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La ayuda como instrumento de anulación de los palestinos: recuperemos el control

Fuentes: Middle East Eye

Traducción para Rebelión de Loles Oliván Hijós.

En 2006, tras la victoria de Hamas en las elecciones parlamentarias palestinas reconocidas como imparciales y democráticas, los principales donantes de la industria asistencial internacional detuvieron su ayuda a Cisjordania ocupada y a la Franja de Gaza en protesta por el resultado electoral. 

En aquel momento, estando yo trabajando en una reconocida universidad palestina, recibimos muchas comunicaciones de donantes informándonos de la finalización de nuestros proyectos conjuntos y de la suspensión de las colaboraciones por recorte de fondos.

El rostro indecente de la ayuda

Nos invadió el pánico y la pesadumbre ante la paralización de los proyectos que estábamos desarrollando; nos sentimos humillados al recibir por fax -ni siquiera en una reunión o por llamada telefónica- la noticia que dictaba nuestro futuro. Esa experiencia nos mostró el rostro indecente de la industria de la ayuda y lo perverso que resulta permitir que otros decidan nuestro futuro.

También nos mostró que la ayuda es un «regalo» dos veces maldito: maldice al que la da y al que la recibe. Pero igualmente nos enseñó una gran lección: si no somos nosotros mismos, los palestinos, quienes nos garantizamos nuestro propio desarrollo en dignidad nadie lo hará.

Los dirigentes políticos palestinos no han comprendido ni reconocido esta gran lección y desde entonces la ayuda internacional ha seguido desperdiciándose en lugar de utilizarse eficazmente para transformar las vidas de la gente. El último episodio tuvo lugar a principios de este año cuando el presidente estadounidense, Donald Trump, amenazó con retirar la ayuda a la Autoridad Palestina (AP).

No solo cortó la ayuda sino que también trasladó la embajada estadounidense a Jerusalén -reconociéndola como la capital de Israel- y cargó contra la UNRWA y contra el inalienable derecho palestino al retorno.

Aparte de algunas declaraciones exaltadas de retórica rimbombante, los dirigentes políticos palestinos no han tomado ninguna medida significativa para contrarrestar a las de Estados Unidos y su trumpismo. La semana pasada, el gobierno estadounidense ha decidido recortar más de 200 millones de dólares en la ayuda a Palestina y la respuesta del liderazgo político palestino ha seguido siendo intensa en verborrea pero estéril: declaraciones de condena sin acción alguna.

Aquí van cuatro acciones de sentido común que los líderes políticos palestinos podrían considerar como respuesta a este nuevo recorte en la ayuda estadounidense:

Detener la coordinación de seguridad con Israel

1) Cortar toda relación y toda cooperación con el Coordinador de Seguridad de Estados Unidos (USSC, en sus siglas en inglés). Ello estaría en sintonía con la decisión de la OLP, con las reivindicaciones de todos los partidos políticos palestinos, y del propio pueblo palestino, de poner fin a la coordinación de seguridad palestino-israelí y cambiar la dinámica que impera en el ámbito de la seguridad.

FINANCIACIÓN DE LA UNRWA EN 2017

(Fuente de UNRWA)

EEUU

364.265,585 $

UE

143.137,340 $

Alemania

76.177,343 $

Suecia

61.827,964 $

Reino Unido

60.302,892 $

Arabia Saudí

51.275,000 $

Japón

43.062,169 $

Suiza

26.938,805 &

Noruega

26.313,359 $

Holanda

29.877,507 $

TOTAL

874.177,965 $

 

La coordinación en materia de seguridad fue una de las razones principales por las que se creó el USSC hace más de una década. El USSC viola los principios internacionales más elementales de la distribución de la ayuda no solo porque su intervención causa perjuicio a la población receptora, sino también porque actúa como brazo subsidiario de la ocupación colonial israelí.

La ayuda estadounidense suministrada a través de la intervención del USSC no es una ayuda a Palestina o para los palestinos; está destinada a reforzar las acciones brutales de su opresor (la ocupación israelí) y al servicio de los contratistas estadounidenses y de su personal de seguridad.

