Este año 2017 ha sido rico en decisiones y acciones de organismos internacionales, la sociedad civil y el pueblo palestino, destinadas a denunciar la ocupación de los territorios palestinos a manos del régimen israelí y su «racional política criminal». Y hago uso de este concepto de supuesta coherencia y lógica de la política criminal del […]
Este año 2017 ha sido rico en decisiones y acciones de organismos internacionales, la sociedad civil y el pueblo palestino, destinadas a denunciar la ocupación de los territorios palestinos a manos del régimen israelí y su «racional política criminal».
Y hago uso de este concepto de supuesta coherencia y lógica de la política criminal del sionismo porque efectivamente esta es premeditada, destinada a infligir daño a la población palestina, a generar muerte y desolación e impedir la conformación de un Estado palestino. Por tanto, una política dotada de cordura y no aquella eximente y supuesta «locura de acciones desquiciadas llevada a cabo por dirigentes y militares dementes».
¿El loco del barrio?
El que sea una política digitada, planeada, un terrorismo calculado, con asesinatos selectivos, construcción de muros de separación, asentamientos y traslado de colonos para impedir la autodeterminación palestina, destrucción de cultivos, restricción al libre movimiento, el impedir el retorno de refugiados hace exigible la responsabilidad penal de aquellos que han administrado civil y militarmente la entidad sionista desde el año 1948 a la fecha. Israel no es el «descerebrado del barrio» todo su accionar es coherente, organizado al más puro estilo de la política de solución final del nacionalsocialismo alemán. Claro que en este caso las víctimas no son gitanos, comunistas, judíos o soviéticos entre otros, sino que el pueblo palestino.
Una política racional pero esencialmente criminal y atentatoria de los derechos más elementales del pueblo palestino. Definida así desde las más altas esferas de esta supuesta democracia cívico-militar con el objetivo de exterminar al pueblo palestino. Destruir su cultura, eliminar cualquier vestigio de historia, que no sea aquella inventada por el mito fundacional de un régimen, que utiliza incluso herramientas arqueológicas, fábulas religiosas, estrategias comunicacionales – como la hasbara – y el apoyo de gobiernos como los de Estados unidos, Francia e Inglaterra, en la mantención de una alianza que le garantiza a Washington y su aliados occidentales presencia en una de las zonas de mayor importancia geoestratégica del mundo. Idea y objetivo planteado hace un siglo ya, con la denominada Declaración Balfour, que le asignó al sionismo y a sus actores políticos y militares el papel de títere regional.
Resulta una tarea titánica el mostrar al mundo el impacto que genera, en millones de hombres y mujeres que habitan la Franja de Gaza y la Ribera occidental – incluido Al Quds – la política colonialista del sionismo desde el año 1948 a la fecha. Y menciono el concepto de colosal y enorme, pues esta tarea debe luchar contra la complicidad de los mencionados gobiernos occidentales e incluso monarquías árabes como la saudí, junto al lobby sionista, el control de los medios de comunicación occidentales y una ocupación militar del suelo palestino, con colonos – generalmente sionistas traídos de Rusia, Estados Unidos, Argentina, Chile, Francia entre otros – armados hasta los dientes y dotados de cuantiosos recursos económicos otorgados en desmedro de la propia población israelí que habita fuera del muero de la vergüenza.
Todos ellos parte de los obstáculos que enfrenta el pueblo palestino, sujeto a los avatares también del viraje político que países árabes – sobre todo los agrupados en las monarquías ribereñas del Golfo Pérsico – han dado en el apoyo a la lucha palestina contra la ocupación. Súmese a lo consignado, la política de «caos premeditado» generado por Washington y su aliados tanto sionistas como wahabitas, para tener un escenario de desestabilización y guerras de agresión precisamente contra el pueblo palestino,Yemen, Bahrein, El Libano, Siria e Irak. La maquinaria política y comunicacional de esta alianza nefasta, esta triada conformada por Washington-Tel Aviv y Riad es la responsable de millones de víctimas, la destrucción de países y el chantaje a organismos internacionales como las Naciones Unidas, que suelen verse impotentes ante las amenazas de estos gobiernos so pena de ver disminuidos su recurso financieros.
