El avance del Eje de Resistencia desde la frontera oeste de Irán hasta el Mediterráneo da pánico a Israel y le inquieta el inminente e inevitable fin del sionismo. El régimen israelí ha tenido que salir de Tel Aviv para solicitar apoyos políticos, diplomáticos y sobre todo certezas de ser escuchado, frente a lo que […]
El avance del Eje de Resistencia desde la frontera oeste de Irán hasta el Mediterráneo da pánico a Israel y le inquieta el inminente e inevitable fin del sionismo.
El régimen israelí ha tenido que salir de Tel Aviv para solicitar apoyos políticos, diplomáticos y sobre todo certezas de ser escuchado, frente a lo que considera su mayor amenaza: la República Islámica de Irán y su evidente influencia en Oriente Medio. La histeria evidente de Israel y de su primer ministro, el ultraderechista Benyamin Netanyahu ha significado viajes a Rusia – seis encuentros en dos años – comunicación cada día más estrecha entre Tel Aviv y Riad y recibir al presidente de EE.UU., Donald Trump, y posteriormente a su yerno, el sionista Jared Kushner, nombrado por Trump, no sin resquemores, como su enviado especial a esta zona del mundo.
Netanyahu, en lo que va de este año 2017 ha visitado en dos ocasiones a Putin, para expresarle el temor que aqueja a su gobierno frente a los evidentes avances de Irán en la lucha contra el terrorismo takfiri y que esos logros, junto a las fuerzas del movimiento Hezbolá, el Ejército Nacional Sirio y Milicias que apoyan esta guerra contra el terrorismo, significan una presión insostenible para su régimen. Fuerzas del Eje de la Resistencia que ya están en las Alturas del Golán – parte de ellas ocupadas por Israel tras la guerra de junio del año 1967 – y en la frontera con la Palestina histórica.
En marzo de este año, en lo que fue la primera visita de Netanyahu a Moscú, el premier israelí trató de convencer a Putin de la necesidad de formar parte de cualquier acuerdo futuro respecto a Siria, cuando la derrota de los grupos terroristas se concrete y de esa forma no quedar fuera del nuevo mapa regional. Al mismo tiempo, trató de conseguir el compromiso de Putin de no contener las agresiones que Israel tiene contra las fuerzas sirias y el movimiento Hezbolá con el objetivo de presionar a Irán e impedir la consolidación de su influencia. Para apoyar sus ruegos, Netanyahu hizo uso de una peculiar interpretación histórica señalando, que ya hace 2.500 años el Imperio persa trató de destruir al pueblo judío y que «ahora Irán, heredero de ese imperio busca lo mismo».
La afirmación de Netanyahu generó el rechazo del canciller Iraní, Mohamad Yavad Zarif quien además le dio una lección de historia «Netanyahu, sostuvo Zarif, no sólo distorsiona las realidades contemporáneas, sino también las del pasado, incluyendo las escrituras judías. Es lamentable que el fanatismo y el racismo llegue al punto de acusar a una nación, que ha salvado a los judíos tres veces en su historia» Zarif agregó, que si Netanyahu leyera el Libro de Ester, constataría que fue un rey iraní el que salvó a los judíos de Babilonia. La segunda ocasión se gestó cuando el Rey Persa Ciro el Grande conquistó Babilonia salvando nuevamente a los judíos. Y, finalmente, durante la Segunda Guerra Mundial cuando la misión diplomática iraní ayudó a los judíos iraníes a huir de la Europa ocupada por los nazis. Una comunidad judía que vive en paz en Irán contando incluso con diputados ante el parlamento».
Las palabras de Zarif fueron refrendadas, incluso en Israel, cuando el editor de Noticias extranjeras del Diario Haarezt. Asa Ronel, sostuvo que el canciller iraní conoce mejor la historia judía que el Primer Ministro israelí. En su visita a Moscú Netanyahu trató, vanamente, de presentar a Irán como una amenaza, no sólo contra Israel, sino contra Oriente Medio, tratando de abarcar con esta imagen el peligro que representa en realidad para los intereses de Israel y la Casa al Saud como representantes de la política hegemónica occidental.
No hay primera sin segunda
La visita de Netanyahu a Moscú no logró los objetivos buscados, menos aún teniendo muy presente la liberación de Alepo por las fuerzas sirias y el apoyo de la Fuerza Quds, dirigida por el general iraní Qasem Soleimani, junto al crucial papel del Movimiento Hezbolá en este combate. Netanyahu tuvo que salir de Moscú con la cola entre las piernas. De nada valió enrostrarle a Putin que en la Palestina Histórica y en la Ribera Occidental, en decenas de asentamientos ilegales, habitan alrededor de 1 millón de colonos judíos rusos. El pragmatismo ruso y su política de alianzas pudo más que el clásico victimismo sionista.