Además, la intervención del USSC no solo ha tenido como objetivo proteger la seguridad del opresor; también se ha utilizado para reforzar la represión de un pueblo ya oprimido -los palestinos- al intensificar el autoritarismo de las fuerzas de seguridad de la AP bajo el pretexto de garantizar la estabilidad, la ley y el orden.

El perjuicio que ha causado la misión de seguridad de Estados Unidos (USSC) es manifiesto; por tanto, ya es hora de exigirle cuentas y de rechazar su intervención.

Intervención nociva

2) Poner fin a los proyectos y operaciones de la USAID. La penetración de la USAID en la sociedad palestina ha sido profunda y perjudicial desde su inicio. Las condiciones que se imponen a los palestinos y el tipo de intervención que persigue no solo conducen a la dependencia nociva de una ayuda que consolida un statu quo lesivo, sino que han distorsionado la estructura de la sociedad civil palestina, su conjunto de valores y fundamentos del contrato social entre gobernados y gobernador.

Para revertir estas tendencias hay que poner fin a la USAID para que deje de causarnos más perjuicios. Su próxima intervención será aún más peligrosa porque ejecutará la visión política de la Administración estadounidense, lo que no es un buen augurio para un desarrollo positivo, para la prosperidad o la paz.

Basta de hacer negocios para la USAID y también de delegar en este organismo lo que concierne a la dignidad del pueblo palestino. Si no es posible hacer frente al daño histórico que nos ha causado ahora hay una oportunidad de oro para evitar daños futuros, y una forma eficaz de conseguirlo es clausurar los proyectos y las operaciones de la USAID.

Objetivos de sentido común

3) Cortar las relaciones con la embajada de Estados Unidos en Jerusalén y con sus funcionarios, con su asistencia, sus proyectos y su personal. No es prudente seguir fortaleciendo vínculos y seguir recibiendo con los brazos abiertos a una entidad que claramente y sin rodeos declara la guerra a nuestra gente y a nuestros derechos fundamentales.

Ni siquiera los principios básicos de la diplomacia justifican tal comportamiento. La reacción natural ha de ser retroceder y resistir. Al mismo tiempo que la embajada estadounidense en Jerusalén alardea de la beca educativa que ofrece a brillantes jóvenes palestinos actúa como la sombra y el brazo del gobierno de Estados Unidos en el territorio palestino ocupado para aplicar su política, su estrategia y sus visiones políticas.

Ignorar las acciones de la embajada de Estados Unidos en Jerusalén, como han hecho los líderes políticos palestinos, no basta ni es eficaz para cambiar la dinámica del poder.

4) Por último, reducir el coste (en 200 millones de dólares) de la inflada facturación del sector de seguridad de la AP. Dado que la partida más grande en el presupuesto de la AP sigue siendo el sector de su seguridad -que alcanza alrededor del 30% del total aunque brinde muy poca seguridad y protección al pueblo palestino- esta reciente decisión de la Administración Trump ofrece a los planificadores y líderes políticos palestinos la oportunidad de revaluar sus prioridades y abandonar un paradigma que les ha obligado a servir eficazmente como subcontratistas de la ocupación israelí.

Recortar 200 millones y explicar al pueblo palestino el desglose y darle pruebas de este recorte enviará a la Administración estadounidense y a los principales actores de la industria de la ayuda el mensaje nítido de que es hora de cambiar el rumbo para garantizar la dignidad, la autodeterminación y la soberanía en el distribución de la ayuda a los palestinos.

Ciertamente, estos cuatro objetivos propuestos, que son de naturaleza política, tendrán consecuencias para el liderazgo político palestino actual y futuro, y causarán dolor a corto plazo.

Pero, por otro lado, son acciones de sentido común que muchos palestinos y palestinas llevamos tiempo esperando. Solo desearíamos que el sentido común fuera el más común de los sentidos en Palestina y en todas partes.

 

Alaa Tartir es asesor del programa de Al Shabaka Palestinian Policy Network, e investigador asociado en el Centre on Conflict, Development and Peacebuilding (CCDP) del Instituto de Estudios Internacionales y de Desarrollo (IHEID) en Ginebra, Suiza.

Fuente: https://www.middleeasteye.net/columns/how-palestinians-should-respond-trumps- slashing-us-aid-2022337737