El victimario y su crónico victimismo
Amenazas que se vierten no sólo en los pasillos diplomáticos, sino en los plenos de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en sus comisiones y organismo como la La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura ( UNESCO por sus siglas en inglés) y el Fondo de las naciones Unidas Para la Infancia (UNICEF también por sus siglas en inglés) y otros donde se suele documentar detalladamente el papel criminal de los gobiernos de Israel y Arabia saudí contra sus vecinos regionales en las materias que les compete y cuyas conclusiones deben ser archivadas ante el descaro amenazante de retirar el apoyo financiero o reestructurar a estos organismos si se continua con revelar los crímenes de guerra, contra la niñez, contra el patrimonio histórico entre otras áreas que suelen ser preocupación de la ONU.
Estados Unidos ha llamado incluso a «cambiar la política hostil que la ONU tiene con Israel» en una desfachatez que no ha merecido declaración alguna del Secretario General de la ONU, Antonio Guterres. Avalado por este apoyo, Israel no le va en menos y ha señalado que es víctima de una maquinación de la ONU y sus organismos para desacreditarla. Pero ¿cómo se va a desacreditar a aquel que en esencia profana los derechos humanos de la población palestina, ocupa su territorio, asesina a sus hijos, destruye sus tierras de cultivo, lo aísla del mundo encerrándolos en un muro de apartheid?
Resulta, a lo menos grotesco, que el homicida pretenda hacer aparecer a la víctima como culpable de la actual situación de despojo y crimen que vive el pueblo palestino. Una sociedad impedida de transitar por su propia tierra, de acceder a recursos básicos como agua y tierra para cultivos. Un pueblo que habita bantustanes, cercado por asentamientos habitados por colonos extremistas, armados y defensores a ultranza del sionismo. Pero, incluso esta conducta no es tan rara a la luz de lo que ha sido la historia del sionismo en los últimos 100 años, siempre apelando a la victimización para conseguir sus objetivos.
No en balde se calcula que Israel ha recibido desde el año 1950 – cuando se firma el acuerdo de reparación entre Alemania y el régimen israelí – a la fecha más de 100 mil millones de dólares en «reparaciones» del gobierno alemán para las víctimas del Holocausto – de cuya esencia podemos ampliar la información en el libro del intelectual judío Norman Finfelestein y su libro «la Industria del Holocausto» – Fondos de cuya cantidad llegó muy poco a sus legítimos destinatarios y han servido más bien para afianzar la entidad sionista en el plano tecnológico y militar.
Pero, la acción criminal de Israel no se puede seguir escondiendo bajo el ropaje del que se dice inocente. Las propias Naciones Unidas en mayo del año 2017 a través de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de los Territorios Palestinos Ocupados (OCHA, por sus siglas en inglés) afirma en el documento oficial titulado «1967-2017 50 años de Ocupación Vidas fragmentadas» que el contexto humanitario del territorio palestino cuya usurpación es llevada a cabo por fuerzas militares y colonos israelíes, es único entre las crisis humanitarias que hay actualmente y sigue directamente relacionado con el impacto de la ocupación israelí, ahora en su 50° aniversario».
Para la OCHA, la ocupación «les niega a los palestinos la posibilidad que controlen aspectos básicos de la vida cotidiana…su capacidad para moverse sin obstáculos dentro de su propio país, salir y regresar, construir sobre su propia tierra, acceder a recurso naturales, todo ello está en gran medida determinado por el ejército de ocupación. Ocupación prolongada, sin un final a la vista, que cultiva un sentimiento de desesperanza y frustración que impulsa el conflicto»- Resulta evidente que la propia OCHA reconoce en el ejercicio de ocupación israelí una política colonialista, racista, una política destinada a invisibilizar e incluso exterminar al pueblo palestino.
