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Kerry adopta la «solución rusa»

Fuentes: Al-Hayat

El mensaje que la oposición siria recibirá hoy en Roma es que los estadounidenses y los europeos no lucharán por acabar con Bashar al-Asad y que adoptan la «solución rusa» que tiene como base los Acuerdos de Ginebra, a cambio de que Rusia se comprometa a no luchar para mantener al régimen de Damasco, sino […]

El mensaje que la oposición siria recibirá hoy en Roma es que los estadounidenses y los europeos no lucharán por acabar con Bashar al-Asad y que adoptan la «solución rusa» que tiene como base los Acuerdos de Ginebra, a cambio de que Rusia se comprometa a no luchar para mantener al régimen de Damasco, sino que, al contrario, ayude a su marcha de forma progresiva.
Los representantes de la Coalición Nacional escucharán que ellos y todos los opositores han de aceptar negociar de cara a la etapa de transición durante la cual Asad se mantendrá como presidente con poderes formales y que el mantenimiento de las ayudas económicas y militares «no letales», además del apoyo político, dependerán de si aceptan dicha oferta.
En la práctica ese es el punto al que llegaron los ministros de Exteriores de EEUU y Rusia, Kerry y Lavrov, durante su encuentro en Berlín anteayer, al cual precedieron algunas señales claras desde Washington de que había puesto el expediente en manos de Moscú, a condición de que Rusia aceptara que lo llevaran entre ambos, exactamente como sucedió en Yemen. En ese caso, el expediente fue entregado al Consejo de Cooperación del Golfo, cuya exitosa iniciativa, que terminó con un acuerdo histórico sin derramamiento de sangre, apoyaron Washington y Moscú.
La oposición siria intentó escaparse del encuentro en Roma para evitar ser humillada y provocar una mayor división en sus filas, pero ha tenido que ceder ante la realidad internacional y aceptar participar. Kerry ha insistido en entregarles el mensaje él mismo.
Si los opositores vieron en la «renuncia» del ministro de Exteriores sirio Walid al-Muallim en Moscú, que anunció que su gobierno estaba de acuerdo en dialogar con la oposición armada, una mera maniobra que rápidamente cesó Damasco cuando puso como condición que se depusieran las armas, los estadounidenses, que al parecer han recibido garantías rusas sobre la seriedad de la propuesta de Muallim y las promesas de que se adoptarán ciertas medidas por parte del régimen, quieren que la oposición dé pasos positivos equivalentes cuando el sábado se reúna en Estambul para elegir al presidente del gobierno de transición que pretende formar. Washington ha insistido en que se elija a una personalidad moderada que acepte el diálogo y pueda imponerlo, y que si ello no es posible, que se olviden de la idea de un gobierno de transición completamente y que se espere a que comiencen las negociaciones con Damasco y se materialice la idea de un gobierno conjunto.
Pero este «escenario de color de rosa» al que han llegado estadounidenses y rusos necesita muchos factores para tener éxito, ya que la confianza es nula entre ambos -oposición y régimen- y construirla necesita mucho tiempo y esfuerzo. Tal vez sea eso a lo que se aferra Moscú, pues puede que la presidencia de Bashar termine antes que las negociaciones lo hagan, y con ello se ganaría la fama de haber renunciado a su aliado.
No obstante, la realidad sobre el terreno no permite que se repita la experiencia yemení en Siria, pues la guerra ha dejado tras de sí una destrucción y unas pérdidas humanas y económicas inmensas, además de provocar unas cicatrices profundas en el tejido social sirio que no será fácil hacer desaparecer. Ambas partes siguen aferradas en la práctica a sus posturas y creen que pueden, con un poco de ayuda, provocar la derrota del otro e imponer sus condiciones.
También hay una variedad de partes exteriores que influyen en la cuestión, pues lo que acepte Moscú puede no convenir a Irán, implicado con armas, dinero y hombres y que quiere meter la solución política en su cesta de negociaciones con Occidente. Por otra parte, lo que apoyen los árabes que están del lado de la oposición puede no recibir la aprobación de otras partes que intentan mantenerse en un punto medio, como Egipto y Turquía.
El resumen positivo es que todos se han convencido de que le régimen de Asad no puede seguir y que el proceso de extracción sigue siendo el más conveniente para dibujar el mapa de influencias del nuevo régimen.