Netanyahu volvió a la carga en el mes de mayo. En ese mes, en un nuevo intento de romper la alianza entre Rusia e Irán, el dirigente sionista en una entrevista televisiva expresó su preocupación por la influencia de Ia nación persa en la región «y sobre todo la cooperación entre Moscú y Teherán pues parece que Moscú ignora que la expansión de Irán es peligrosa también para los intereses de Rusia en la región».
Cual pájaro agorero y en un nuevo intento de socavar la relación entre Teherán y Moscú Netanyahu expresó sus más profundos temores «advertimos a Rusia de la influencia iraní en la región. Nos preocupa un eje Rusia-Irán, sobre todo porque una vez que Daesh sea eliminada, Israel no soportará que el vacío dejado sea sustituido por la influencia iraní y del Movimiento Hezbolá». He ahí el verdadero temor de este dirigente sionista, tan soberbio con aquellos que no pueden hacerle frente en condiciones de equilibrio y fuerza militar, pero timorato y temeroso ante la alianza entre Irán y Hezbolá e incluso explotando en amenazas contra quien se supone le está pidiendo apoyo. Es parte de los vaivenes peligrosos de la política israelí pero también muestra de su cobardía.
La desesperación de Tel Aviv está llegando al paroxismo, pues no sólo se encuentra con la negativa rusa a apoyar sus demandas de disminuir el evidente y valioso papel que cumple Irán en Siria, sino que al mismo tiempo Moscú ha señalado con todas su letras que la presencia de Hezbolá, Irán e incluso la propia Rusia en Siria, es plenamente legítima. Israel debe tomar nota de la nueva realidad geopolítica que se ha gestado en Oriente Medio. Una realidad que ha llegado para quedarse pues será Irán y sus aliados quienes signarán con su presencia y fuerza política y militar el nuevo escenario regional.
Esto ha sido reconocido incluso por Think Tanks de inteligencia ligadas a Washington como es el caso de Stratford – considerada la CIA en las sombras – que en un informe elaborado en el mes de marzo de este año señala que «el fin de la guerra en Oriente Medio no significará el término de los conflictos ya que a largo plazo, los poderes regionales como Irán, Rusia y Turquía son los que determinarán el futuro de los territorios liberados, no Estados Unidos y sus aliados».
Un inexperto en Oriente Medio
El día 21 de junio Netanyahu recibió en la ocupada Al Quds – Jerusalén – la visita del enviado especial de Donald Trump, su yerno Jared Kushner, un empresario en bienes raíces de 36 años de edad y sin experiencia en materia de política internacional cuya única relación con la región ha sido el apoyo financiero permanente que ha otorgado a colonos judíos asentados en territorio palestino. Efectivamente, la Fundación Kushner, de la cual Jared Kushner es uno de sus directores ha entregado al menos 60 mil dólares al grupo American Friends del asentamiento ilegal ultraconservador de Beit El, en Cisjordania. A lo que se suma la entrega de fondos a uno de los grupos extremistas israelíes, Od Yosef Chai, en el asentamiento de Yitzhar. Grupo que según el diario israelí Haaretz «es una yeshiva que ha servido de base para lanzar ataques violentos contra aldeas palestinas cercanas».
Jared Kushner era portador de la misión de tranquilizar a Netanyahu y asegurarle que Washington apoyaría todos los esfuerzos de Israel en materia de seguir adelante con su política de colonización mediante la construcción de nuevos asentamientos y blindar la posición sionista en sus ataques a Irán. Netanyahu, quien no podía disimular su satisfacción sostuvo que la visita de Kushner «es una oportunidad para alcanzar nuestros objetivos comunes de seguridad, prosperidad y paz (…) sé de sus esfuerzos y los esfuerzos del presidente, y espero trabajar con ustedes para lograr estos objetivos comunes» expresando la clara alianza entre el imperialismo y el Sionismo y sus afanes hegemónicos.