En el mencionado documento se constata, que los civiles palestinos en los territorios ocupados siguen siendo objeto de amenazas a su seguridad física y libertad, debido a la violencia del conflicto, las políticas y prácticas relacionadas con la ocupación israelí. Igualmente, se habla del desplazamiento forzoso, las restricciones de movimiento y acceso a través del uso del muro de la vergüenza y los puestos de control militares fijos y móviles. Situación agravada por el cerco que sufre la Franja de Gaza desde el año 2006 a la fecha y que la ha convertido en la cárcel a cielo abierto más grande del mundo. El documento de la OCHA generó la indignación del gobierno sionista – no su desmentido – amenazando, incluso, con cerrar la oficina de la OCHA ubicada en la zona de Al Quds Este. Esto, en el mismo momento que anunciaba el cierre de las oficinas del medio de comunicación Qatarí Al Jazeera.
La verdad le incomoda al régimen de Netanyahu. El pensamiento único, los monólogos, de uno de los políticos parias en el mundo y quien incluso ha anunciado la idea de visitar la Antártida pues sostiene que los pingüinos pueden distinguir el bien del mal – el bien representado por Israel y el mal por países que lo critican – de un mundo que «no entiende a Israel» como lo afirmó en la última Asamblea General de las Naciones Unidas celebrada a mediados de Septiembre en Nueva York. Un mundo que no tiene porque entender a una entidad que se comporta en forma criminal, que ha hecho de su política exterior una labor de zapa ante los pasos de la sociedad palestina por tener su lugar en el concierto internacional.
En este trabajo de negación y represión a la autodeterminación de Palestina, el régimen israelí está perdiendo día a día la batalla. A saber: junto al reconocimiento del derecho inalienable del derecho palestino a su independencia se une en el último tiempo una serie de determinaciones de tremendo valor simbólico. Por ejemplo el año 2011 logró su ingreso a la UNESCO que le permite denunciar las políticas de judaización de Al Quds y Al Jalil entre otras ciudades palestinas sometidas a la ocupación israelí. La porpia UNEWSCO ha emitido informes que dan cuenta de esta política de judaización y falsificación histórica. Por otra parte, el año 2012 Palestina logró ser admitida en el seno de la Organización de las Naciones Unidas – ONU – como Estado observador.
El año 2015 la «mayor Democracia de Oriente medio» como le gusta autodenominarse al régimen criminal israelí, sufrió otro duro revés y tembló ante la decisión de la Corte Penal internacional de incorporar a Palestina como miembro activo. Ello porque líderes políticos y mandos militares, acusados de crímenes de lesa humanidad podrían ser detenidos al amparo de la legislación internacional. Tal hecho se posibilita a partir del 27 de septiembre de este año 2017 cuando la Organización Internacional de Policía Criminal – Interpol por sus siglas en inglés – aprobó el ingreso de Palestina en eta organización de la cual forman parte 192 países. Decisión que pasa a formar parte de la estrategia política del pueblo palestino de ir ganando terreno en el ámbito internacional frente al estancamiento del proceso de autodeterminación.
Junto a estas determinaciones, que muestran el asilamiento que sufre Israel día a día, aunque sus dirigentes traten de tapar el sol con un dedo, se avanza en mostrar la cara criminal del régimen sionista. Acción que debe intensificarse a través de la masificación de la campaña de Boicot, Desinversión y sanciones – BDS – que permita ocasionar el mayor daño económico a una entidad que usurpa tierras de cultivo palestinas y vende sus productos bajo falso etiquetado. Un régimen que roba los recursos acuíferos del pueblo palestino y luego se presenta como un innovador en materia de tratamiento de aguas y tecnologías asociadas. Un régimen que negocia acuerdos comerciales en tierras que no le pertenecen violando toda la legislación internacional.
