La Jornada

Días después del alunizaje del módulo Eagle, en el patio central de la policía de Córdoba (Argentina) un sargento de bufo bigote a cargo de los detenidos en una refriega estudiantil titubeó al leer la nómina. Con ira contenida, el suboficial chilló: ¡A ver, el del apellido difícil!… ¡Un paso al frente! Como después de […]

Días después del alunizaje del módulo Eagle, en el patio central de la policía de Córdoba (Argentina) un sargento de bufo bigote a cargo de los detenidos en una refriega estudiantil titubeó al leer la nómina. Con ira contenida, el suboficial chilló: ¡A ver, el del apellido difícil!… ¡Un paso al frente!

Como después de «Solano» sabía que la maldición alfabética vendría a mi encuentro, miré a los costados con cara de yo no fui. Esperaba que alguien de apellido «difícil» me siguiera en aquel paso menos importante que el dado para la humanidad por el comandante de la nave Apolo XI. ¿Se llamaba Katsh o Katz?

Las ganas de ir al baño condujeron a lo inevitable. El sargento se acercó, y arrimando los pelos de su bigote hasta picarme la nariz, susurró: Cagáte encima, judío de mierda.

A Katsh o Katz lo llevaron a una oficina, y mí a otra en la que un terso personaje de traje y corbata, peinado con fijador, revisaba expedientes con inquietante serenidad.

-Sentate -ordenó-. Mirá… Yo no tengo nada contra los judíos, pero vos sos comunista.

-Señor, soy peronista.

-Peor: nazi.

-Señor, yo…

-Callate -atajó-. Aquí hablo yo. Tengo las pruebas.

-¿Qué pruebas?

Clavándome una mirada glacial, el anfitrión abrió el cajón de su escritorio y sobre la mesa depositó un par de libros (Teoría y práctica del bolchevismo, de Bertrand Russell, y los cuentos de Chéjov, editados por Aguilar).

-¿Tuyos?

-Míos.

-¿Y ahora?

-Señor, yo…

-Callate. Aquí hablo yo -luego, el esbirro se lució con una filípica sobre la democracia, la libertad, y de algo que me suscitó curiosidad: «los valores de Occidente».

-Andate. Por ahora, no hay cargos. Y dejá de pelearte con el peluquero -acotó con indulgencia.

A cuadras del cuartel, entré a un café a comer algo. Allí estaba Katz o Katsch, leyendo el diario.

-Seguro que te pasó lo mismo que a mí -dije.

-Posiblemente. ¿A vos te aconsejaron que te vayas a Israel?

-No.

-A mí, sí. ¿Cómo lo sabían?

-¿Te vas a Israel?

-Ya lo decidí.

-¿Y qué vas a hacer en Israel?

-Voy a vivir en un kibutz (granja cooperativa), donde se practica el socialismo agrario.

-¿Vas a pelear contra los árabes?

-No. Voy a pelear contra la injusticia.

-¿Y por que no peleás acá contra la injusticia?

-No me interesa. Estoy harto de los fascistas, de los comunistas, de los peronistas, y yo soy pacifista.

Katz o Katsch guardó silencio y yo tomé su diario. Azorado, me detuve en un cable de la sección internacional: «Se ha expandido el ámbito de la estupidez humana». Era la opinión de Bertrand Russell al conocer el descenso de los astronautas en la Luna. Comenté la sincronía y Katz, o Katsch, manifestó:

-Los adelantos de Occidente son espectaculares…

Quedé tieso:

-¿Qué dijiste?

Occidente y sus «valores». ¿Qué mierda querrán decir con «valores de Occidente»? ¿»Oriente» carece de valores? ¿De qué imbecilidades quieren persuadirnos? Dani Broitman, un argentino de Rosario que así como Katz o Katsch se fue a vivir a un kibutz («detrás de un ideal…», subraya), acaba de escribir un testimonio escalofriante después de la masacre en el pueblo libanés de Qana, donde murieron 60 refugiados, 37 de ellos niños: «la vergüenza me pesa en los hombros, y no me deja caminar…»

Sin embargo, la semana pasada, cuando un vecino de la colonia le dio crédito a un charlatán islamófobo como André Glucksmann, quedé pensativo. El vecino escribió: «… el líder del Partido Likud tiene razón cuando afirma que los fundamentalistas no odian a Occidente a causa de Israel. Todo lo contrario. Odian a Israel porque representa los valores de Occidente en la zona».

Fuera de si coincidía con lo expresado por el orate George W. Bush en su más reciente conferencia de prensa… ¿el vecino se refería al líder del Likud o al criminal de guerra Ehud Olmert, premier de Israel y líder del nuevo partido de extrema derecha Kadima, fundado por el nazi Ariel Sharon? Bueno. Lo de menos es la desinformación de los judíos extremistas con piel de cordero que no viven en Israel y ven muchas películas sobre campos nazis de concentración. Hablábamos de los «valores de Occidente».

Uno de esos «valores» se llamó Henry Ford, autor del panfleto judeófobo El judío internacional, quien se enorgullecía de su fotografía de Hitler, dedicada y autografiada. Y entiendo que Ford y el judío Rockefeller hicieron algo de lana contribuyendo al rearme alemán. ¿No se trata, finalmente, de esto, de dinero? ¿De ese dinero que los capitalistas árabes invierten para especular con la muerte tal como lo hizo en días pasados el general Dan Halutz, responsable de la carnicería de Líbano en su condición de jefe del Estado Mayor del Ejército israelí?

«Valores de Occidente». Vamos… ¿No es tristísimo que jóvenes judías se manifestasen en el barrio de Olmert con pancartas que rezan «Residentes de Tzahala, hay un asesino en vuestro barrio»? ¿No es terrible que una de estas muchachas se llame Dana Olmert, hija de Ehud?