Kushner también se entrevistó en la ocupada ciudad de Ramalláh en la Ribera occidental con el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abás, para tratar de convencerlos de volver a la mesa de negociaciones bajo los parámetros definidos por Washington y Tel Aviv. Como prueba del desprecio israelí a cualquier posibilidad de negociar en términos favorables a la causa del ocupado pueblo palestino, el encuentro entre Kushner y Abás se produjo un día después que el régimen colonialista israelí anunciará la construcción de un nuevo asentamiento en la Cisjordania ocupada. Una determinación, que no sólo es avalada por Trump, sino que revela que ambos gobiernos están dispuestos a violar la legislación internacional bajo el marco de «no permitir que los organismos internacionales y en especial la ONU presionen a Israel» como lo ha sostenido repetidamente la Embajadora de Estados Unidos en la ONU, Nikki. Haley.
Pero, ni siquiera el apoyo explícito de Trump, la visita de su yerno y las apologías prosionistas que la diplomacia estadounidense da en cada foro internacional tranquiliza el sueño del Primer Ministro Israelí. Irán le sigue quitando el sueño, cada día que las fuerzas del Eje de Resistencia recuperan territorios, que vuelven a la soberanía Siria. Cuando Hezbolá declara la derrota de las fuerzas de Daesh en la frontera con El Líbano y sobre todo cuando los líderes de la República Islámica de Irán afirman, que la resistencia palestina es considerada como una línea roja y una cuestión innegociable y se le dará todo el apoyo que se pueda dar, en todo tipo de materias. El líder religioso iraní, Sayyed Ali Jamenei en un mensaje a los peregrinos que visitaron La Meca señaló que «la defensa de Palestina y acompañar a su pueblo que ha estado casi setenta años luchando por la liberación de su propio país, es el deber más importante de todos nosotros».
Netanyahu y sus ruegos
El Primer Ministro israelí – a estas alturas un insomne crónico – el día 24 de agosto nuevamente aterrizó en territorio ruso, para tratar de convencer a Vladimir Putin que presione a Irán y evite que siga apoyando la lucha del pueblo sirio e iraquí y lógicamente, por extensión, al pueblo palestino. La reunión entre Netanyahu y Putin se dio en el balneario de Sochi y si bien la agenda de trabajo era la situación en Siria, el fondo era repetir los ataques sionistas contra la participación iraní en el combate contra el terrorismo. Incluso el líder sionista presentó pruebas – supuestamente recogidas por sus servicios de inteligencia – para intentar convencer a Putin que la presencia de Irán en Siria contribuye a desestabilizar el equilibrio de fuerzas en Oriente Próximo.
Y en esto, sin duda el premier sionista tiene razón, pues precisamente el apoyo de Irán , el trabajo del Eje de la resistencia está cambiando el balance de fuerzas y la geopolítica de la región, para bien de los pueblos que han vivido sometidos al dominio de la triada conformada por el imperialismo, sionismo y wahabismo. Para Netanyahu la participación de Irán representa una presión que no está dispuesto a aceptar y para eso necesita que las alianzas que ha tejido Irán se debiliten o cesen. De allí que le haya rogado a Putin que termine su relación con Teherán bajo el argumento que «Irán es una amenaza internacional cuyo incremento en el poder regional puede significar incluso un peligro para la propia Rusia».
Tal repetición de mentiras, alegaciones y sobre todo el clásico victimismo israelí son conocidas por Moscú y no tuvieron efecto alguno en la opinión que el propio Putin y su gobierno han emitido cada vez que se menciona la participación decisiva de Irán en la lucha contra el terrorismo. Para el Embajador de Rusia ante la ONU, Vassili Nebenzia «Irán tiene un papel constructivo y sobre todo en los avances en la consolidación de la soberanía Siria. Rusia necesita de la cooperación de Irán en la crisis Siria y en la lucha antiterrorista. Acuerdos como el de Astana reflejan el positivo trabajo que hemos tenido con Teherán».
Israel ha declarado que está dispuesta incluso a actuar unilateralmente contra Irán si la presencia de este país se consolida en las fronteras de la Palestina histórica – ocupada a partir del año 1948 – y de los territorios de la Cisjordania – ocupados tras la guerra de junio del año 1967 – pero, la realidad indica que la entidad sionista se cuidará mucho de provocar al gobierno iraní. Y prueba de ello es que ninguno de sus ruegos, sus aprensiones y hasta sus amenazas ha logrado minar el avance de Irán, el cumplimiento del Acuerdo Nuclear con el G5+ 1, su relación con Rusia y el inevitable papel de influencia regional que Irán y el Eje de la resistencia tiene en Oriente Medio. Netanyahu tendrá que seguir lidiando con sus pesadillas, que más temprano que tarde serán realidad: Un Oriente Medio libre del sionismo y en ese objetivo, Irán tendrán un papel principal.