Aunque algunos analistas creen que Damasco y Tel Aviv podrían volver a la mesa de negociaciones, suspendidas desde hace más de ocho años; otros consideran que la diferencia de intereses entre los mandatarios de los dos países hará imposible el retorno al camino del diálogo y que hoy ambas naciones están más cerca de la […]
Aunque algunos analistas creen que Damasco y Tel Aviv podrían volver a la mesa de negociaciones, suspendidas desde hace más de ocho años; otros consideran que la diferencia de intereses entre los mandatarios de los dos países hará imposible el retorno al camino del diálogo y que hoy ambas naciones están más cerca de la guerra que de la paz.
Todo esto se produjo en pocos días, y ciertos observadores hablan de indicios en lo que respecta a nuevos horizontes para la vuelta a las negociaciones suspendidas desde hace más de ocho años entre los dos países. Otros indicios, también claros, son negativos y muestran el alejamiento de la posibilidad de un regreso a la mesa de negociaciones. Aunque se oye hablar de mensajes políticos intercambiados entre el primer ministro israelí y el presidente sirio por medio de terceras partes a propósito de las condiciones de un retorno a las negociaciones, también existen mensajes mediáticos intercambiados entre los responsables de los dos países, según los cuales los preparativos de guerra estarían en curso.
Pero, la realidad prueba que todo movimiento en vías de la paz es hoy prácticamente imposible, dado que ninguna de las dos partes, en particular Israel, está lista para asumir el precio de esta paz.
En las dos partes, los objetivos son diferentes. El presidente Bachar Al-Assad quiere ante todo probar que es imposible aislar a Siria. Y el primer ministro israelí quiere reforzar su posición en el interior del país, luego de que la guerra contra el Líbano, en 2006, lo hiciera perder toda popularidad. Olmert espera que la mesa de negociaciones sea un medio de influir en las relaciones irano sirias, ya que Teherán no aprecia la idea de la vuelta a las negociaciones entre Damasco y Tel Aviv.
Las dos partes no se entienden tampoco en lo que concierne a la manera de negociar. Mientras que Olmert desea negociaciones cara a cara entre las delegaciones de los dos países, a la vista del mundo entero, el presidente sirio prefiere negociaciones indirectas con un intermediario norteamericano. Es decir que él se mostraría negociando con Washington y no con Tel Aviv, porque es perfectamente consciente de las repercusiones nefastas que pueden causar estas negociaciones en las relaciones con los iraníes.
No hay que olvidar que toda acción seria hacia la paz está prohibida para Siria e Israel, aun si ellas la desearan. La administración norteamericana actual da prioridad al aislamiento de Siria en el nivel regional. Washington insiste en lograr este objetivo, aunque todavía no se haya hecho nada en vías de esta política que se basa en la idea de que el aislamiento de Siria debilita a Irán.
Es el ex presidente francés Jacques Chirac quien convenció a la administración norteamericana de que hacer salir a Siria del Líbano podía constituir la llave del cerco de «la coalición radicalizada» guiada por Irán en la región.
Se sabe que el presidente norteamericano tomó la decisión en este sentido luego de su regreso de Normandía, en junio de 2004, donde se había encontrado con Chirac en ocasión de la conmemoración del desembarco de tropas aliadas, durante la segunda Guerra Mundial.
Así se explica el enigma de por qué Siria insistía en que el presidente libanés Emile Lahoud continuara ocupando su puesto, aunque estuviera prohibido por la Constitución. Esto ocasionó una tensión importante, ya que muchas personalidades libanesas son aliadas de Siria y también fieles a Lahoud. Y Damasco había efectivamente elegido a una de ellas, Soliman Ferenjia, el líder de los que se denomina la corriente Al-Marada que representa a uno de los pequeños grupos políticos maronitas.
Pero, el aumento de las presiones norteamericanas y francesas sobre Siria volvió las cosas más confusas para esta última. Y con la ausencia de instituciones capaces de gestionar tales crisis y mientras que son los aparatos de seguridad quienes tienen la hegemonía sobre la decisión siria en lo que concierne al Líbano, era fácil cometer errores. Damasco, entonces, se equivocó al estimar la situación. Y los que toman las decisiones estimaron que la situación necesitaba la presencia de un presidente libanés de gran experiencia. Es por eso que se decidió prolongar el mandato de Lahoud en vez de respaldar a Ferenjia.
Los acontecimientos se sucedieron, entonces, hasta el asesinato de Rafiq Al-Hariri, en febrero de 2005, y después la crisis se fue acentuando cada vez más.
La situación en Siria creó un diferendo con Israel que temía verse debilitada por el régimen sirio debido a las presiones sobre Damasco. Tel Aviv había previsto dos escenarios: un régimen islamista que constituiría un peligro para Israel o un caos total en las fronteras israelíes, como el que reina actualmente en Irak. Es por eso que Israel intentaba convencer a Washington de aliviar las presiones sobre Siria, mientras que Olmert trataba de volver a la mesa de negociaciones.
Pero, todo osciló luego de los acontecimientos de Gaza en junio último. Según la administración norteamericana, Siria no estuvo lejos de todo eso. Es entonces que después de la cumbre entre Bush y Olmert, el 19 de junio último, Olmert comprendió que la vía hacia Siria estaba bloqueada, salvo en el caso de un escalada militar, si las condiciones lo obligan.
En todos los casos, la posibilidad de una guerra está más cerca que la de la paz, que parece hoy más alejada que nunca, desde la Conferencia de Madrid en 1991.