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Júbilo por la reconciliación

Fuentes: Al Ahram Weekly

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

Los cientos de aficionados al fútbol que el 27 de abril se concentraron para animar al Barcelona o al Real Madrid aprovecharon la ocasión para expresar su sentimiento de alegría por el acuerdo firmado esa misma tarde por Fatah y Hamas. Un grupo de jóvenes reunidos en una cafetería del centro de Gaza, cerca de la calle Saladino, que conecta el norte con el sur de la Franja de Gaza, olvidaron su disgusto por el fracaso del Real Madrid, su equipo favorito, y se unieron a los seguidores del Barcelona en Gaza gritando eslóganes para que se prosiga por la senda de la reconciliación y se haga borrón y cuenta nueva tras los malhadados años perdidos a causa de las divisiones y disputas internas.

En efecto, los palestinos de toda la Franja de Gaza expresaron un profundo júbilo tan pronto como se anunció el acuerdo. En varias de las plazas importantes de Ciudad de Gaza, los vecinos repartían dulces y los jóvenes lanzaban cohetes para conmemorar el acontecimiento. Esas escenas se repetían por la mayor parte de las ciudades de Cisjordania, testigos de numerosas marchas en apoyo del acuerdo.

A los palestinos les cogió por sorpresa que se hubiera alcanzado un acuerdo porque no había indicios de progreso en tal sentido. A pesar de tal sorpresa, determinadas fuentes le dijeron a Al-Ahram Weekly que el intento de acuerdo de reconciliación estuvo precedido por intensos contactos secretos entre el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas de Egipto (CSFA), su Ministerio de Asuntos Exteriores y la Inteligencia General, por un lado, y dirigentes de Fatah y Hamas por el otro.

A lo largo de cuatro semanas, el Ministerio de Asuntos Exteriores egipcio y el CSFA estuvieron intentando que los dos grupos rivales palestinos superaran sus controversias. Hamas, Fatah y las autoridades egipcias hicieron diversas declaraciones engañosas en público para garantizar el secreto del proceso que se desarrollaba entre bambalinas. Las fuentes le dijeron al Weekly que aunque el Ministerio de Asuntos Exteriores egipcio hizo declaraciones asegurando que El Cairo iba a interceder directamente en el diálogo, el ministerio y los funcionarios de la inteligencia se esforzaban ya en aproximar puntos de vista en las diferentes cuestiones en litigio.

Fuentes bien informadas declararon que la naturaleza clandestina del proceso permitía que los egipcios pudiera presionar a ambos grupos, incluso con métodos del tipo «del palo y la zanahoria» respecto a ambas partes. El acuerdo de reconciliación se basa en la propuesta egipcia alcanzada en 2009, así como en el memorándum de entendimiento de abril de 2011, que fue el documento secreto acordado en El Cairo. Cualquier enmienda realizada en este último documento sustituye a los artículos del plan de 2009.

Los artículos principales del acuerdo provisional revelan que ambas partes han modificado su anterior postura. Las cuestiones relativas a la seguridad eran las de más difícil resolución y el núcleo de la discordia entre las dos partes, incluyendo la formación de un comité de seguridad que administrara y dirigiera las agencias de seguridad y nombrara a sus dirigentes. Hamas había insistido en que los miembros de este comité deberían ser nombrados por consenso entre Fatah y Hamas, a lo que se oponía firmemente Fatah. Este defendía que el presidente Abbas, en su calidad de «jefe supremo de las fuerzas armadas» es el único que tiene autoridad para decidir quién encabezaría las agencias de seguridad.

Según el acuerdo provisional, la idea de Hamas prevaleció, por cuanto el comité supremo de seguridad será elegido por consenso. Una fuente oficial de Hamas confirmó al Weekly que aceptar la posición del grupo sobre las cuestiones de seguridad «es un logro que supera todo lo que se había conseguido de Fatah anteriormente». La medida garantizará que Hamas esté en pie de igualdad con Fatah a la hora de designar a los dirigentes de las agencias de seguridad.

En el tema de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), hubo acuerdo entre todas las facciones palestinas en que era necesario hacer una revisión de forma que recogiera un equilibrio de poder en el escenario político palestino, y de manera que permitiera que Hamas y los grupos de la Yihad islámica se convirtieran en uno. En consecuencia, se acordó celebrar elecciones para elegir a los miembros del Consejo Nacional Palestino del que saldrán los líderes que dirigirán las instituciones de la OLP, como por ejemplo el Comité Ejecutivo.

En el corazón del enfrentamiento entre Hamas y Fatah estaba la autoridad del liderazgo que se hará cargo de los asuntos del pueblo palestino hasta la celebración de elecciones parlamentarias, que incluirá a los secretarios generales de las facciones palestinas, así como al Comité Ejecutivo de la OLP. Hamas defendía que la autoridad del liderazgo debía tomar las decisiones por consenso, mientras que Fatah mantenía que el Comité Ejecutivo tiene derecho a adoptar decisiones unilaterales sobre el futuro del pueblo palestino. El acuerdo provisional se decantó por el punto de vista de Fatah, al afirmar que no podrán vetarse las decisiones de la autoridad del liderazgo mientras no entren en contradicción con la autoridad del Comité Ejecutivo de la OLP, que es la única representante del pueblo palestino. Eso en esencia significa la aceptación de la perspectiva de Fatah.

