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La caída de Mubarak y el papel de los trabajadores

Fuentes: Rebelión

Tanto en los procesos revolucionarios de Túnez como de Egipto la mayoría de los medios informativos sólo destacan el papel de la juventud y las clases medias que utilizan Internet y las redes sociales como actores privilegiados de las protestas. Estas opiniones parcializan la realidad y ocultan el papel de los trabajadores que fue decisivo […]

Tanto en los procesos revolucionarios de Túnez como de Egipto la mayoría de los medios informativos sólo destacan el papel de la juventud y las clases medias que utilizan Internet y las redes sociales como actores privilegiados de las protestas.

Estas opiniones parcializan la realidad y ocultan el papel de los trabajadores que fue decisivo en Túnez para la caída de Ben Alí y parece haberle dado el empujón final a Mubarak en Egipto.

En el primer caso fueron fundamentales las huelgas apoyadas por la federación sindical semiindependiente Unión General de Trabajadores de Túnez -UGTT- cuando ya en los últimos días de diciembre los trabajadores se habían sumado a las protestas provocadas a partir de la inmolación de Mohamed Bouazizi -licenciado sin trabajo forzado a sobrevivir como vendedor ambulante de frutas y hortalizas- el 17 del mismo mes. Incluso si la dirigencia sindical colaboraba con el régimen, sus miembros eran sindicalistas militantes lo que posibilitó que llegada la hora de las huelgas, los sindicatos pudieran sumarse.

A partir de ese momento, a diferencia de lo que había pasado en Redeyef, Gafsa, 3 años atrás 1 , las manifestaciones se extendieron a todo el país.

Así se sumaron a los manifestantes primero los abogados, a su vez violentamente reprimidos. Con la vuelta a clases a inicios de enero después de sus vacaciones la juventud universitaria y secundaria bajó a la calle, protagonizando el movimiento más profundo de la juventud escolarizada desde febrero de 1972 (suerte de «Mayo francés» estudiantil tunecino), cuando habían tambaleado a Burguiba por primera vez. Bien poco sirve la represión que, al contrario, empuja a los trabajadores a sumarse. En muchas localidades, los obreros se manifiestan ante las sedes de las UGTT locales (cuya dirección nacional está estrechamente vinculada al RCD, el partido de Ben Alí) exigiendo que se proclame la huelga. En otros casos, la UGTT se suma a los paros cuando éstos ya arrancaron para que no se les escapara de las manos. Este no es sólo el caso de zonas de históricas insubordinaciones obreras como el puerto de Sfax (pulmón económico y segunda ciudad del país) o la cuenca minera de Gafsa, ya testaferros de la lucha antifrancesa en los años 1930 y 1940. La protesta obrera se extiende a todo el país, abarcando no sólo aquellas federaciones como correos o educación que siempre defendieron posiciones contrarias al régimen, sino a la mayoría de los sindicatos.

Hamma Hammami, secretario general del Partido Comunista de los Obreros Tunecinos (PCOT) sostiene que aunque han faltado un programa y una organización centrales, el movimiento no es verdaderamente espontáneo en el sentido de «ausencia de toda organización y de toda conciencia». No. Hay una conciencia política nacida de una acumulación de luchas en el curso de los veinte últimos años. De otra parte, hay una cierta organización a nivel regional y local, a veces alrededor de sindicalistas, de militantes de los derechos humanos, todos juntos. En ciertas localidades, el sindicato de los abogados ha tomado la iniciativa de manifestaciones y dirigido el movimiento. 2 Por ejemplo, el local de la UGTT en Redeyef es ahora el palacio de gobierno.

También Nizar Amami, portavoz de la Liga de la Izquierda Obrera de Túnez, sostiene que la izquierda sindical, algunas federaciones y uniones locales y regionales de la UGTT están hoy en el corazón del proceso revolucionario: «No es por casualidad, pues desde hace ya varios años se ha visto a algunas federaciones convocar huelgas sin el acuerdo del secretariado general.

Estas estructuras, en algunos casos, han mostrado la vía en las luchas y en la forma de organizarse. Era, por ejemplo, el caso de las uniones locales de la cuenca minera de Gafsa, hace tres años. 

Gracias a la movilización popular, la izquierda de la UGTT ha podido vencer la orientación de salvamento del antiguo régimen defendida por el secretariado general de la central. Esto se ha traducido en un apoyo del comité ejecutivo de la UGTT a las huelgas generales organizadas en algunas regiones y que han participado en la caída de Ben Alí.

