A raíz de ver de nuevo la película «Abril» de Nanni Moretti, encontré el triste paralelismo del protagonista de la película con el sentir general de los palestinos al escuchar las declaraciones o las acciones de los representantes de la autoridad palestina.
En una escena de la película del director italiano el protagonista está viendo un debate electoral en la televisión. En dicho debate aparece entre otros, D. Alema, antiguo dirigente del Partido Comunista; en sus respuestas balbuceaba un discurso muy débil y su interlocutor al otro lado de la pantalla, desesperado, le grita como si el político pudiera oírlo: “D Alema, di algo de izquierdas “.
A mí, como a millones de palestinos, nos invade la misma sensación cuando escuchamos a los líderes de la Autoridad Nacional Palestina. Nos apodera una cólera y sentimiento de indignación y gritamos: por favor, digan algo que nos haga sentir que sois palestinos.
No estamos cuestionando el lugar geográfico de nacimiento en el territorio palestino sino si son la dirección que precisamos los palestinos.
Hace mucho tiempo la palestinidad dejo de ser una cuestión geográfica. Es una cuestión moral y de justicia, militan en ella todos los que están o deben estar al favor del derecho internacional y la libertad de los pueblos oprimidos.
Lo que más precisa un pueblo bajo la ocupación es un movimiento de liberación nacional y un liderazgo que asume la lucha contra la ocupación con un discurso que hable y refleje el dolor y el ansia por la libertad de su pueblo.
¿Los palestinos estamos en esta situación?
La dirección actual, producto del nefasto acuerdo de Oslo, aceptó que las fuerzas de seguridad palestinas fueran, de facto, una subcontrata del ejército israelí de ocupación. El enorme daño de este hecho sobre la moral palestina es inimaginable, al destruir los valores que cohesionaban una sociedad de resistencia ante la ocupación.
Es imposible pensar que una autoridad así pueda desempeñar el papel de liberar a la población de la ocupación que padece mientras colabora con esa ocupación.
Una autoridad que coordina la seguridad con las fuerzas de ocupantes para la ocupación no está capacitada para poner fin a la ocupación.
Para mayor irritación de la sociedad palestina y de sus fuerzas políticas, el presidente Abas afirma que la coordinación con Israel en materia de seguridad es una “misión sagrada”. Esta afirmación le otorga mayor credibilidad como un buen colaborador a ojos de Israel y al mismo tiempo avergüenza a todo un pueblo.
La colaboración de las fuerzas de seguridad de la autoridad nacional con las fuerzas de la ocupación no dio como resultado mayor seguridad para los palestinos, sino más bien al revés. Están a merced de las fuerzas de ocupación que practican la detención, el secuestro y el asesinato de los palestinos a diario. Los últimos días dan una muestra de ello: los colonos, con el visto bueno del Ejército, ejecutaron su habitual hazaña en el pueblo de Huwara. “Una turba armada con pistolas, rifles, cuchillos, cócteles explosivos, asaltó las localidades de Huwara, Burin, incendiaron viviendas, coches, tiendas, dispararon contra la gente que huía despavorida por las calles como lo describió Teresa Aranguren.
El ministro de Finanzas israelí, Bezalel Smortrich, que es un colono más, declaró que “había que borrar Huwara”. La novedad es que estos ataques ya no los disimula el gobierno israelí, sino los considera necesarios, como lo declaró en el parlamento israelí el propio ministro citado: “Lo que debemos hacer es completar lo que no hemos terminamos en 1948, la Nakba palestina. La expulsión del resto de palestinos de Palestina.
En el terreno político, el proceso de negociación permitió a Israel mayor confiscación y control del territorio palestino y un crecimiento exponencial de las colonias ilegales en Cisjordania.
El proceso de paz ha causado efectos dañinos que superan los causados por el conflicto mismo. A estas alturas este mal llamado proceso de paz es la oportunidad israelí para alcanzar el control completo de la tierra palestina.
El fin del colonialismo o de los sistemas de apartheid no suelen acabar, como nos enseña la historia, como consecuencia de un despertar moral. En ningún caso los colonialistas, y menos los colonialistas de asentamiento, despertaron un día y se dieron cuenta del enorme daño que hacían al pueblo oprimido.
La solución está en la lucha de los pueblos liderada por su movimiento de liberación nacional.
Dudo que esta dirección esté a la altura de las esperanzas y los derechos del pueblo palestino.
Mohamed Safa, Oftalmólogo y Escritor Palestino
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