Los dos grupos discutieron también acerca de quién nombrará a los miembros del Comité Central Electoral y del Tribunal Electoral; Fatah dijo que eso era competencia del presidente, pero Hamas se opuso firmemente. El nuevo acuerdo afirma que los miembros y jueces del Comité Electoral que se sienten en el Tribunal Electoral serán elegidos por consenso. Ante el presidente se presentarán las dos listas y él emitirá las directivas necesarias para convertirlo en ley.

Las dos partes acordaron también formar un gobierno tecnocrático que dirija los asuntos de Cisjordania y la Franja de Gaza hasta que se celebren elecciones presidenciales y parlamentarias dentro de un año. Las tareas del gobierno se centrarán en la reconstrucción de Gaza, en resolver los problemas civiles y administrativos causados por la división y en solucionar las dificultades a que se enfrentan las ONG e instituciones benéficas.

A pesar del inmenso avance que supone haber alcanzado un acuerdo, es importante no olvidar que se trata de un acuerdo provisional y que hay muchos detalles que podrían convertirse en bombas de relojería y hacer que estallen los esfuerzos por la reconciliación. Por ejemplo, es verdad que las partes han acordado formar un comité supremo de seguridad para supervisar las agencias de seguridad, pero los objetivos de tal comité aún no se han decidido. ¿Continuarán las agencias de seguridad cooperando con Israel, y cómo va a relacionarse su comité con los movimientos de la resistencia?

Por otra parte, en el acuerdo para formar un gobierno transitorio no se abordan los cambios que se han producido en los aparatos institucionales en Cisjordania y la Franja de Gaza tras la división. Los gobiernos de Fatah y Hamas contrataron cada uno a miles de funcionarios porque formaban dos gabinetes en conflicto, pero ¿cómo va a solucionar esa realidad el acuerdo del gobierno interino? ¿Cómo encontrará fondos para sostener el empleo de todos esos funcionarios? Mientras tanto, muchas fuerzas internas creen que la reconciliación dañará sus intereses si el acuerdo se hace efectivo, por lo que es probable que traten de sabotear los esfuerzos. Y, por supuesto, no hay que olvidar las interferencias de Israel, que siempre utilizará todas las formas posibles de tácticas intimidatorias contra la Autoridad Palestina (AP) para forzarla a rechazar el acuerdo.

Es difícil predecir el futuro del acuerdo de reconciliación a pesar de los supuestos beneficios comunes que supone tanto para Fatah como para Hamas; es como si los dos estuvieran obligados a firmar el acuerdo y actuar con buena voluntad. Para empezar, Fatah se ha dado cuenta de que su margen de maniobra es ahora muy estrecho una vez fracasado el plan político de Abbas, puesto que Israel se niega a resolver el conflicto. También, porque Abbas ha perdido un apoyo regional vital con el derrocamiento del régimen del presidente Mubarak, y porque el pueblo presiona firmemente exigiendo el fin de la división. Es verdad que como Abbas se prepara para ir a las Naciones Unidas y conseguir el reconocimiento de la estatalidad palestina, debe demostrar al mundo que representa a todo el pueblo palestino y no sólo a una facción o a un gobierno que no tiene el control total de Cisjordania y la Franja de Gaza.

Se supone también que la reconciliación sirve a los intereses de Hamas, poniendo fin a los problemas que produce la difícil combinación de gobierno y resistencia. Han llegado a comprender que gobernar bajo una ocupación indirecta en Gaza convierte a Hamas en el único objetivo de Israel para ejercer presiones militares, económicas y políticas. Su situación es especialmente difícil una vez que Tel Aviv consiguió una cobertura de legitimidad en sus actuaciones contra Hamas, sus instituciones y miembros en respuesta a las operaciones desencadenadas por otros grupos palestinos.

La reconciliación le permitirá también a Hamas integrarse en el nuevo orden regional árabe que está emergiendo a raíz de las revoluciones árabes. Al mismo tiempo, al liberarse de determinadas responsabilidades financieras del gobierno unilateral hará que el grupo sea menos dependiente de la ayuda proveniente de Irán, que le había constreñido obligándole a mantener una postura específica. Esta estancada posición le había costado a Hamas un precio militar y político, pero el hecho de reducir su dependencia financiera le da al grupo una libertad de maniobra que le fortalece.

En resumidas cuentas, si vamos más allá de las consideraciones patrióticas y morales, los intereses de Hamas y Fatah se van a entrelazar tras el logro de la reconciliación nacional.

Fuente: http://weekly.ahram.org.eg/2011/1046/re1.htm