Las elecciones legislativas palestinas van a suponer un cambio político de una magnitud que ninguna encuesta había pronosticado. A falta de resultados oficiales, parece claro que el Movimiento de Resistencia Islámica Hamás ha ganado las elecciones por delante de Al Fatah y será el encargado de formar Gobierno. Así lo reconoce la Autoridad Palestina, dominada […]
Las elecciones legislativas palestinas van a suponer un cambio político de una magnitud que ninguna encuesta había pronosticado. A falta de resultados oficiales, parece claro que el Movimiento de Resistencia Islámica Hamás ha ganado las elecciones por delante de Al Fatah y será el encargado de formar Gobierno. Así lo reconoce la Autoridad Palestina, dominada en todas sus instituciones por Al Fatah desde hace 10 años. El presidente de la AP, Mahmud Abbas, llamará a Hamás que forme Gobierno, ha llamado a «respetar» los resultados y estudia su dimisión, después de aceptar la del actual Gabinete, dirigido por Ahmed Qurei, que ha dicho que Hamás «debe» gobernar. Un Gobierno encabezado por Hamás será rechazado por EE UU, la UE e Israel, que lo consideran un grupo terrorista.
Los días de Al Fatah como líder de un régimen prácticamente de partido único están acabados. Según estimaciones de miembros de Al Fatah, de Hamás y de la Comisión electoral -que después de dos retrasos anunciará resultados esta tarde-, los radicales se harían con hasta 70 de los 132 escaños del Parlamento, lo que les da la mayoría absoluta.
El presidente de la Autoridad Palestina y líder del partido que ha dominado las instituciones y la política palestina sin contestación desde hace 10 años ha certificado el fin de la hegemonía de Al Fatah. Mahmud Abbas pedirá a Hamás que forme Gobierno, y ha pedido que los resultados sean «respetados». También ha adelantado que Al Fatah no participará en el Gobierno entrante. «Las elecciones han sido transparentes y equitativas y todas las partes deben respetar los resultados», ha dicho en un comunicado.
Esta tarde hará oficial el encargo a Hamás, cuando haya resultados definitivos, y se dirigirá a los palestinos en un discurso. Antes, había aceptado la dimisión del primer ministro, Ahmed Qurei, y la de su Gabinete. Qurei ha sido el primero en acatar la derrota de Al Fatah: «voy a presentar hoy mi dimisión al presidente Abu Mazen (Mahmud Abbas), que debe encargar a Hamás la formación del nuevo Gobierno. Hay que respetar la elección del pueblo y el partido más votado debe gobernar», ha dicho a los periodistas antes de hacer oficial su renuncia, aceptada por Abbas.
Poco después, los líderes de Hamás han anunciado que comenzarán «próximamente» las consultas con Abbas para la formación de Gobierno, aunque han asegurado que están «dispuestos» a trabajar con Al Fatah en la formación del nuevo Gabinete. Fuentes del partido oficialista han descartado entrar en un Gobierno encabezado por los radicales.
Las encuestas pronosticaban una gran presencia del movimiento radical en el parlamento en su primera participación en las elecciones, incluso su entrada en un Gobierno dirigido por Al Fatah, pero no se preveía en absoluto que pudiera ganarlas y hacerse con el poder. No obstante, hasta última hora de hoy no se va a saber de forma oficial quién es el vencedor. La Comisión Central Electoral ha retrasado la primera emisión de resultados hasta esta tarde, justificando el retraso en el análisis exhaustivo de los votos para descartar fraudes.
Hamás en el Gobierno
La victoria de Hamás supone un serio revés para el proceso de paz con Israel e incluso la propia superviviencia de la Autoridad Palestina, ya que es la UE la que paga los sueldos de sus funcionarios. Los propios líderes de Hamás, Ismail Hania y Mahmud Zahar, han adelantado que la victoria de su partido tendrá consecuencias internacionales sin precedentes para el proceso de paz. «Nuestra victoria es una lección a la comunidad internacional, y cambiará la actitud de Israel, los países árabes y Occidente hacia el conflicto palestino israelí», han dicho. También han exigido a EE UU que respete «los resultados de las urnas y la voluntad del pueblo palestino».
La sola posibilidad de que los radicales entraran en el Gobierno como socio minoritario de Al Fatah ya suscitaba el rechazo de la UE, que paga los sueldos de los funcionarios palestinos, de EE UU y de Israel. Ni Washington ni Tel Aviv está dispuestos a negociar nada con un grupo al que consideran terrorista y que tiene entre sus objetivos la destrucción del Estado de Israel. Mientras, la UE ya ha avisado que trabajará con el nuevo Gobierno palestino siempre que sea «pacífico». El secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, ha dicho que para entrar en el Gobierno, Hamas debería desarmarse.
El Gobierno israelí, dirigido de forma interina por ehud Olmert, ha reunido a su Gabinete para estudiar las consecuencias de la victoria de Hamás. Olmert, en todo caso, ha declarado ya que descarta cualquier diálogo con un Gobierno que «cuente entre sus miembros a Hamás una organización terrorista que llama a la destrucción de Israel».
Incertidumbre sobre el papel de Hamás
Hamás, que ha prometido «limpiar» la corrupción gubernamental, supone un serio desafío para Al Fatah, que ha dominado el escenario político palestino durante décadas. Por ello, tras varias discusiones y conatos de rebelión interna, el partido de Abbas ha optado finalmente por unificar sus listas en una sola, en la que se junta la vieja guardia con la nueva generación, dirigida por Marwan Barghuti, quien figura a la cabeza en la lista de Al Fatah pese estar cumpliendo varias cadenas perpetuas en una cárcel israelí.
Israel ha amenazado con impedir de todas las maneras que Hamás alcance el poder, aun cuando Simon Peres, que espera volver al Gobierno después de las elecciones israelíes del 28 de marzo, ya se haya manifestado dispuesto a negociar con los radicales si abandonan las armas. Los países occidentales también se han apresurado a tomar posiciones. La secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice, ha advertido a los votantes palestinos de que el terrorismo no es «el camino hacia la paz» y que «tener un pie en el terrorismo y otro pie en la política» no funciona.