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Entrevista a Nazanin Armanian, analista de origen iraní

Kurdistán en el huracán de Medio Oriente

Fuentes: Resumen Latinoamericano

¿Cómo se reconfigura Medio Oriente luego de la revolución en Rojava, región en el norte de Siria habitado por kurdos y otras nacionalidades? ¿Cómo se mueven las fichas en un tablero inestable y en permanente cambio como es la Media Luna Fértil? ¿Y cuáles son los poderes en disputa y que influyen en esa zona […]

¿Cómo se reconfigura Medio Oriente luego de la revolución en Rojava, región en el norte de Siria habitado por kurdos y otras nacionalidades? ¿Cómo se mueven las fichas en un tablero inestable y en permanente cambio como es la Media Luna Fértil? ¿Y cuáles son los poderes en disputa y que influyen en esa zona que pareciera no detenerse nunca y jaquea la estabilidad del mundo? Estos son algunos interrogantes que Resumen Latinoamericano le propuso analizar Nazanin Armanian, analista de origen iraní que vive en España desde 1983.

Profesora de Relaciones Internacionales, Licenciada en Ciencias Políticas y docente en la Universidad de Barcelona, los artículos de Armanian siempre profundizan sobre los conflictos en Medio Oriente, tema que la llevó a publicar 15 libros, entre los que se destacan «Los kurdos y un país inexistente», «Irán: la revolución constante», «El Islam sin velo» e «Irak, Afganistán e Irán. 40 respuestas al conflicto en Oriente Próximo».

«En 2012, un año después del inicio de los disturbios en Siria, las banderas kurdas empezaron a hondear en los edificios públicos de varias provincias del noreste del país -explicó la periodista y escritora-. Había nacido la autonomía kurda dirigida por el Partido de la Unión Democrática (PYD, en kurdo), con Bashar Al Assad aun en el poder. La minoría étnica más grande del país, unos dos millones, no estuvo muy presente en las protestas a pesar de ser duramente oprimida durante décadas. ¿Motivos? El temor a ser acusados de separatistas, o que les pase como a los kurdos y chiitas iraquíes en 1991 que fueron invitados por Bush padre a sublevarse, y una vez que lo hicieron, él se fue a pescar mientras Saddam Hussein desataba su furia contra ellos».

Ante esta situación derivada de la denominada «Primavera Árabe», Armanian señaló que el mandatario sirio realizó «una jugada maestra» en la cual «cedió el control de las regiones kurdas al PYD, la rama de Partido de Trabajadores de Kurdistán de Turquía (PKK), con dos objetivos principales: dividir y debilitar a la oposición, ya que el PYD no permite al Consejo Nacional de Siria (CNS) -que ha negado reconocer los derechos kurdos en una Siria post-Assad-, operar en las áreas que vigilan; y hundir a Recep Tayyip Erdogan, uno de los patrocinadores del CNS, y desestabilizar Turquía. Así, no sólo extenderá el conflicto a lo largo de la frontera común, sino también elevará las exigencias de los kurdos de Turquía. Porque, ¿cómo es que los cuatro millones de kurdos iraquíes y los dos millones de kurdos sirios tienen una autonomía, y los 14 millones de kurdos de Turquía, no?».

Washington y sus «prioridades»

Armanian advirtió sobre la postura de Estados Unidos frente al fenómeno kurdo y recordó que durante los ataques del Estado Islámico (EI) a Rojava, el secretario de Estado John Kerry declaró que «Kobani no es una prioridad de Estados Unidos». De esta forma, «disipaba dudas de quienes (incluso los propios kurdos) aún confunden al gobierno de Estados Unidos y sus marines con los hermanos de caridad que se desviven por salvar a los oprimidos del mundo», afirmó la escritora.

Una muestra de la posición de la Casa Blanca ante la devastación producida por el EI en Rojava es que los habitantes de Kobane «no recibieron ayuda ni de una inútil ONU ni de los estados que podrían haber recurrido a la doctrina de Responsabilidad de Proteger, que le sirvió a la OTAN para atacar a Libia. No es ningún