Desde el comienzo de las manifestaciones, la acción de los militantes sindicales de las federaciones de la enseñanza primaria y secundaria, de ciertos sectores de la salud, de los sectores de correos y telecomunicaciones, de los diplomados en paro, se ha conjugado a la de los abogados y de los estudiantes de la Unión general de los estudiantes de Túnez (UGET). Los militantes sindicales han jugado un papel importante cuando no primordial en la organización y el desarrollo de las manifestaciones. Una de las pruebas del papel clave del sindicalismo, es que numerosas manifestaciones salieron de los locales de la UGTT. Los sindicalistas han jugado igualmente un gran papel en los debates locales y en la creación de comités, así como en la marcha popular hacia la capital a partir del 22 de enero.» 

El movimiento obrero egipcio

En un artículo publicado por Página 12 de Argentina, el intelectual marxista Samir Amín, para quien el movimiento tiene como sus componentes fundamentales a la juventud estudiantil urbana, apoyada por segmentos de las clases medias educadas, demócratas, «las cosas podrían cambiar si la clase obrera y los movimientos campesinos entran en escena. Pero por ahora tal cosa no parece estar en la agenda».

Sin embargo, a partir del domingo 6 de febrero con la vuelta al trabajo fomentada por el propio gobierno, la situación dio un giro con la entrada masiva del proletariado egipcio en la escena. En una ciudad tras otra hubo huelgas y ocupaciones de fábricas.

Según informó Ahram Online las protestas laborales se intensificaron en Suez con la participación de los trabajadores textiles en una manifestación junto a otros 2.000 que exigían su derecho al trabajo. En la misma ciudad alrededor de 2.000 jóvenes se manifestaron para reclamar trabajo.

En Mahalla, más de 1.500 trabajadores de la empresa Abu El-Subaa se manifestaron, cortando la carretera, para exigir el pago de sus salarios, y declararon que no es la primera vez. Los trabajadores han protagonizado repetidas sentadas durante dos años, para exigir sus derechos.

Más de 2.000 trabajadores de la empresa farmacéutica Sigma, de la ciudad de Quesna, se han declarado en huelga exigiendo mejores salarios y los beneficios que fueron suspendidos durante años. Los trabajadores también están pidiendo la destitución de los directivos que han maltratado a los trabajadores.

En El Cairo, más de 1.500 trabajadores de la limpieza y embellecimiento del espacio público se manifestaron frente a la sede de la administración en Dokki. Sus demandas incluyen un aumento en el salario mensual a 1.200 libras egipcias y un almuerzo diario. Los trabajadores también exigen la contratación indefinida y el cese del presidente de la administración.

También están en huelga los trabajadores de las telecomunicaciones de El Cairo. En la ciudad clave de Suez, los trabajadores han ocupado la planta textil de Suez Trust. Alrededor de 1.000 trabajadores de la fábrica de cemento de Lafarge en Suez también están en huelga. Entre sus demandas figuran la formación de un sindicato y el apoyo a la revolución. Los trabajadores del cemento de Tora han comenzado una sentada para protestar contra sus condiciones de trabajo.

La agencia oficial de noticias Al-Ahram publicó un informe titulado: «Los empleados detienen al vicepresidente del sindicato de trabajadores egipcios», que relataba: «El vicepresidente del Sindicato de Trabajadores Egipcios, Mostafa Mongy, permanece detenido desde el lunes (7 de febrero) por la mañana por los empleados para exigir su inmediata renuncia.»

El martes 8 de febrero, profesores universitarios realizaron una marcha en apoyo a la revolución, uniéndose a los manifestantes de la Plaza Tahrir. También el miércoles 9 de febrero, los periodistas se reunieron en la sede de su sindicato, para presionar por la destitución de su jefe sindical, apoyado por el Estado, Makram Mohamed Ahmed.

El personal técnico del ferrocarril en Bani Suweif está en huelga. Por lo menos dos fábricas de producción militar en Welwyn están en huelga. Miles de trabajadores petroleros están protestando frente al Ministerio del Petróleo. El jueves 10 de febrero más trabajadores petroleros de las provincias descenderán hasta Nasr City para unirse a las protestas frente al Ministerio del Petróleo, y los trabajadores de Ghazl Mahalla también iniciarán una huelga.