Por ello es fundamental exigir que la ONU, a través del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos incluya a las empresas extranjeras que operan en los territorios ocupados sin autorización palestina, en la base de datos de aquellas compañías con presencia en las colonias israelíes y sujetas a sanciones internacionales. Dichas empresas deben salir de territorio palestino y sancionar igualmente a la entidad que lo permite ilegalmente.
Un régimen como el israelí que usufructúa de tierras arrancadas a familias palestinas desde el año 1948 a la fecha. Un régimen étnico que el pasado mes de mayo aprobó una ley que elimina el árabe como lengua oficial en los territorios palestinos ocupados y definió, oficialmente a Israel como un «Estado nacional para los Judíos» ¿Qué más pruebas se necesitan para desenmascarar las patrañas y mentiras del gobierno israelí que suele vanagloriarse de poseer la «única democracia de la región» y que suele violar los derechos humanos incluso de la población árabe -palestina que habita la palestina histórica ocupada desde el año 1948? ¿Qué más pruebas se necesitan para catalogar a Israel como lo que es: Una entidad colonialista, racista y criminal?
El camino de lucha contra el crimen y la política de claro tinte nacionalsionista que lleva a cabo Israel, obliga a develar sus acciones criminales. A denunciar la violación diaria de los derechos humanos de millones de seres humanos y la decisión de impedir el regreso de millones de refugiados. La sociedad internacional tiene el deber moral de exigir el retiro de los asentamientos en el West Bank, el retiro de cientos de miles de colonos extremistas, armados y punta de lanza del sionismo en la Ribera occidental. El mundo y sus organizaciones deben llevar a juicio a los criminales como Benjamín Netanyahu, Avigdor Lieberman (Ministro de Defensa) Ayelet Shaked (Ministra de Justicia) Uri Ariel y a todos los generales y mandos militares responsables de las operaciones de exterminio contra la Franja de Gaza. Militares responsables del asesinato de hombres y mujeres palestinos en los territorios ocupados, jueces responsables de amparar vía leyes espurias la política de ocupación y exterminio.
En este escenario, es una noticia tremendamente positiva el hecho, que los políticos palestinos, agrupados principalmente en el Movimiento de Resistencia islámica – HAMAS – que tiene su fuerte en la Franja de Gaza y la Autoridad Nacional Palestina que ejerce su alicaído gobierno en los territorios ocupados de Cisjordania, hayan decidió avanzar en la conformación de una plataforma de acción, que permita reconciliar ambas agrupaciones e «impedir que Israel se trague la ocupada Cisjordania y continúe con el asedio de la Franja de Gaza. Es una opción estratégica en el marco de la resistencia contra la ocupación israelí». Haniya señaló además que «entendemos que el proceso de reconciliación interno-palestino podría ser largo, debido a los reveses en el camino y que hay muchas cuestiones que requieren decisiones valientes, pero estamos seguros de que hemos comenzado a derribar el muro de separación. Estamos en una situación de cambios nacionales, regionales e internacionales».
Las palabras de Haniya sitúan el cambio político palestino, en el marco de los avances del Eje de la Resistencia en el combate contra el terrorismo takfirí, tanto en Siria como en Irak y que ha significado tener en las fronteras de la palestina ocupada a las fuerzas de Hezbolá, las Fuerzas Quds, Milicias chiitas y palestinas que han cambiado la configuración geoestratégica de la guerra de agresión que sufren los pueblos del levante mediterráneo. Sólo la unidad del pueblo palestino, la labor del apoyo del Eje de la Resistencia y el combate sostenido contra el sionismo podrán terminar, no sólo con la «racional política criminal» israelí, sino que al mismo tiempo generar un viraje histórico a todo el Oriente Medio que implica el mencionado fin del sionismo, junto al wahabismo de la Casa al Saud y su padre putativo expresado en el imperialismo estadounidense. La triada más criminal que haya conocido la historia.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.