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Omar Barghouti, fundador de la campaña por el boicot cultural de Israel

Izquierda: ¿te acuerdas de la batalla contra el apartheid?

Fuentes: Il Manifesto

Traducción para Rebelión de José Luis Díez Lerma

La feria del libro de Turín estará dedicada a Israel, la izquierda italiana está dividida sobre el boicot. Omar Barghouti, fundador de la campaña por el boicot cultural de Israel.

El cartel reza así: «¡60 años de expropiación de los palestinos no es razón para celebrar el 60 aniversario de Israel!». Intentarán publicarlo en páginas internas del New York Times y en el International Herald Tribune. Mientras tanto, la campaña palestina por el boicot académico y cultural de Israel (PACBI, www.pacbi.org) llega a los pacifistas italianos con un mensaje sin condiciones ni peros: boicotear la feria internacional del libro de Turín, del 8 al 12 de mayo próximos. Omar Barghouti, fundador de la campaña palestina por el boicot, al teléfono desde Jerusalén, rechaza las críticas de la izquierda italiana y afirma: «quien no boicotea es cómplice de racismo».

Liberazione publicó que «el boicot cultural es una respuesta peligrosa, porque puede llevar a la radicalización de los puntos de vista. ¿Qué opina?

Parece que los comunistas italianos tienen poca memoria: se olvidan de que para acabar con el apartheid se adoptó contra Sudáfrica un boicot total, que afectaba tanto a individuos como a instituciones. Nosotros solo solicitamos el boicot de las instituciones de Tel Aviv. Cuando un país comete crímenes, viola constantemente el derecho internacional y sus instituciones culturales son cómplices, si no se les boicotea, uno se convierte en cómplice.

Los escritores no son responsables de la política de su gobierno, argumentan los opositores al boicot.

El fundamento ideológico de cada sociedad se constituye de figuras intelectuales y culturales, incluso los escritores son siempre, o en parte, responsables. Esto no significa que tengan que ser castigados por cualquier acción del gobierno. Pero cuando existe un vínculo directo, cuando lo que escriben es propaganda a favor de un estado que comete crímenes internacionales, entonces se les puede considerar culpables.

¿Qué contesta de autores como Abraham Yehoshua, Amos Oz y David Grossman, todos invitados a la feria internacional del libro?

Creo que Yehoshua, Oz y Grossman son racistas, porque justificaron la limpieza étnica de los palestinos durante el conflicto de 1948 y porque no creen que la paz deba basarse en el derecho internacional. Quieren que la frontera entre Israel y Palestina sea trazada según la «realidad demográfica», como ha llegado a escribir Oz. Yeoshua, Oz y Grossma fueron de los primeros -durante esta intifada- en publicar en todo Israel un anuncio en el que afirmaban: de ninguna manera podemos aceptar el derecho al retorno de los refugiados palestinos, porque eso dañaría a Israel desde un punto de vista demográfico. Afirma que, al no ser hebreos, los refugiados no tienen derecho a volver. Eso es racismo.

En un comentario en Il manifesto, el investigador Simon Levis Sullam afirmaba que «el boicot contradice los propios principios de la cultura, que son el diálogo y la confrontación». ¿Qué opina?

Hace 40 años que vivimos bajo la ocupación y decir que todo esto es por racismo provoca polémica porque se tiene miedo de los grupos de presión filo israelíes, al estigma del antisemitismo.

Un consejero regional del PDCI ha pedido que se «añada» a la Feria la presencia de los palestinos. ¿Esto no les es suficiente?

No hay término medio entre opresores y oprimidos. Buscarlo significa apoyar al opresor. Entre el primero y el segundo no hay equivalente moral. En los años 70 nunca se habría aceptado la propuesta de invitar a los racistas afrikáners junto al African National Congress. Nunca. Las equiparaciones morales de este tipo son inaceptables.

¿Qué pude decirle a los grupos de apoyo a los palestinos que están estudiando la iniciativa contra la Feria?

Que resistan, porque el boicot es la única forma moral de enfrentarse a Israel en la arena internacional. Hay que pelear para aislar a Israel, incluso en el terreno académico y cultural, porque las instituciones académicas y culturales de Israel son cómplices de los crímenes de estado. No existe una torre de marfil en la que los intelectuales estén por encima de las leyes internacionales: si toman una posición moral, bien, si adoptan una cómplice, justificando asesinatos y violaciones del derecho internacional, tienen que ser castigados.

¿Hay intelectuales a los que le gustaría ver en una feria del libro alternativa?

Claro que sí. Si se pudiera invitar a palestinos e israelíes contrarios a la opresión, entonces sí tendría sentido, gente como Ilan Pappe, Haim Bresheet, Oren Ben-Dor, etc. Me llevaría demasiado tiempo nombrarlos a todos ahora.