En una entrevista del domingo 6 de febrero, Hossam el-Hamalawy, periodista y bloguero egipcio del sitio 3arabawy declaraba:

«Ya han pasado dos días desde que los trabajadores dijeron que no iban a volver a trabajar hasta la caída del régimen. Hay cuatro focos de lucha económica. Una planta siderúrgica en Suez, una fábrica de fertilizantes en Suez, una fábrica textil cerca de Mansoura en Daqahlia (la fábrica de ropa Mansoura-España en la región del Delta del Nilo) en huelga que han echado a su CEO (gerente) y están autogestionando su empresa. Hay también una tienda de impresión en el sur de El Cairo llamada Dar al-Matabi: allí, también echaron a su CEO y están autogestionando la empresa».

El miércoles los tres sindicatos independientes que existen en Egipto (el de los recaudadores de impuestos sobre la propiedad, el de los técnicos de la salud y el de la federación de pensionistas) se manifestaron frente a la sede de la progubernamental Federación Egipcia de Sindicatos, en la calle Galaa, exigiendo el procesamiento de su presidente por cargos de corrupción y demandando la supresión de todas las restricciones para formar sindicatos libres.

Estos mismos sindicatos, junto con grupos de trabajadores independientes en industrias crearon la Federación Egipcia de Sindicatos Independientes el pasado 30 de enero.

El manifiesto de los trabajadores del metal y el acero en Helwan, los cuales están convocando a una gran marcha de trabajadores para el viernes 11 de febrero hacia la Plaza Tahrir, proponen las siguientes demandas:

1) La inmediata salida del poder de Mubarak y de todos los elementos del régimen y sus símbolos.

2) La confiscación de la fortuna y las propiedades de todos los símbolos del régimen, y de todos aquellos que se demuestre que han sido corruptos, en nombre de los intereses de las masas.

3) La renuncia inmediata de todos los trabajadores de los sindicatos controlados por, o afiliados, al régimen, así como la creación de sindicatos independientes y la preparación de sus conferencias generales para elegir y formar sus organizaciones.

4) La recuperación de empresas del sector público que hayan sido vendidas o cerradas y su nacionalización en provecho del pueblo, así como la formación de una nueva administración para dirigirla, con la participación de trabajadores y técnicos.

5) La formación de comités para asesorar a los trabajadores en todos los lugares de trabajo y supervisar la producción y la distribución de precios y salarios.

6) El llamamiento a una Asamblea Constituyente de todas las clases populares y tendencias para la aprobación de una nueva Constitución y la elección de consejos populares sin esperar a las negociaciones con el régimen actual.

Nuevamente Ahram Online informaba el 10 de febrero de que los trabajadores de la Compañía del Canal de Suez de las ciudades de Suez, Port Said e Ismailia han empezado una ocupación indefinida de las instalaciones de trabajo. Tal cosa amenaza con perturbar el movimiento de barcos si la huelga continúa. Más de 6.000 manifestantes han acordado continuar su protesta frente a las sedes de la empresa hasta que sus demandas sean satisfechas. Están protestando contra los salarios de pobreza y el deterioro de las condiciones sanitarias y laborales.

Esta situación ya se indicaba en el informe presentado en un simposio patrocinado por el Carnegie Endowment for International Peace, en febrero del año pasado, que señalaba que ha habido más de 3.000 protestas de trabajadores egipcios desde 2004. Asimismo, Joel Beinin, profesor de la Stanford University, se refirió al activismo obrero en Egipto como «el mayor movimiento social del mundo árabe desde la Segunda Guerra Mundial».

Antecedentes

Acertadamente, en la entrevista que le realizó Mark Levine -profesor de historia especializado en Medio Oriente- para la cadena Al-Jazeera El periodista Hossam el-Hamalawy sostenía: «Las revoluciones no surgen de la nada. No tenemos mecánicamente una mañana en Egipto porque ayer hubo una en Túnez. No es posible aislar estas protestas de los cuatro últimos años de huelgas de trabajadores en Egipto o de eventos internacionales como la intifada al-Aqsa y la invasión de Iraq por EE.UU.»

El movimiento sindical egipcio fue muy atacado en los años ochenta y noventa por la policía, que utilizó munición de guerra contra huelguistas pacíficos en 1989 durante huelgas en las plantas siderúrgicas y en 1994 en las huelgas de las fábricas textiles, pero en 2004 las grandes protestas de los trabajadores industriales de las empresas estatales y ex estatales del Delta del Nilo encendieron la mecha que las incrementaría exponencialmente, ante los éxitos conseguidos por aquéllos, facilitados por el temor del régimen a su gran número y a que la protesta laboral se uniera a la protesta política.

Desde entonces hasta 2011 no ha pasado una semana sin que se produjeran decenas de protestas de mayor o menor tamaño, trasladadas recientemente a las principales instituciones de El Cairo (Parlamento, ministerios), donde se producían concentraciones toleradas. Los intentos de crear organizaciones sindicales y una coordinación ajena al sindicato vertical habían comenzado a dar sus frutos, pese a la represión. En 2010 los tribunales dieron la razón a quienes demandaban la necesidad de actualizar el irrisorio salario mínimo fijado desde hace décadas en 35 libras (unos 7 dólares). El gobierno propuso 400 libras. Los que lo demandan exigían 1.200.

Desde diciembre de 2006 se viven las mayores y más sostenidas olas de acciones huelguísticas desde 1946, detonadas por huelgas en la industria textil en la ciudad de Mahalla en el Delta del Nilo, centro de la mayor fuerza laboral en Medio Oriente con más de 28.000 trabajadores. Comenzó por temas laborales pero se extendió a todos los sectores de la sociedad con la excepción de la policía y las fuerzas armadas. Hubo manifestaciones que reunieron más de 10.000 trabajadores.

La segunda huelga de Mahalla de septiembre de 2007 duró seis días. La huelga de Kafr al-Dawwar en febrero de 2007 también duró varios días, y una huelga de trabajadores en la empresa textil de Abu-Makaram, en la ciudad de Sadat, duró 3 semanas (54 dólares mensuales era el salario de los trabajadores textiles en lucha). Contra los sindicatos paraestatales se creó en ese momento la Liga de Trabajadores Textiles, organizada por los líderes de la huelga de Mahalla. Esas luchas fueron mostrando un movimiento obrero fuerte, combativo y estructurado, aunque no a nivel nacional. En 2006 se produjeron 227 huelgas en todo el país; en 2007 se elevó la combatividad hasta llegar a las 580.

En abril de 2008 hubo una huelga general convocada por los sindicatos contra el alza del pan, del costo de vida y por aumentos de salarios frente a la llamada «crisis del pan», producida por el alza internacional de los alimentos, provocada por la especulación desatada con la crisis mundial iniciada en los EE.UU. en 2007. Algo inédito desde los años 40. En esta oportunidad irrumpen por primera vez los jóvenes de Facebook y de Twiter en solidaridad con los trabajadores y sus reivindicaciones, los llamados «Jóvenes del 6 de abril».

En los 3 primeros meses de 2008 se realizaron 389 huelgas y protestas.

Como resultado de esas huelgas se lograron obtener 2 sindicatos independientes, los primeros de su clase desde 1957, el de los cobradores de contribuciones de bienes raíces, que incluye a más de 40.000 empleados públicos y el de los técnicos de la salud, más de 30.000.

Como vemos muy lejos de ser un actor ausente, el movimiento de los trabajadores en Egipto y Túnez ha sido decisivo en la caída de los dictadores Mubarak y Ben Alí.

Notas:

1 Este levantamiento, que mantuvo en jaque a la dictadura durante ocho meses y se saldó con cuatro muertos, decenas de heridos y centenares de detenidos, sirvió de ensayo y escuela para la experiencia revolucionaria de estos días, en la que Redeyef se ofrece como un modelo de organización y autogestión integral del que participa toda la población. La UGTT local, que en 2008 centralizó las protestas y sufrió en carne propia los zarpazos de la represión, se ha convertido de forma natural en la cadera sobre la que se apoya la vida de la ciudad. Entonces rompió con la dirección sindical en Túnez; hoy opera de forma completamente autónoma. El 3 de febrero, una huelga general unánime demostró quién gobierna Redeyef. Allende, Alma, «Redeyef y Moulares, vecinos y extremos«, Rebelion.org. 

2 Entrevista de Myriam Martin y Coralie Wawrzyniak (NPA) publicada en Rebelion.org el 10.02.2011.

3 Entrevista de Wassim Azreg (NPA) publicada en Rebelion.org el 1.2.2011.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

rCR